06 febrero 2017

Blackwaters de Allepey. Kerala.

Hoy me quería haber levantado para ver amanecer sobre el lago pero no he dormido demasiado bien y al final se me han pegado las sábanas. Algunos compañeros sí se han levantado pero yo me tendré que conformar con ver las fotos que han hecho ellos.

Amanecer desde el hotel. Kumarakom.
A las 8,30, como quedamos ayer, acudo a la sala de masajes dispuesto a disfrutar de las excelencias de los masajes ayurveda que ofrecen en el hotel pero parece ser que ha habido algún problemilla y el masajista aún no ha llegado. Le llaman por teléfono y me ruegan que espere un poco porque vendrá en breve.
Me distraigo jugando con varias ardillas que no pueden vencer su curiosidad y se acercan a mí, aunque sin demasiada confianza.
Media hora después aparece el masajista y pasamos a la sala. 

Comienza con un relajante masaje en cara, cuello y cabeza tras echarme una generosa ración de aceite sobre la testa. El aceite es aromático y los masajes son suaves por lo que temo dormirme sentado sobre la silla. Afortunadamente, acto seguido, me indica que me tumbe boca arriba en una mesa que hay en el medio de la sala. 
Otra buena ración de aceite fue la antesala del resto de la sesión; primero boca arriba y luego boca abajo. Una experiencia de casi una hora realmente relajante que nada tiene que ver con los dolorosos masajes thailandeses que sufrí hace ya unos años en Bangkok.
Una ducha rápida en la misma sala para intentar deshacerme de la capa de aceite que cubría mi cuerpo y directamente a desayunar.
Apenas me queda tiempo para dar una última vueltecilla por los jardines del hotel antes de hacer el equipaje para abandonar este idílico lugar.
Eso sí, antes de irme tengo que pagar en recepción los 1200 INR del masaje (unos 17€).




Una vez más montamos a bordo de nuestra furgoneta para acercarnos hasta un embarcadero donde decenas de embarcaciones esperaban a los turistas, tanto locales como extranjeros, para pasar la jornada recorriendo los bellos canales de Allepey.
Hay barcos de todo tipo y tamaño, así como distintos recorridos que se extienden desde unas horas a varios días de navegación.

Nosotros hemos elegido un barco de tres habitaciones con aire acondicionado para pasar una noche a bordo. La comida y la cena de hoy, así como el desayuno de mañana, también están incluidos.
Todo el barco será para nosotros y apenas ponemos el pie en su interior, nos repartimos las habitaciones y salimos a cubierta donde nos esperan con unos zumos a modo de invitación. 



Es conveniente saber, que como viene siendo habitual, el barco no dispone de cervezas ni ningún tipo de bebidas alcohólicas a bordo. 
Sin embargo no tardamos en observar que en muchos de los barcos van cuadrillas de chicos jóvenes con música a todo volumen y que muestran claros signos de embriaguez, Parece que aquí no existe el término medio: o bebes agua o te pones hasta las trancas.



A la gente a la que como a mí, le guste disfrutar de la comida o de un momento de relax con una cervecita o un vaso de vino,  debe saber que lo tendrá que conseguir antes de embarcar. 
Y desde luego, estamos en un lugar ideal para disfrutar de este tipo de placeres....



 Como suele suceder en este tipo de lugares, el único "pero" que encontramos es la masificación existente en algunos momentos del recorrido pero aún así disfrutamos de otros más relajados durante los que pudimos disfrutar de las bellas estampas que nos regalaban los paisajes y pobladores del lugar. 
Gente realizando su aseo diario en las orilla del río, lavando la ropa, pescando....
Todo el mundo nos saluda a nuestro paso, tanto la gente local como los turistas que se cruzan con nosotros en otros barcos mientras nos vamos deslizando entre las tranquilas aguas de los laberínticos canales.


 


Sobre las 13,30 el capitán nos saca de los canales para salir a mar abierto, en total soledad, donde nos amarramos a una boya para comer unas ensaladas, arroz, verduras, pescado y por supuesto, salsas varias.
Durante una hora disfrutamos de la excelente comida en medio del mar antes de que soltáramos amarras para continuar la ruta entre los canales.








 




Nos ofrecen la posibilidad de llevarnos hasta unos puestos de pescadores donde podríamos comprar pescado y marisco que luego nos prepararían para cenar pero una vez que llegamos comprobamos que el pescado no es demasiado fresco y los precios son abusivos así que declinamos la posibilidad de comprar nada. Ya tendremos ocasión...






 



Continuamos la navegación hasta que sobre las 5 atracamos en la orilla del río, en un lugar cercano a donde embarcamos esta mañana, donde dormiremos.
Aprovechamos para bajar del barco y recorrer la estrecha lengua de tierra donde viven los locales.
El atardecer nos regala una luz preciosa justo antes de que el sol se esconda en el horizonte, momento en el que unos gigantescos murciélagos se hacen dueños de la noche. Mientras tanto, unos pescadores se afanan en lanzar sus redes desde una canoa, en busca de los escurridizos peces que huyen despavoridos tratando de eludir la mortal trampa.




Son las 8 y la oscuridad nos obliga a retirarnos a nuestra embarcación donde el aroma a curry, jengibre y cardamomo entre otras muchas especias, nos anuncia que la cena está lista. 
Ensalada, arroz, verduras y esta vez pollo, además de numerosas salsas, conformarán la cena que pondrá fin a la jornada.

 





 



Una lejana tormenta cuyos rayos se dejan ver claramente desde nuestro barco, parece que han afectado a la central eléctrica que suministra luz a la zona dejando el lugar totalmente a oscuras.
Es hora de retirarse a descansar. Mañana tras un pequeño recorrido por los ca
nales, nos trasladaremos en coche a Kochi, ciudad donde terminará nuestra ruta por el sur de India.



Nuestro recorrido durante la jornada:




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