16 abril 2017

MALDIVAS V. Pesca nocturna en Gulhi.



Hoy pensaba darme una vuelta por la isla para ver amanecer de nuevo pero como está bastante nublado me quedo en la cama un ratito más.
Bajo sobre las 7,30 a desayunar pero como no hay nadie despierto todavía, salgo hacia la playa a dar una vueltilla.
Otra vez veo a mi amiga la garza con otro pescado en el pico del que está dando buena cuenta en el mismo sitio del otro día. Parece claro que conseguir alimento no le supone gran dificultad.





Mientras paseo por la playa me encuentro con otro compañero que ha tenido la misma idea que yo aunque éste va en sentido contrario.
A las 8 todo el grupo se encuentra ya reunido y listo para desayunar. No tenemos ningún plan para hoy así que decidimos acercarnos hasta el local de nuestro amigo Anees para ver si nos da alguna idea pero al llegar a la lonja donde tiene establecida su oficina, vemos que no está. Mientras el grupo decide esperarle allí, yo me voy a dar una vueltilla por la isla.
No muy lejos me encuentro con él y le comento que le están esperando para ver qué podemos hacer hoy para aprovechar el día.
Cuando le explicamos que hoy teníamos pensado hacer la excursión para ver el tiburón ballena pero que se ha suspendido por falta de gente, hace una llamada y nos dice que si queremos, un amigo suyo puede llevarnos pero como nuestro grupo es pequeño, nos saldría a 170$ por persona. Nos parace demasiado así que le proponemos hacer una salida para intentar avistar delfines pero tras unas llamadas nos dice que los pescadores le aseguran que los delfines no se han dejado ver durante las últimas semanas por los alrededores. Se puede intentar pero nos dice que las posibilidades de verlos son bastante escasas.
Tras charlar un buen rato con él finalmente decidimos seguir sus consejos: dedicar la mañana a hacer snorkelling por el arrecife de nuestra isla y salir de pesca a últimas horas de la tarde hasta la noche.
Lo hemos intentado todo pero parece que los astros no están con nosotros así que nos vamos al hotel para coger las gafas, tubos y aletas y volver a la playa dispuestos a seguir explorando el arrecife de Gulhi.
Afortunadamente hoy parece que hay menos corrientes y disfrutamos mucho más del buceo. Por dos veces nos metemos al agua para disfrutar de los peces y corales que habitan en las inmediaciones de nuestra isla.










Hoy es sábado y la playa está bastante más concurrida. Imaginamos que se trata de gente local de otras islas que se han acercado a disfrutar de la bonita playa de Gulhi. Incluso hay motos acuáticas que en cierta medida alteran la habitual paz de la isla.






A eso de las 13,30 el sol abrasa por lo que decidimos que es hora de retirarse al hotel para darse una duchita con agua fresca para quitarnos la sal de encima antes de bajar a comer.
Tras la comida, mientras unos se quedan descansando en la habitación, otros se acercan hasta una pequeña tienda donde venden recuerdos de Maldivas. No es sencillo encontrar la tienda abierta ya que allí no parecen tener horarios y algún día que vimos al dueño, nos dijo que iríamos más tarde porque en ese momento se iba a pescar un rato al puerto.

A las 17 hemos quedado en el puerto para salir a pescar y una vez regresemos de la jornada pesquera, Anees nos dice que haremos una barbacoa con lo pescado y nos lo cenaremos todos juntos. 
Muy seguro está de que pescaremos; ya veremos....
Mientras algunos optan por hacer alguna compra aprovechando que han pillado la tienda abierta, yo me voy a sacar unas fotos de la población local y a intentar pillar, fotográficamente hablando, a unos enormes murciélagos que sobrevuelan la isla a todas horas.
Estoy un buen rato detrás los zorros voladores hasta que descubro los árboles que frecuentan para alimentarse de sus frutos. Allí consigo sacarles alguna foto decente. A excepción de alguna ave, los murciélagos y los lagartos son la única fauna terrestre que vive en la isla.








Salimos a pescar sobre las 17,30. Tenemos ocasión de ver cómo el sol se esconde tras nuestra isla, esta vez desde el mar.




Anees se ha traído en esta ocasión a su hijo, al chino que tiene un hotel junto al nuestro y a un experimentado pescador que será el encargado de llevarnos hasta los mejores puntos de pesca.
Aún era de día cuando llegamos a la zona donde anclamos para probar suerte. Cuando veo el tamaño de los anzuelos que están preparando me quedo bastante sorprendido. Los peces que esperan pescar tienen que ser verdaderamente grandes.
No tenemos cañas, tan sólo unos aparejos que lanzaremos a mano para esperar pacientemente a que algún pececillo se anime a probar el pulpo que les ofrecemos.
Pronto comenzamos a sumar capturas aunque después de las dos primeras piezas, parece que no quieren picar más. 
Mientras tanto, una pareja china que se aloja en nuestro hotel y que se encuentran en otra lancha, cerca de la nuestra, no dejan de capturar peces.
El capitán decide levar anclas y dirigirnos a otro lugar.





Donde nos encontramos ahora parece que no hay peces. Todos tensamos nuestros sedales esperando notar la picada de algún pez despistado pero nada, calma total.
La verdad es que la sensación de paz y calma que se respira allí, en medio del mar en total oscuridad, resulta muy agradable y todos nos encontramos muy a gusto bajo la única luz que nos ofrece la enorme luna que brilla sobre nuestras cabezas.
Pero de pronto, el capitán se levanta precipitadamente de la parte trasera de la lancha y avanza hacia la parte delantera cruzando su sedal con el de todos nosotros. No sabemos qué pasa pero Anees nos pide que le dejemos paso.
Con gran esfuerzo, desde la proa de la embarcación, el capitán saca un enorme pez enganchado en su anzuelo.
Me quedo alucinado y con la boca abierta, viendo el enorme pez leopardo que acaba de capturar. 
Calculo que pesaría cerca de 4Kg.
Nosotros nos tenemos que conformar con un par de capturas mucho más pequeñas aunque yo, el pescador más experto del grupo, me tengo que limitar a ver cómo pesca el resto.
Unos minutos más tarde el capitán vuelve a capturar otro gran pez aunque algo más pequeño que el anterior ; este rondaría los 3Kg.
Tras esta captura, la calma se apodera de la embarcación hasta que a las 21 h volvemos a tierra. 
La verdad es que la experiencia ha gustado a todos porque el mar estaba muy tranquilo, la temperatura era magnífica y la atmósfera de paz que se respiraba solo rota por los numerosos aviones que llegaban a Male, nos hicieron disfrutar a todos.

La vuelta no resulta sencilla, todo está oscuro y los arrecifes en algunos puntos llegaban casi hasta la superficie. 
Annes y su hijo, que ha venido con nosotros, iluminan el mar con potentes linternas tratando de indicar el camino al capitán para que éste evitara chocar con los amenazantes arrecifes que en muchos puntos emergían hasta la superficie. 
Desde luego, hay que ser un experto navegante y conocer perfectamente la zona, para surcar aquellas aguas que en muchos sitios no superaban el medio metro de profundidad. 
Supuso un auténtico alivio salir de aquel laberinto de arrecifes y tomar rumbo a nuestra isla, ya en aguas profundas.

Al llegar al puerto, Anees procedió a limpiar el pescado a la vez que nos propuso prepararlo en el horno ya que se nos había hecho un poco tarde para preparar la barbacoa y conseguir brasas nos iba a llevar un buen rato. 
La verdad es que íbamos a estar un par de horas pescando pero como veía que la gente estaba muy agusto, estuvimos casi 4.
El sitio elegido para cenar sería el hotel de nuestro amigo chino. Prepararon unas mesas y nos sacaron los dos pescados grandes para los 7.
Estaban muy ricos aunque les faltaban unos minutos de horno ya que las zonas más gruesas estaban un poco crudas pero como había cantidad suficiente, nos comimos las partes mejor hechas. 
Una gran cena que ponía un excelente broche final a una jornada de pesca nocturna, más que agradable. 






A las 23,30 nos retiramos a nuestro hotel para pasar nuestra última noche en Gulhi.
Mañana a las 7,30, una lancha rápida compartida con más gente proveniente de Maafushi, se acercará a nuestra isla para buscar a dos integrantes del grupo y acercarles hasta el aeropuerto. 
Ellos volarán a Qatar desde donde embarcarán para pillar el vuelo de vuelta a Bilbao, vía París.
El resto del grupo saldremos en una lancha rápida privada hacia el aeropuerto de Male desde Gulhi por 30$ cada uno, a las 11,30. 
Nuestro avión volará a Bombay y desde allí volveremos a Bilbao el día siguiente, también vía París.

Capítulo anterior: Maldivas IV. Otra jornada de snorkelling.
Capítulo siguiente: Maldivas VI. El regreso.

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