05 septiembre 2008

SAPA, ENCANTADA DE VERDE. VIETNAM


Sapa, colorido enclave vietnamita situado a los pies de las montañas del noroeste del país a 1.600 metros de altitud, constituye un agradable descanso de los calores sufridos a lo largo de nuestro paso por los distintos puntos de Vietnam.

 

A pesar de que el notable aumento del turismo llegado en los últimos tiempos ha afectado inevitablemente al tradicional modo de vida de las minorías étnicas que habitan esta zona, todavía mantienen viejas tradiciones como la de asistir a los distintos mercados que se celebran en distintos puntos, ricamente engalanados para pasear y comprar los productos que en ellos se exhiben.

Muchos jóvenes solteros de las etnias Dao, Zao, Gia, Hmong, etc , acuden al conocido Mercado del Amor, en Sapa, con la intención de comprar marido o esposa ataviados con sus mejores atuendos.



Las mujeres Dao se diferencian por sus llamativos turbantes rojos mientras que las Hmong ven cómo la piel se les tiñe del azulado color de sus tejidos. Es habitual cruzarte con algún grupo haciendo ovillos con el hilo con el que tejen posteriormente sus llamativas prendas de vestir y que tornan sus manos de un color azul característico.



El senderismo es la actividad típica de la zona y cualquiera con unas condiciones mínimas puede realizarlo sin mayor problema. Aún así, la temporada seca entre setiembre y mayo es la mejor época para hacer trekking ya que el terreno no está tan embarrado.

Los paseos discurren entre verdes arrozales mientras se atraviesan pequeños poblados en los que podremos observar las duras y primitivas condiciones en las que aún viven las tribus que habitan la zona.
Cabe la posibilidad de alojarse en alguna casa de algún poblado y compartir con alguna famila la comida y si eres capaz de hacerte entender, compartir charla con ellos; es probable que el aguardiente de caña que ellos mismos hacen y sin duda compartirán contigo, facilite la comunicación entre lenguas y culturas tan distintas.

Los serenos y frescos paisajes de la zona competirán en atractivo con los coloridos y singulares rostros y vestimentas de las distintas minorías étnicas.
Sin duda alguna, el atractivo verdor de los arrozales cautivará a los paseantes.



Resultará difícil olvidar los rostros y las miradas de los niños, lejos de la ciudad, a medio camino entre la indiferencia y el orgullo.

 


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