23 octubre 2015

Amsterdam, canales a golpe de pedal.


Tras el breve paso por la ciudad belga de Brujas, tomamos rumbo a la capital de un país desconocido por mí hasta ese momento: Holanda.
A bordo del vehículo que habíamos alquilado en el aeropuerto belga de Charleroi el día anterior, atravesamos la frontera que separa los países de Bélgica y Holanda sin darnos cuenta.
De momento, lo único que nos indicaba que algo había cambiado era el significativo aumento que había sufrido el precio del carburante. Por lo tanto, te aconsejo que si vas en coche, llenes el depósito en Bélgica.
El paisaje, sin embargo, apenas había cambiado. Las extensas llanuras tapizadas de un verde rabioso daban cobijo a vacas, ovejas y miles de aves que se preparaban para su largo periplo migratorio.
Bueno, realmente algo sí había cambiado ya que los típicos molinos holandeses comenzaban a tomar protagonismo para romper la monotonía del paisaje que veníamos viendo desde que tomamos tierra en Charleroi.
En algo más de tres horas llegábamos a nuestro destino, un barrio de Ámsterdam en el distrito de Amsterdam-Noord, llamado Nieuwendam.


Un poco de historia

Las primeras referencias al término Amsterdam, se remontan al siglo XIII y daban nombre a un pequeño pueblo de pescadores asentado alrededor de un dique a orillas del río Amstel. El término "dam" que significa presa o dique en holandés y el río sobre el que fue construído, dieron origen al nombre de la ciudad: Amsterdam.

Al igual que Brujas, la anterior ciudad visitada en nuestro recorrido, Amsterdam formó parte de la Liga Hanseática, una asociación comercial de los países del norte de Europa que le otorgó un lugar de relevancia en esta parte del continente. 
Incluso se asegura que tras el descubrimiento del continente americano y gracias a los estrechos vínculos que mantenía con España, se erigió junto con Lisboa en el puerto más importante del mundo.

Tras la Guerra de los 80 años (1568-1648), los Países Bajos alcanzarían su independencia.
La creación de la Banca de Amsterdam en el siglo XVII fue el causante del florecimiento comercial que sufrió la ciudad, y que la llegó a convertir en el centro financiero más importante del mundo.

Tras sucesivas guerras y conflictos con diversos países, a finales del siglo XIX y como consecuencia de la Revolución Industrial, Amsterdam vivió una segunda época dorada durante la cual la ciudad acometió grandes obras públicas transformándola en una urbe totalmente renovada.

Hoy en día, la relevancia comercial se ha trasladado a Roterdam y la política a La Haya pero Amsterdam sigue siendo considerada como la capital intelectual del país y una urbe multiétnica, bastión de la tolerancia y la libertad.


Nuestra experiencia en Amsterdam.

Lo primero que me sorprendió de Amsterdam fue el elevado precio de sus alojamientos. 
En nuestras escapadas por Europa solemos utilizar establecimientos básicos ya que únicamente los utilizamos para dormir unas pocas horas al día pero desde el primer momento comprobamos que, en Amsterdam, era algo que nos iba a resultar bastante más caro de lo habitual.
La única opción para intentar abaratar el precio de tu alojamiento es salirte unos kilómetros del centro de la ciudad.
Finalmente nos decidimos por dormir en un lugar un tanto especial, con el convencimiento de que sería la forma más original de integrarnos en una ciudad tan peculiar como Amsterdam: nos alojaríamos en un canal a unos 3 kms de la Estación Central, a bordo de un viejo barco que permanecía amarrado en un pequeño embarcadero.


Eramos 4 personas y la embarcación, perfectamente equipada, nos costaría 150€ al día.
Disponíamos de un salón, dos pequeñas habitaciones, cocina y baño. En en el exterior, justo en frente del barco, teníamos una pequeña mesa y una barbacoa a la sombra de unos frondosos árboles, además de un lugar donde dejar el coche gratis.






















Conny, la dueña del barco, nos esperaba para darnos las oportunas instrucciones y algo de información sobre la zona donde nos encontrábamos, en el distrito de Amsterdam-Noord, en un tranquilo y bello barrio llamado Nieuwendam.
Este tranquilo, cuidado y acogedor municipio repleto de casitas de madera excelentemente conservadas, se mantuvo como un pueblo independiente de Holanda hasta que en 1921 fue anexionado a Amsterdam.  






Una vez instalados, nos dirigimos a una cercana parada de autobuses desde donde, en transporte público, nos desplazábamos hasta la Estación Central en unos pocos minutos. El billete lo sacamos en el mismo autocar, al nada despreciable precio de 2,90€ y tenía validez durante una hora.
Durante dos días recorrimos a pie muchos de los rincones de la ciudad. Canales, puentes, monumentos, museos y bellos rincones escondidos salpican la ciudad por sus cuatro costados.
Dejamos el interior de iglesias y museos para otra ocasión y nos dedicamos a recorrer sus calles pausadamente, disfrutando de cada rincón que descubríamos a nuestro paso. 

Nuestra primera incursión nos llevó inevitablemente hasta el animado Barrio Rojo
A pesar de que la noche estaba bien entrada, al contrario de lo que sucede en muchas ciudades europeas, las calles y establecimientos de la capital holandesa se encontraban atestadas de gente. 
Los numerosos locales de ambiente, los famosos cofee shops y los no menos famosos escaparates donde espectaculares jovencitas con escasa ropa concentraban la atención del género masculino, atraían a multitud de curiosos y viajeros de procedencia muy dispar.
Para evitar problemas, en esta zona es aconsejable guardar tu cámara fotográfica y por supuesto, no tomar ninguna imagen a las chicas. 

Si tienes más de 18 años, podrás acceder a los coffee shops, locales donde se puede comprar hasta 5 gramos de hachis o marihuana y consumirlos sin problemas, en su interior. 
Debes saber que en estos locales no suelen servirse bebidas alcohólicas, no se puede fumar tabaco, el consumo de hachis y marihuana sólo está permitido en su interior y las drogas duras están totalmente prohibidas.

Tampoco tendrás inconveniente para encontrar un sitio donde saciar tu apetito. Restaurantes de todo tipo mantienen sus puertas abiertas durante casi toda la noche lo que permite sentarse a comer o cenar algo, prácticamente a cualquier hora del día. 
Nosotros nos inclinamos por cenar en uno de los numerosos restaurantes argentinos que ofrecían carne  a la brasa.

Algo más lejos de allí, en la plaza Museumplein y frente al Rijksmuseum, se encuentra el que dicen ser el punto más fotografíado de la ciudad. Las grandes letras del que se ha convertido en el lema de la ciudad, I amsterdam, atraen a multitud de visitantes. 



Nuestro paseo prosiguió descubriendo bellos rincones donde canales, puentes y bicicletas se erigían como indiscutibles protagonistas de la ciudad. 
Así llegamos hasta el Magere Brug, un angosto puente de madera construído en 1672 y que fue remodelado en  1871 para hacerlo un poco más ancho. Es el último superviviente de los tradicionales puentes  holandeses y sobre todo a la noche, atrae a gran número de fotógrafos afanados en inmortalizarlo, iluminado por más de 1000 bombillas.



El tradicional gusto por las flores que muestran los holandeses, se ve reflejado en otro de los puntos importantes a visitar: el Mercado de las Flores.
En este gran mercado creado en 1862, se puede encontrar todo tipo de plantas, flores y semillas, siendo los tulipanes el producto estrella del lugar.








Otro lugar emblemático de Amsterdam es la Casa de Ana Frank. Hoy convertida en museo, la vieja casa donde se ocultó la famosa niña judía tratando de escapar de la persecución nazi, se ha convertido en uno de los puntos más visitados de la ciudad.

Westerkerk, la iglesia protestante más grande de Amsterdam construída entre 1620 y 1631, de estilo renacentista holandés, apareció de repente ante nosotros.

Casa de Ana Frank
Westerkerk

























Gozamos de unos preciosos días otoñales durante los que los habitantes de la ciudad se reunían en todas las terrazas orientadas al sol, en un intento de aprovechar al máximo los últimos rayos solares del año. Cualquier lugar era válido para acomodarse, siempre que  hasta él llegaran los reconfortantes efectos del astro rey.




Era ya hora de comer y buscábamos un sitio del que nos habían hablado muy bien y donde nos aseguraron que se comían los mejores pancakes de Amsterdam.



Se trata de Pancake Bakery, un local ubicado en un antiguo almacén del siglo XVII perteneciente al VOC (Compañía Holandesa de las Indias Orientales).
Como su nombre bien indica, el local está especializado en pancakes, tanto dulces como salados. 
Después de nuestro paso, tengo que decir que nos gustó más el original local que su famoso plato estrella.



Tras la comida continuamos recorriendo puentes y canales hasta llegar de nuevo a nuestro punto de partida en la Estación Central, en cuyas cercanías pudimos observar algunos edificios antiguos que mostraban curiosas inclinaciones y deformaciones debido al inestable terreno pantanoso sobre el que están asentados.



También fuimos testigos de la curiosa inclinación hacia adelante que padecen otras edificaciones. El motivo no es otro que facilitar la introducción del mobiliario en las casas a través de las ventanas por medio de unas cuerdas colgadas en unas poleas situadas en lo alto de los edificios, ya que no caben por las escaleras, dada la estrechez con la que son construídas.

Desde allí acordamos nuestra siguiente y última visita: el Molino de  Gooyer.
Pero aún nos detendríamos, antes de llegar, para fotografíar el Waag, un edificio que data del siglo XV y que ostenta el título de ser el más antiguo de la ciudad, obviando las construcciones religiosas.
Antigua entrada a la ciudad, es en la actualidad un elegante café restaurante muy concurrido.


Más adelante y muy próximos entre sí encontramos:
  • el Nemo, construído sobre un gran edificio en forma de barco, es considerado el museo de la ciencia y tecnología más importante de Holanda .
  • el barco Amsterdam, un barco de carga del siglo XVIII propiedad de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, amarrado en el embarcadero del museo marítimo.
  • el Museo Marítimo Nacional ubicado en un edificio histórico construído en 1656, el Arsenal. 
 
Barco Amsterdam

Museo marítimo

Museo Nemo

Ya estábamos muy cerca de nuestro último objetivo, un molino situado al oeste de la ciudad  dedicado a producir harina desde 1725, año en el que fue construído. 
Este curioso molino octogonal es considerado el más alto de Holanda.
Pero a fuerza de ser sinceros, debo admitir que la presencia del molino de Gooyer no era el único motivo por el que nos desplazamos hasta esa zona de la ciudad.
La cervecera Brouwerij ‘t IJ , un acogedor local con una animada terraza que presume de fabricar cervezas con métodos tradicionales y 100% ecológica, supuso una tentación a la que no pudimos resistirnos.
Su amplia y variada carta de cervezas artesanales, la oferta para degustar 5 cervezas diferentes elegantemente servidas y  la posibilidad de picar algo de queso o salami para evitar que los litros de cerveza te perjudiquen en demasía, provocaron que nos sorprendiera la noche sentados en una mesa corrida, rodeados de muchos otros amantes de esta "bebida espiritual".




Hasta aquí había llegado nuestro recorrido por Amsterdam.
Mañana partiremos hacia la pequeña localidad de Akmaal

Datos útiles para viajar a Amsterdam

Si es la primera vez que visitas Amsterdam, quizás te convenga saber algunas cosillas que contribuirán a que tu estancia en la ciudad sea plenamente satisfactoria.
Comenzaré con la información más básica recordando que:
  • la moneda utilizada es el euro
  • el horario corresponde al GMT+1, el mismo que en España
  • los enchufes son de dos clavijas redondas a 220 voltios
  • el holandés es el idioma oficial aunque el inglés está muy extendido
  • aunque el verano puede ser agradable, nunca viene mal algo de ropa de abrigo y resistente al agua. Los inviernos son fríos.
La principal característica de Amsterdam es que está conformada por 90 islas atravesadas por un laberinto de canales unidos por infinitos puentes, algo que incuestionablemente condiciona tu estancia y sobre todo tu forma de moverte en la ciudad.

Utilizar un vehículo particular no es una buena idea ya que los aparcamientos son escasos y los parkings caros.
El transporte público no es barato por lo que si prevees utilizarlo con frecuencia, infórmate en las oficinas de turismo, de las ofertas y bonos que más te convengan.
Los canales pueden ser una excelente vía para explorar la ciudad y ver de cerca las numerosas casas flotantes que se apilan en sus orillas.

Las bicicletas son dueñas de la ciudad y personalmente llegaron a estresarme un poco. Soy ferviente defensor de este medio de transporte pero quizás la falta de costumbre provocó que en no pocas ocasiones, me viera sorprendido por la inesperada aparición de los "bicicleteros" por el sitio más inesperado. Cuidado.

A diferencia de otras ciudades europeas, los horarios para comer son muy flexibles y encontrarás sitios abiertos a todas horas.
Los alojamientos son bastante caros en el centro de la ciudad. Una opción para abaratar gastos, es alejarte del centro y hacer uso del transporte público para los desplazamientos hasta el centro.

Aparcamiento y transporte público, Park&Ride

Si dispones de vehículo propio y te alojas en las afueras, existe una modalidad muy práctica para moverte: Park & Ride (P+R). Consiste en dejar el coche en un parking bien conectado al centro a través del transporte público y disfruta de importantes descuentos. Más información en esta web.






2 comentarios:

Tawaki dijo...

Por lo que veo, el sol os siguió acompañando. Amsterdam es una ciudad con mucho encanto, pequeña, muy manejable, pero variada. Calles y canales son una gozada. La he visitado cuatro veces, siempre desde Bruselas, y, curiosamente, una cada estación del año. A pesar de ello, no me importaría volver mañana mismo.

Estupenda idea la de quedarse a dormir en un barco.

aitor dijo...

Tuvimos una gran suerte con el tiempo durante todo nuestro recorrido.
No cabe duda de que Amsterdam es una ciudad que engancha a pesar de que me volví un poco loco con tantas bicicletas por todos lados.