12 abril 2010

La Laguna del Jaral y Cuesta Maneli. Doñana (II)


Durante otra de las jornadas, nos acercamos hasta el comienzo de dos conocidas rutas de la zona: “La Laguna del Jaral” y “la Cuesta Maneli”.
Salimos del Rocío a primera hora de la mañana y nos dirigimos a la carretera Huelva-Matalascañas para girar a la derecha dirección a la capital. A los pocos kilómetros, se encuentra indicada la ruta del Jaral que comienza a la izquierda de la carretera.


El sendero discurre en su totalidad a través de un terreno arenoso que en un principio se encuentra salpicado de viejos pinos hasta llegar a la laguna que , cómo no, se encontraba repleta de agua y en la que nadaban plácidamente un puñado de ánades reales.

El camino comienza a ascender suavemente hasta permitirnos una espléndida vista de la laguna y un verde bosque que se extiende hasta el mar. Continuamente , a lo largo del sendero, observamos numerosos reastros de los mamíferos que frecuentan la zona.
Un paisaje dunar adornado con la vegetación propia de este medio y aromatizada por el abundante tomillo, romero y otras plantas aromáticas complementan las fantásticas vistas al océano Atlántico que nos regala el camino al llegar a su final; una infinita playa se extiende más allá de lo que nuestros ojos pueden llegar a ver desde lo alto del acantilado donde muere la ruta. Si se desea bajar hasta las frescas aguas del Atlántico, habrá que buscar algún sendero alternativo que te permita el descenso.


Desde ahí emprendimos el camino de vuelta al coche para completar un agradable paseo de unos 5 kilómetros y continuar por la carretera en dirección a Huelva hasta el parking desde donde comenzaba la cuesta Maneli.
 

Un cómodo itinerario a través de un camino entarimado, conduce hasta la playa cercana donde acuden numerosos visitantes arrastrando sus carritos cargados con todo lo necesario para disfrutar de un día de playa. A lo largo del recorrido podremos admirar la flora característica entre las que destacan las llamadas “perlas” de gran importancia por suponer una base fundamental en la alimentación de los mamíferos de la zona y que no son otra cosa que los frutos de la camarina hembra ya que los machos no producen fruto.

Los efectos del viento dejan su huella en los pequeños árboles que se inclinan hasta crecer, en ocasiones, paralelamente al arenoso suelo llamando la atención del paseante.
No tardaremos en llegar al acantilado del Asperillo declarado monumento natural dado su importante valor geológico.
De nuevo extensas playas que parecen no tener fin, se extienden ante nuestros ojos entre la belleza de los múltiples tonos pastel que nos ofrecen las arenas y las tierras que compartieron el camino con nosotros.
 


Un breve paseo por la playa casi desierta en estas fechas a no ser por la presencia de algún grupo de correlimos que correteaba picoteando los nutrientes que traían las pequeñas olas, puso el punto final a otra apacible jornada .

4 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Me pones los dientes largos. Que un norteño viese lo que aun no he visto, la laguna del Jaral... no tiene perdón de Dios.

Seguro que disfrutáste de lo lindo.

Enhorabuena!

Abrazos.

Antonio Ruiz dijo...

Repleta de agua me refiero, claro está...

aitor dijo...

Y por lo que veo,no deja de llover por aquellos lares.....

Parece que va a ser definitivamente un año totalmente atípico.

Al menos,los acuíferos tendrán un respiro que seguro,buena falta les haría.

Un abrazo.

LAURAMAR dijo...

UNA PRECIOSIDAD.