14 octubre 2015

Brujas, una joya de chocolate.


Hace ya algunos años tuve ocasión de acercarme hasta esta pequeña localidad belga, considerada por muchos viajeros, como una de las ciudades más bellas de Europa. En aquella ocasión, el mal tiempo y la incesante lluvia deslucieron en buena medida mi visita.
Así pues tenía una pequeña cuenta pendiente con esta ciudad y por ese motivo decidí acercarme nuevamente hasta la capital de Flandes, con objeto de intentar saldarla.

Se calcula que alrededor de tres millones de turistas visitan anualmente este pequeño enclave medieval declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, lo que convierte a Brujas en la ciudad belga más visitada.
Ubicada al noroeste de Bélgica, a tan sólo 90 kilómetros de Bruselas y con una población cercana a los 100.000 habitantes, la ciudad de Brujas se erige como la capital de Flandes Occidental.
Alcanzó su época dorada en el siglo XIV gracias al puesto de  privilegio que llegó a ocupar en la Liga Hanseática, una poderosa asociación comercial de los países del norte de Europa. Numerosas empresas abrieron sedes en la ciudad a la vez que productos de todo tipo y procedencia llegaban a su puerto a través del río Zwyn y sus numerosos canales. Brujas se convirtió en una de las ciudades comerciales más importante de Europa.
Pero desgraciadamente, una serie de conflictos sociales y sobre todo, la gran cantidad de sedimentos acumulados en el río Zwyn que cegaron su salida al mar, provocaron una rápida decadencia de la ciudad. 
Debido a ello, Brujas se sumergió en una especie de letargo que se prolongó durante casi cuatro siglos y gracias al cual se dice que mantiene prácticamente intacto el encanto de su época dorada. 
En la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad recuperó importancia gracias al interés mostrado por los ingleses que quedaron cautivados por la belleza y el romanticismo que destilaba una ciudad tan típicamente medieval.
Sea por lo que fuere, lo cierto es que su casco antiguo es considerado a día de hoy, uno de los más bellos de Europa. Sus peculiares edificios, sus estrechos callejones y el elevado número de puentes que atraviesan sus incontables canales, esconden rincones increibles prestos a ser descubiertos.


Aunque pudiera parecer que su nombre hace referencia a alguna fantástica historia de brujas y duendes sucedida en siglos pasados, lo cierto es que su origen se debe al término noruego Bryggia que viene a significar atracadero, muelle o puente.

Como ya he comentado, mi anterior visita tuvo lugar en diciembre del 2004 y a pesar de que el ambiente navideño le otorgoba un encanto añadido, el frío y sobre todo, las inclemencias metereológicas en forma de lluvia, estropearon bastante mi primer paso por Brujas
En esta ocasión, en setiembre del 2015, la fortuna estuvo de mi parte y gocé de unos días espectaculares que me permitieron disfrutar mucho más de mi visita.
Llegamos a últimas horas de la tarde provenientes de Bruselas, a bordo de un coche de alquiler. No tardas demasiado en descubrir que la mejor opción para aparcar tu vehículo es hacerlo en alguno de los numerosos parkings existentes cerca del centro de la ciudad. Nosotros así lo hicimos, pagando 8,70€ al día.
Sólo íbamos a pasar una noche en la ciudad por lo que reservamos una habitación cuádruple lo más cercana posible al centro urbano. El elegido fue el Hostel de Passage, un básico hostel con baño compartido pero que gozaba de una magníifca ubicación. Pagamos 25€ por persona más un impuesto turístico de reciente aplicación, de dos euros.

 














La reducida extensión de la ciudad hace que sea difícil saltarse los principales atractivos turísticos pero de todas formas, detallaré los visitados por mí durante mi estancia.
Desde el mismo momento que accedimos al casco antiguo, las típicas casitas de tejados escalonados que se suceden a lo largo de sus calles, nos cautivaron . 
Nuestros pasos nos llevaron hasta el corazón de Brujas, el Grote Markt o Plaza Mayor.  
El Campanario (Belfort), el Mercado Cubierto (Hallen) y el Palacio Provincial, ademas de las estatuas a los héroes locales  Jan Breydel y Pieter De Koninck, dominan esta gran plaza.


Compitiendo en belleza con esta plaza, encontraremos otra de menor tamaño pero no menos atractiva: la Plaza Burg. Allí podremos descubrir  el Ayuntamiento, el Palacio de Justicia, la Probostía y la Basílica de la Santa Sangre.


Entre el antiguo registro y el ayuntamiento se encuentra el curioso Callejón del Asno Ciego que da paso a una bonita zona de canales.


Paseando por la orilla de los canales llegamos al punto más fotografíado de la ciudad, el Muelle del Rosario, un bonito rincón flanqueado por restaurantes y todo tipo de tiendas.


Más adelante nos topamos con otro bonito rincón desde donde observamos la Iglesia de Nuestra Señora con su torre de 122 metros, la máxima altura de la ciudad y la segunda torre de ladrillo más alta del mundo, sólo por detrás de la Iglesia de S.Martín en Alemania.


Siguiendo nuestra caminata, fuimos a parar con el que dicen ser el rincón más romántico de Brujas: Minnewater
También conocido como el Lago del Amor, son muchos los que opinan que su verdadera traducción tiene muy poco que ver con este romántico sentimiento. Aún así ésta acepción se ha extendido en la actualidad dando origen a una zona donde se concentran los enamorados, al abrigo de los bellos y tranquilos jardines que bordean los canales y los puentes del lugar. Una vez más, las leyendas e historias se apoderan de una ciudad ya de por sí mágica.



La Plaza Van Eyckplein, se convirtió en nuestro siguiente objetivo. Ocupando el centro de la plaza, se encuentra una estatua de Jan van Eyck, un pintor flamenco que a pesar de no nacer en Brujas, fijó allí su residencia convirtiéndose posteriormente en hijo pródigo de la ciudad. 


En esta plaza se encontraba la aduana y el puerto de la ciudad donde se concentraba el denso tráfico de mercancías. Desde el canal que comienza en esta plaza, llamado Spiegelrei, los barcos llegaban y salían al mar atravesando la cercana población de Damme.
Las fachadas de la Antigua Aduana, la Casa de los Estibadores y la Lonja de los Burgueses, donde se puede observar el oso de Brujas, son otros de los atractivos de esta zona.


La catedral de San Salvador, construida en el siglo X, es la iglesia más antigua de Brujas y una de nuestras últimas visitas culturales.



Pero como no sólo de "piedras" vive el hombre, una visita a Brujas no puede ser considerada como tal si no accedes a alguna de sus numerosas chocolaterías y te dejas seducir por sus irresistibles tentaciones en forma de chocolate. Son otro tipo de obras de arte pero igualmente maravillosas.



Para finalizar, en un país en el que existen más de 450 variedades de cerveza, no puedo dejar de comentar las excelentes cervecerías que salpican la ciudad y entre las que destacaría tres:


  • Brugs Beertge, en la calle Kemelstraat, abierta de 16 a 1. Alejada de los lugares más turísticos, dispone de gran variedad de cervezas cada una servida en vasos diferentes.

De Garre
  • Staminee De Garre, ubicada en un estrecho callejón (De Garré) perpendicular a la calle Breidelstraat muy cerca de la Plaza Mayor, se encuentra un viejo local de dos pisos donde podremos degustar alguna de sus 150 cervezas, acompañadas de una pequeña ración de queso mientras escuchas música clásica en un ambiente muy agradable.
  • La Taberna Vlissingue en Blekerstraat, se erige como la más antigua de Brujas y posiblemente de todo Bélgica. Las más de 300 variedades de cerveza y la antigüedad del establecimiento que se remonta al siglo XVI, hace de este local un lugar de visita obligada. Desgraciadamente, los lunes y martes permanece cerrado por lo que no pudimos acceder a su interior. 

Taberna Vlissingue

Mi segunda visita a Brujas había llegado a su fin. Era hora de regresar a nuestro coche para tomar rumbo a nuestra siguiente parada: Amsterdam.











2 comentarios:

Tawaki dijo...

Pues te resarciste a conciencia con el tiempo, porque yo la he visitado siete veces y nunca con un dia tan esplendido. Vivi casi dos agnos en Bruselas y siempre que venia alguien ibamos a Brujas. Es una ciudad preciosa, como bien evidencias en tus fotos. Algn dia me gustaria volver, para recordar viejos tiempos.

aitor dijo...

Tienes razón Tawaki. Todo el mundo insistía en repetirnos que era increible el excelente tiempo que estaban teniendo.
Una gozada poder disfrutar de una ciudad tan bonita con esa excelente luz.