08 noviembre 2010

La Ciudad Prohibida y Parque de Beihai. BEIJING


Hoy hemos decidido visitar La Ciudad Prohibida (紫禁城). Nos dirigimos desde nuestro hotel a pie hasta la cercana plaza de Tiananmen (天安门广场) que también posee su parada de metro en la linea 1 con el mismo nombre.
Pronto nos encontramos con la abrumadora y gigantesca plaza de casi 500.000 metros cuadrados, la más grande del mundo.
Testigo mudo de numerosos acontecimientos a lo largo de su historia, es considerada como el centro tanto geográfico como político de la ciudad.
A nuestra llegada se encuentra repleta de grupos de gente de todas las nacionalidades, muchos de ellos con un guía a la cabeza esgrimiendo su banderita para que nadie la pierda de vista y evitar la dispersión del grupo.
En la misma plaza se encuentra la entrada sur a la Ciudad Prohibida pero nosotros pretendemos comenzar la visita desde la zona norte. La mala fortuna o nuestra propia torpeza, provoca que al intentar rodear la muralla del recinto hasta llegar a la otra puerta, confundimos la propia muralla del recinto con otra que rodea al oeste, algún edificio militar o gubernamental que nos aleja varios kilómetros de nuestro objetivo. 
El sol pega con ganas y nadie consigue decirnos dónde nos encontramos y por dónde se va a la ciudad prohibida; enseñar un mapa no vale de mucho por aquí. Sin saber bien dónde estamos, nos damos de bruces con el Parque de Beihai (北海公园). 
Las abundantes zonas sombreadas por su vegetación y el lago que lo circunda, suponen una tentación difícil de evitar. 
Pagamos los 15 yuanes de entrada y nos colamos para adentro.


El lugar tiene su encanto, hay gente cantando y bailando, el lago está salpicado de botes a pedales y unos ferrys te pasan de lado a lado de la enorme laguna que ocupa más de la mitad del recinto.
La actividad es frenética a lo largo de todo el parque. Estamos en uno de los jardines imperiales más antiguos y mejor conservados de China con una extensión terrestre aproximada de casi 30 hectáreas y otras 40 de agua. 
Numerosas construcciones en forma de templos, puentes y monumentos adornan el lugar que se convierte en unos de los principales puntos de descanso de Beijing.

 
En lo alto de una colina destaca un templo al que se llega tras la ascensión de unos cuantos escalones. Desde arriba hay unas buenas vistas de los alrededores y también de la cercana Ciudad Prohibida; ahora la tenemos bien ubicada y será nuestra próxima visita.
Tras salir del parque, en unos pocos minutos llegamos a la entrada norte de la Ciudad. Son ya más de las 14 y cierran a las 16 por lo que dudamos en pagar los 60 yuang de entrada pero nos explican que tenemos tiempo de sobra porque podemos salir más tarde de las 4, hora a la que se cierra la entrada.


Pocos podían adivinar que el que fue palacio imperial durante las dinastías Ming y Qing y que exigía un consentimiento directo del emperador para poder acceder a él, se iba a convertir en una de las mayores atracciones turísticas del mundo.
En 1987 fue declarado Patrimonio de la Humanidad y con sus 800 edificios y sus más de 9000 habitaciones, hoy se le conoce como Museo Palacio (故宫博物院).
Durante varias horas recorrimos sus rincones hasta que ya cansados y con nuestras piernas demasiado castigadas por el calor y los kilómetros recorridos, dimos por finalizada nuestra visita a este bello rincón repleto de historia.


2 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Aitor!

Tiene que ser espectacular la ciudad prohibida y tiene que impresionar muchísimo estar ahí. Y vaya historia que presenta. Dan ganas de ir... en varios años!!!

aitor dijo...

Aupa Antonio!!
sí,me temo que tendrás que esperar algunos añitos para ir tan lejos con las nuevas responsabilidades....
aunque bueno,siempre quedan los abuelos ;-)))

Un abrazo.