06 mayo 2015

El Pan de Azúcar. Río de Janeiro.


Son muchos los atractivos que ofrece al visitante la bella ciudad brasileña de Rio de Janeiro. Si bien sus famosas playas de Ipanema y Copacabana, sean posiblemente sus mejores embajadores de cara al turismo internacional, enclaves como el Pan de Azúcar y el Corcovado reciben también millones de visitantes al año.
Difícilmente pasarán desapercibidos para el visitante, estos sigulares monolitos compuestos fundamentalmente por cuarzo y granito y salvajemente tapizados por la densa vegetación tropical que reciben la denominación de morros y entre los que se encuentran los famosos Pan de Azucar y el Corcovado.
Con toda seguridad, pocos turistas se irán de la ciudad sin acercarse antes a estos puntos tan emblemáticos ya que nos ofrecerán una panorámica inigualable de la ciudad carioca.

Con su privilegiada situación sobre la península de Guanabara y sus casi 400 metros de altitud, el Pan de Azúcar es el morro más cercano al mar, lo que le proporciona unas vistas espectaculares.


En sus laderas fue construido el primer teleférico brasileño, allá por el año 1912, que ya ha transportado hasta su cima a millones de turistas.
El trayecto comienza en el barrio de Urca y consta de dos tramos.
El primero asciende hasta el Morro de Urca durante tres interminables minutos para todos aquellos que, como es mi caso, no somos muy amigos de las alturas; mientras tanto, el resto disfrutará a tope de la travesía admirando los bellos paisajes que nos rodearán allá donde dirijas tu mirada.
En la plataforma de Urca podemos encontrar miradores, restaurantes, tiendas de souvenirs y un bonito sendero que se adentra en la mata atlántica que tapiza sus laderas.
Él segundo trayecto asciende hasta la cumbre y se prolonga durante unos tres o cuatro minutos más.
No es difícil llegar hasta este famoso teleférico ubicado en el barrio de Urca.
Taxi, metro, autobús o incluso andando desde Copacabana como particularmente fue mi caso, son las variadas opciones que te permitirán acercarte hasta allí.


Durante nuestra estancia en Río, el Pan de Azúcar fue una de nuestras primeras visitas ya que decidimos hacerla durante el día siguiente a nuestra llegada.
Tras un agradable paseo mañanero por la playa de Copacabana y una obligada parada para desayunar los típicos platos cariocas a orillas del mar, decidimos acercarnos andando hasta la plaza donde se encuentra el teleférico. 



El trayecto nos obligaba a atravesar un largo y oscuro túnel, algo que en una ciudad desconocida para nosotros y con cierta fama de inseguridad, nos producía un poco de resquemor pero afortunadamente, en ningún momento sentimos ninguna sensación de inseguridad. Si bien es cierto que la noche anterior vimos mucha gente indigente durmiendo en las calles, nunca nos llegamos a sentir amenazados ni intimidados a pesar de que ese mismo año se registraron varios incidentes contra turistas en la capital carioca. Seguramente nuestro aspecto no les parecía lo suficientemente tentador o quizás simplemente, la suerte siempre nos acompaña en ese aspecto en nuestros viajes .
Al llegar al teleférico, tuvimos la fortuna de no encontrar excesiva cola y tras pagar los 30 reales que valía por entonces el billete, embarcamos.
Mi pavor por las alturas me impidió disfrutar de las vistas hasta que pisé tierra firme pero una vez allí, la visión de toda la costa, la ciudad y el Corcovado al fondo, bien mereció el esfuerzo.


En este primer tramo aprovechamos para adentrarnos un poco entre la frondosa vegetación donde pudimos ver abundantes monos y algún tucán.
Los pequeños titíes comunes (Callithrix jacchus) son una especie endémica del este de Brasil que miden alrededor de 20 centímetros a los que hay que sumar otros 30 de cola y llegan a alcanzar casi el medio kilo de peso. Sus grandes mechones de pelo blanco a ambos lados de la cabeza le confieren un gracioso aspecto.


Tras los inolvidables momentos compartidos con los monos titis, nos dirigimos al segundo tramo del teleférico que en otros tres minutos nos llevaría hasta la cumbre del Pan de Azúcar.
La vista desde aquí es aún mejor si cabe gracias a los 400 metros sobre el nivel del mar a los que nos encontramos.



Tras las fotos de rigor, volvimos al morro de Urca donde nos tomamos unas cervezas antes de embarcar en la cabina que nos devolvería de nuevo al barrio de Urca.
Tranquilamente emprendimos, de nuevo andando, el regreso hasta las playas de Copacabana donde se encontraba nuestro hostel.
Habíamos comenzado nuestro periplo brasileño con una de las visitas mas espectaculares que se pueden hacer en Río de Janeiro, el Pan de Azúcar.

3 comentarios:

Tawaki dijo...

Vistas espectaculares. Brasil es un gran desconocido para mí, pero supongo que algún día me animaré a ir. Espero con ganas futuras entradas...

aitor dijo...

Brasil es un país sorprendente lleno de contrastes. De hecho, es el único país que he repetido visita.
Fauna, tribus, fiesta, playa, monte.....puedes encontrar de todo aunque a veces las distancias parecen infinitas....

yisus dijo...

que pais tan sorprendente y hermoso muchos sitios para viajar bestday