06 mayo 2016

La Ruta de las Xanas. Asturias.


Muy cerca de Villanueva de Santo Adriano se encuentra el inicio de una bella ruta que serpentea horadada en la roca por un estrecho desfiladero que nos llevará hasta la ermita de San Antonio de Pedroveya. El recorrido se extiende a lo largo de poco más de 4 kms. El trayecto de ida y vuelta será de 8,5 kms y se puede hacer perfectamente en menos de dos horas y media.
Para llegar hasta allí deberemos dejar el coche en el parking de la zona recreativa de Las Xanas situado entre las localidades de Tuñón y Villanueva. Desde allí ascenderemos por la carretera unos 300 metros hasta llegar por la margen derecha al cartel que anuncia el inicio de la ruta.
La ruta de Las Xanas fue declarado Monumento Natural por el Principado de Asturias, en Abril de 2002 y su nombre es un homenaje a esos entrañables seres tan arraigados en la mitología astur que habitan y cuidan las fuentes y los ríos de esta parte del planeta: las Xanas.
El origen de la ruta nos obliga a retroceder en el tiempo para hacernos conscientes de las duras condiciones de vida que sufrieron hasta no hace mucho tiempo, los habitantes de las recónditas aldeas de Pedroveya, Rebollada y Dosango, localidades que tendremos oportunidad de admirar una vez acabemos la ruta. Y es que la espectacular senda que hoy admira y deleita a los paseantes que se acercan a recorrerla, fue tallada en la roca con la intención de unir estos aislados enclaves de montaña con el valle de Trubia.




Todos aquellos excursionistas que hayan hecho la ruta del Cares anteriormente, no podrán evitar compararla con ésta aunque las dimensiones de ambas difieran notablemente. Aún así la estrechez del desfiladero, el camino pegado a la roca y los túneles del camino con el río discurriendo bajo nosotros en el fondo del cañón, reflejan características ciertamente similares.
El recorrido no tiene pérdida y su suave ascenso hace que sea una ruta asequible para todas las edades aunque habrá que guardar las precauciones debidas ya que el precipicio que cae hasta el río posee una altura de casi un centenar de metros. Por ello algunos tramos de la senda cuentan con unas cuerdas sujetas a la pared para todos aquellos que pudieran sufrir de vértigo o simplemente necesiten sentirse más seguros. De cualquier forma, no encierra ningún peligro siempre que mantengamos unas mínimas normas de comportamiento.



 Al poco de comenzar la ascensión podremos ver a nuestra espalda los pueblos del valle, antes de que penetremos de lleno en el desfiladero. Paisajes impresionantes, cascadas intermitentes y un camino que discurre pegado a la pared de las moles rocosas o atravesándola literalmente a través de túneles horadados en la montaña, conseguirán que esta ruta no deje a nadie indifirente.
Pero no todo el camino discurre entre el estrecho desfiladero ya que bruscamente saldremos de él para adentrarnos en un bosque, hogar de hayas y castaños entre otras muchas especies. Al mismo tiempo, el río que hace unos minutos discurría a gran profundidad, ahora lo tenemos al mismo nivel que nosotros. El paseo cambia totalmente de escenario y se convierte en un apacible camino entre un denso bosque y un río que fluye alegremente a nuestra derecha.
Un bonito puente de madera y las ruinas de un antiguo molino dan paso a un último ascenso, el más pronunciado de la ruta, donde unas traviesas dispuestas a modo de escalón intentan hacer un poco más cómoda la subida.


 

Pasado el molino hay otro camino a la izquierda que atraviesa otro puente y sube a la ermita a través del prado pero nosotros optamos por tomar el de la derecha que nos habían dicho que era más largo pero algo más cómodo.
Al finalizar este último repecho, nos encontramos dos carteles. Nosotros tomamos el camino de la izquierda que te lleva hasta el final de la ruta: la ermita de San Antonio de Pedroveya. 

Por supuesto desde allí se puede continuar con otras rutas de montaña a La Mostayal, a la Sierra del Aramo y al Camín Real del Puerto de Ventana o Ruta de Las Reliquías entre otras pero nosotros daremos por finalizada nuestra jornada. 
Según los datos de nuestro gps, habíamos recorrido 4,277 kilómetros y habíamos salvado un desnivel de 380 metros a lo largo de una hora y cuarto.

 
El día anterior nos habían recomendado reponer fuerzas en casa Generosa, en el pueblo de Pedroveya situado a pocos metros de la ermita, para probar los típicos platos de la zona pero el tiempo apremiaba y debíamos volver a Villanueva donde nos esperaban para continuar nuestro recorrido por tierras asturianas.
Un último vistazo a los verdes prados y las colosales rocas calcáreas que rodeaban la ermita de S.Antonio y su centenario tejo así como a los recónditos pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosango, tan cercanos ahora pero tan lejanos de la civilización hace unas pocas décadas, pusieron fin a la bonita jornada. Era hora de emprender el camino de vuelta.



2 comentarios:

Tawaki dijo...

Una ruta preciosa. La hice hace casi dos décadas y aún guardo un grato recuerdo. Muy recomendable.

JOSE LUIS dijo...

Por si fuera de interés para usted, sus compañeros de rutas o los lectores de su web, tengo publicado plantararboles.blogspot.com y yofrenoelcambioclimatico.blogspot.com
El primero es un manual sencillo para reforestar, casi sobre la marcha, sembrando las semillas que producen los árboles autóctonos de nuestra región. Salud, José Luis Sáez Sáez.