26 mayo 2010

KASANE. Las puertas del Chobe.



El parque nacional del Chobe, declarado como tal en 1967, figura como uno de los más famosos del mundo y con sus 10.566km², el segundo en extensión de Botswana.
Posee gran variedad de ecosistemas que se extienden desde las verdes llanuras y densos bosques de Serondela hasta las áridas zonas centrales pasando por las pantanosas de Savuti y Linyanti.
Los residentes originarios del lugar pertenecían a la etnia San, considerada por algunos como los herederos de los primeros humanos y estaban ligados al grupo de cazadores y recolectores nómadas, siempre en movimiento en busca de agua y alimentos.



Las numerosas poblaciones de elefantes en continuo crecimiento, marcan una de las características más importantes del parque.
La temporada seca, cuando los animales se concentran en las orillas del río, será la mejor época para la observación de la vida salvaje y sin duda, los safaris por el río una de las opciones más interesantes.




El pequeño hotel donde nos alojamos en Kasane se llama WaterLyli. Pagamos unas 600 pulas por una habitación doble y otra sencilla.
Nuestro paso por el Chobe es prácticamente testimonial ya que tras preguntar qué podíamos hacer por allí, Walter el uruguayo que regenta el local, nos comenta que él organiza safaris pero necesita varios días para prepararlos. Nos habla de Savuti, la única zona donde los leones contemplan a los elefantes como presas habituales. Juntos vemos cientos de fotografías tomadas en sus safaris que demuestran lo que dice. 
Compatiremos cena con este peculiar personaje que no deja de hablar ni un instante pero desgraciadamente no disponemos del tiempo necesario para preparar un safari de esas características y tras sopesar las posibilidades, nos limitamos a realizar un tour por el río durante la tarde. 
Nuestro paso por la zona fue tan breve como intenso, el paseo por el río Chobe reúne atractivos suficientes como para convertirse en una de esas vivencias difíciles de olvidar. 
La serenidad de un paisaje idílico, el silencio solamente roto por los cantos de las aves, la gran diversidad y concentración de animales en un espacio tan reducido y esa mágica luz africana que nunca me cansaré de citar, nos dejará recuerdos grabados al fuego; el mismo fuego que parece adueñarse de todo cuando el astro rey comienza a caer hasta esa linea horizontal que separa el reino de los cielos de la ardiente tierra africana.

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