15 marzo 2011

El parque Wulingyuan. Recorriendo Zhangjiajie.


No fueron las fantásticas imágenes creadas a golpe de ordenador por el director cinematográfico James Cameron en su famosa película “Avatar” las que motivaron nuestra visita a este recóndito lugar, sino la belleza natural de sus insólitos pináculos rodeados por las caprichosas nubes que parecen negarse a abandonarlos. No resultó sencillo llegar hasta allí. 
Tuvimos que desplazarnos desde los verdes arrozales de Ping´an hasta Longsheng en autobús. Una vez en Longsheng, otro autobús nos acercó hasta Sanjiang desde donde un taxi nos trasladó hasta una minúscula estación de tren sitúada en las afueras de la ciudad. 
Pese a repetidos intentos por reservar un billete-cama para hacer el trayecto Sanjiang-Zhangjiajie, la tarea resultó imposible, así que cuando lo único que nos ofrecieron en la estación de Sanjiang fue un billete en asiento duro, no fuimos capaces de rechazarlos. 
Por un lado la idea de viajar toda la noche sentados en un banco de madera no nos seducía en absoluto pero por otro, mirando a nuestro alrededor, nada invitaba a perder más días en aquel remoto lugar. 

El viaje resultó aún más duro de lo que imaginábamos ya que al entrar al tren, pasada ya la media noche, nos encontramos con unos vagones atestados de gente que se amontonaban por todos lados. No fue sencillo encontrar 6 sitios para sentarnos y mucho menos conseguir dar alguna cabezada en aquel abarrotado tren.
A las 9,30 de la mañana finalizó por fin, una experiencia nada recomendable. 
Estamos ya en Zhangjiajie pero para acercarnos hasta la entrada del parque deberemos coger otro bus que nos lleve hasta la aldea de Zhangjiajie (Zhangjiajie village). Los autobuses van repletos de gente y nos tememos que resultará difícil hacernos sitio con las mochilas a nuestra espalda. Afortunadamente, un local se nos acerca para ofrecernos una furgoneta para los 6; tras un breve regateo, nos lleva por 100 yuanes.

Tras echar un vistazo a 2 ó 3 hoteles, acabamos alojándonos en uno de los primeros que hay a la derecha de la carretera según se entra al pueblo; su nombre está escrito exclusivamente en chino. Tanto el hotel como la habitación están bastante bien y pagamos 160 yuanes por la doble; incluso tiene ducha con hidromasaje.
Al fin nos encontramos ante las puertas de entrada a este mágico lugar enclavado en el noroeste de la provincia de Hunan y declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en el año 1992. Ciertamente, la zona bien merece una visita.
Los singulares picos que parecen pugnar por atravesar las nubes, adoptan insólitas formas y se encuentran revestidos de un manto verde compuesto en su mayor parte por enormes pinos empeñados en crecer en los lugares más inverosímiles. Los imponentes bloques de cuarcita que se elevan hasta los 400 metros de altura, los serpenteantes ríos de aguas cristalinas y la abundante vegetación existente, confieren al parque una belleza casi sobrenatural creada por el paso del tiempo a lo largo de 380 millones de años. 








 
Resulta muy difícil por no decir imposible, describir un paisaje conformado por un bosque de más de 3000 picos de origen kárstico; nada de lo que se pueda decir, podría hacer justicia a un paisaje de tal belleza.
Alguien dijo acertadamente que si cada montaña fuese una nota musical, Zhangjiajie sería una majestuosa sinfonía compuesta por la Naturaleza.
Más allá de lo visible a primera vista, el parque también está repleto de fascinantes palacios subterráneos que no deberemos dejar de visitar. Sus cuevas son numerosas, extensas y con una extraordinaria riqueza geológica que reviste sus cavidades con espectaculares colecciones de enormes estalagmitas y estalactitas.
Durante nuestro primer día en la aldea, nos dedicamos a descansar, reservar por internet los vuelos de regreso a Beijing y recopilar información del parque sobre rutas y caminos a recorrer.
Nos resulta de gran ayuda, el encontrarnos con una pareja de Bilbao (únicos occidentales que veremos) que ya llevan dos días visitando el parque y nos explican que hay dos zonas de acceso para visitar la zona. 

Mientras estamos charlando con ellos, un numeroso grupo de monos proveniente de la cercana selva, invade las calles para intentar apoderarse de cualquier cosa que llevarse a la boca.Resultaba muy curioso observar la pugna que mantenían los monos con los dueños de los puestos de fruta, seguramente cansados de los continuos robos a los que eran sometidos por parte de los primates.Mientras unos les arrojaban la fruta ya pasada para distraerlos, otros se armaban de palos para ahuyentarlos. 
Esa noche cenaremos en el que se convertirá a partir de hoy, en nuestro local favorito para desayunar y cenar. La propietaria se esfuerza por hacerse entender y responde pacientemente (o al menos lo intenta) a todos nuestros requerimientos.
Tras la cena, nos retiramos a nuestras camas para tratar de recuperarnos de la dura noche anterior.

Totalmente restablecidos, al día siguiente nos acercamos a las taquillas para sacar 6 entradas al nada despreciable precio de 248 yuanes; la entrada vale para dos días y están incluídos todos los traslados que hagamos dentro del parque en los autobuses que lo recorren.
Una vez dentro llegamos a una especie de bola del mundo que está aún en construcción, de donde sale un sendero a la derecha con un cartel que indica el camino que conduce hasta el ascensor. Es el que tomaremos hoy.
Hay una buena caminata hasta allí y a pesar de que el turismo occidental brilla por su ausencia, el recorrido transcurre rodeados de miles (o millones?) de turistas chinos y agresivos monos que no dudarán en robarte, cueste lo que cueste, cualquier alimento que puedas llevar a la vista; los megáfonos con los que los guías explican a sus grupos las excelencias del lugar, desentonan con lo que nosotros entendemos por disfrutar de la Naturaleza.


 












Por suerte o por desgracia, nos equivocamos de camino y sin apenas darnos cuenta nos vimos sumidos en una deliciosa soledad que nos permitió, ahora sí, disfrutar del paisaje como deseábamos. Ni un solo ser humano se cruzó con nosotros durante las horas que nos llevaron salvar la altitud que separaba las bases de aquellas moles de cuarcita de sus respectivas cimas. Hubo discusiones acerca de las escaleras que tuvimos que subir hasta alcanzar nuestro objetivo pero lo dejaremos en alrededor de…….4000.

Finalmente llegamos a una carretera asfaltada pero no teníamos ni idea de dónde nos encontrábamos hasta que nos acercamos a un youth hostel cercano donde, mapa en mano, nos indicaron cual era nuestra posición y nos aconsejaron parar al primer bus que pasara. Así lo hacemos; un pequeño autobús no tarda en aparecer y se detiene frente a nosotros, ante nuestros ostensibles gestos para que así lo hiciera. 

Tras un pequeño recorrido, el conductor nos hace gestos para que bajáramos; hemos llegado a una zona de miradores que ofrecen unas espectaculares vistas. 
 


Millones de candados cuidadosamente colocados por parejas de enamorados, adornan las barandillas que protegen el camino.
Posteriormente tomaremos otro autobús que nos llevará hasta el famoso ascensor que ofrece unas originales vistas durante los segundos que transcurren antes de ocultarse en el interior de la roca. Es mucho más recomendable hacer el trayecto inverso (subir en lugar de bajar). El precio por tomar el ascensor es de 56 yuanes.



 
 



















 
Al llegar abajo montamos en otro bus que nos lleva al punto que queríamos haber llegado esta mañana. Ahora hacemos el camino inverso hasta llegar de nuevo a las puertas del parque, un bonito recorrido que discurre paralelo al río y entre las enormes moles de roca.

 




El día siguiente lo dedicamos a visitar la otra zona del parque.
Para ello tomaremos un autobús que para frente al local donde desayunamos habitualmente;  agradecemos de nuevo las indicaciones de la dueña hacia el conductor pidiéndole que nos espere y explicándole hacia dónde vamos.
Ya en el autobús, un cobrador nos pide 10 yuanes por persona y nos indica dónde debemos bajarnos.

Al llegar a la entrada, ya dentro del parque, un autobús nos llevará hasta un teleférico cercano.
La altura impresiona y la duración del trayecto puede llegar a hacerse eterna para todos aquellos que no disfrutamos viendo el suelo tan lejos. Las vistas, una vez más…..espectaculares!!
Una vez arriba hay varios miradores también increibles. A lo largo de la carretera, hay varios miradores más a los que te puedes acercar siempre que indiques al conductor que quieres parar. Así lo hacemos nosotros, disfrutando de cada mirador prácticamente sólos ya que los turistas chinos se limitan a visitar sólo los más pintorescos.




Finalmente un autobús nos lleva hasta los miradores que recorrimos ayer y tras otra visita, hoy menos pausada, pretendemos tomar un sendero que figura en nuestro mapa y que nos debe llevar de nuevo a la entrada principal. 
Por fortuna, encontramos el camino que nos conduce hasta el tomado ayer y que acaba en la salida del parque pero esta vez, llegados a la carretera asfaltada, continuamos hacia la derecha hasta llegar a la parada de donde salen los autobuses que te llevan al otro teleférico del parque. Sacamos un billete de ida por 50 yuanes ya que queremos volver andando; ida y vuelta cuesta 96 yuanes. 

 
Al montar nos avisan de que el último teleférico para volver es a las 17h.
De nuevo me veo colgado a cientos de metros entre sudores fríos pero afortunadamente en esta ocasión el recorrido entre los amenazantes picos es más breve.
Ya en lo alto,hacemos una breve visita a una especie de templo antes de comenzar el largo descenso a través, una vez más, de miles de escalones.

 


Un agresivo grupo de monos con los que nos cruzamos en el camino, nos sorprenden con una actitud claramente amenazante; en principio no entendemos la situación pero más tarde creemos entenderlo. El grupo se está retirando a sus dormideros y los adultos dominantes están protegiendo a las crías que vienen detrás cerrando el grupo; fueron unos momentos tensos.
Tras hora y media bajando escalones sin más novedad que la aparición esporádica de algún mono rhesus de vez en cuando, llegamos a la salida.


                                                               Mapa parque Wulingyuan

Hemos recorrido casi todos los caminos que surcan el parque por lo que nos damos por satisfechos y damos por finalizada la visita a este increible lugar. 
Mañana por la noche iremos al aeropuerto para tomar el vuelo que nos devolverá a Beijing pero antes aprovecharemos para visitar una de las cuevas más importantes de la zona.
Efectivamente, el último día negociamos con un chico la visita a una cueva sitúada a unas dos horas de coche y el posterior traslado al aeropuerto por 320 yuanes. 

Tras el desayuno, cargamos las mochilas en la furgoneta y comenzamos el viaje hasta la cueva. La entrada cuesta 75 yuanes. 

La visita resulta espectacular ya que se trata de una formidable cueva que cuenta con grandes salas, un lago y unas increíbles formaciones de estalactitas y estalagmitas.
Los inevitables focos de colores que alumbran las distintas formaciones, dan el típico toque asiático al lugar.

 















Ya sólo nos queda llegar al aeropuerto de Zhangjiajie para dar fin a nuestro periplo por China.
Apenas nos queda un día en Pekín para hacer las últimas compras antes de volver a casa.



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