25 enero 2016

Cascada Nungnung,Templo del Lago y Jatiluwih. Bali ( II ).


A pesar de que me vuelvo a despertar a las 6,30, hoy permanezco en la cama una horita más. Hemos quedado a las 8 para desayunar ya que Suenden, nuestro guía, nos vendrá a recoger a las 8,30.
Pero como suele suceder habitualmente cuando nos encontramos lejos de casa, no hemos calculado bien los tiempos ya que tardan casi 30 minutos en prepararnos el desayuno; es evidente que el ritmo occidental tiene poco que ver con el de estos paises.
Nos disculpamos con Suenden por llegar tarde a nuestra cita y montamos en el coche para acercarnos sin más dilacciones hasta nuestro primer objetivo en el día de hoy. 


Ayer hubo algunas cosillas que no nos gustaron demasiado y hemos hecho algunos cambios en las visitas previstas tratando de evitar en lo posible, las grandes masificaciones turísticas así como los restaurantes enfocados al turismo. Preferimos visitar rincones menos frecuentados y comer en los típicos sitios locales donde lo hacen los indonesios.
Suenden nos dice que comenzaremos la jornada visitando a primera hora una cascada que nos asegura, a esa hora no habrá prácticamente nadie.




Efectivamente, cuando llegamos a la cascada Nungnung y comenzamos a bajar los aproximadamente 500 escalones que atraviesan la jungla para llegar a la base de la cascada, comprobamos que estamos prácticamente sólos.
Apenas son las 10 de la mañana y pese a que Suenden nos anima a bañarnos bajo la cascada, las condiciones no invitan demasiado. Nos encontramos en una zona sombría rodeados de jungla, la temperatura no es muy alta y el agua parece estar bastante fría.

Finalmente nos decidimos y nos metemos al agua dispuestos a acercarnos todo lo posible hasta aquella caída de agua de 60 metros de altura. A medida que nos acercábamos y debido a las corrientes que se producen en su base, las diminutas gotas de agua nos golpeaban con tal fuerza que más parecía que se trataban de piedrillas en lugar de inofensivas gotas de agua. Desde luego, no puede haber mejor manera de espabilarse antes de comenzar la jornada.





 




















Tras la revitalizante ducha y después de disfrutar de la belleza del lugar durante un buen rato, decidimos que es el momento de emprender el camino de vuelta. Sudamos la gota gorda para ascender los altos e irregulares escalones mientras nos cruzamos con bastante gente que se dirige a la cascada.
Cuando llegamos arriba, donde habíamos dejado el coche, nos quitamos los todavía mojados trajes de baño antes de montar en el vehículo.


Vamos ahora a visitar uno de los templos más importantes de Bali pero antes solicitamos a Suenden que hiciera una parada en el cercano mercado de Candi Kuning para comprar fruta y alguna cosilla más mientras disfrutamos de esa atmósfera tan especial que se respira en los mercados locales. Aprovechamos para hacer acopio de una fruta que nos ha gustado bastante, los mangostines y probamos también las famosas fresas que se producen en esta zona.




Ahora sí, nos dirigimos al Templo del Lago (Pura Ulun Danu Batur), un bonito templo dedicado al dios del lago considerado el más importante de Bali tras el Templo Madre que visitaremos mañana.
Fue construído en el año 1926 en los aledaños de un bello lago y a los pies del volcán Batur, un emplazamiento de gran belleza. Muchos visitantes tanto extranjeros como locales, abarrotan un complejo que no requiere de excesivo tiempo para su visita.




Es ya la hora de comer algo y esta vez pedimos a Suenden que nos lleve a un sitio local para probar los platos típicos de Bali. Entramos a uno de los numerosos locales donde los balineses comen habitualmente y nos sirven una especie de pinchos morunos de una carne que no acertamos a distinguir, arroz con pollo muy picante, unas cervezas y café en abundancia. Los más valientes se atrevieron también a probar una sopa que estaba muy rica pero cuyo intenso picor impidió que algunos pudiéramos saborearla. La comida de los 6, nos salió por 320.000 rupias, unos 22€.

Mientras comíamos, Suenden nos confesó que su sueño era construir una especie de casa rural en su pueblo, al noroeste de la isla y ofrecer un turismo alternativo. Entre risas, le dijimos que de haberlo sabido, hubiéramos visitado su pueblo ya que nos gustan mucho más ese tipo de lugares que a pesar de no tener demasiados atractivos turísticos, reflejan mucho mejor la forma de vida de sus habitantes. Ese pequeño pueblo costero donde sus gentes se dedican a pescar y marisquear cuando la marea baja, seguramente nos hubiera encantado.


Tras la agradable comida, Suenden nos dice que muy cerca hay un jardín botánico y que no suele haber muchos turistas por allí. Decidimos hacer una pequeña parada antes de partir hacia los arrozales de Jatiluwih.
Unas enormes y curiosas estatuas, nos reciben al entrar en un gigantesco recinto que perfectamente podría llevarte todo un día recorrerlo. Todo está muy cuidado y casi toda la gente con la que nos encontramos, son balineses que están disfrutando de un agradable día en el campo.
Decidimos terminar la visita acercándonos hasta las zonas donde se concentran las orquideas y los cactus.


 


Cuando llegamos a los arrozales de Jatiluwih, la tarde está llegando a su fin y no disponemos de demasiado tiempo para recorrerlos pero el final de la jornada nos ofrece preciosas escenas de sus campesinos, infatigables trabajadores de los infinitos campos de arroz que se extienden ante nuestros ojos.
Además para mayor disfrute, parece ser que los turistas visitan esta zona a primeras horas del día porque no nos cruzamos con ninguno durante todo nuestro recorrido. Sólo estamos nosotros y los campesinos locales, lo que unido al sosegado ritmo del atardecer, convierte nuestro paseo en una experiencia muy agradable.



  











 


Una pareja de novios elegantemente ataviados que se iban a sacar las típicas fotos de boda con los arrozales de fondo, pusieron el punto final a la visita y a la jornada.


Hoy llegamos a nuestro hotel con la noche bien entrada, a las 19,30. Nos despedimos de Suenden hasta mañana y nos vamos a las habitaciones para darnos una ducha antes de salir a cenar algo por Ubud.
Tras un pequeño paseo por el pueblo, cenamos a base de ensaladas y unas pizzas antes de volver al hotel para entregarnos a los brazos de Morfeo.
Mañana pasaremos nuestro último día con Suenden.


Ruta de la jornada:



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2 comentarios:

Tawaki dijo...

Qué maravilla de lugar. Además, la mejor forma de disfrutarlo es acercarse a las costumbres de los locales y huir de los establecimientos más turísticos.

aitor dijo...

Es lo que tratamos de conseguir en nuestros viajes con mayor o menor acierto.