26 agosto 2018

Burgas. Bulgaria.


A las 7 ya estamos arriba y no perdemos tiempo en bajar al bar del hotel para desayunar. El desayuno es tipo buffet y nos sirve para tomar fuerzas antes de empezar la jornada. El precio es de 6 levs.
Con la tripa llena, nos disponemos a buscar la primera zona de observación de aves por lo que nos desplazamos hacia el norte de Burgas, más concretamente al lago Atanasov ( en el mapa, zona de observación ). 



No tardamos en encontrar el sitio exacto pero la oficina que ofrecía información acerca del lugar se encuentra cerrada. Somos los únicos visitantes y no se ve nadie más por los alrededores, a excepción de las numerosas aves acuáticas que pueblan el lago.
La oficina hace el papel de "hide" y cuenta con amplios ventanales desde donde avistar las aves mientras descansan o se alimentan. 

Se encuentra en una zona protegida del lago conocida como " Salinas de Burgas " y se dice que es uno de los mejores lugares de Bulgaria para la observación de aves. La entrada a este recinto es totalmente gratuita.


Nos encontramos a unos 4 kilómetros al norte de Burgas, en el lago Atanasov de unos 9 kilómetros de largo y algo más de 4 de ancho. Estamos a algo más de un metro por debajo del nivel del mar y la profundidad media de sus aguas es de unos 30 cms.
En esta zona se pueden encontrar, dependiendo de la época del año, más de 300 especies de aves, el 75% de todas las existentes en Bulgaria por lo que es sumamente apreciado por ornitólogos de todo el mundo.
La zona también es apreciada por su rica flora entre la que destacan las orquídeas.


Cuando llegamos, las aves están bastante lejos de la orilla y necesitamos utilizar los teleobjetivos para disfrutar de las numerosas especies que se concentran en sus aguas.
La lejanía de las aves impiden que podamos sacar buenas fotografías aunque podemos disfrutar de ellas gracias a los teles.
A pesar de la cercanía de la ciudad, las aves se concentran en gran número gracias a la tranquilidad que se respira en la zona.
Pelícanos ceñudos, garzas, cercetas, rabudos, flamencos, ánades reales, patos cuchara, frisos, silbones, zarapitos, zambullines, somormujos, cormoranes, cisnes cantores, gaviotas picofinas y aguiluchos laguneros son algunas de las numerosas especies que tenemos ocasión de observar.
Permanecimos durante unas horas oteando el horizonte con detenimiento intentando identificar todas las especies allí reunidas antes de dar un pequeño paseo a orillas del lago, disfrutando también de los pequeños paseriformes que frecuentan este tipo de hábitats y del paisaje del lugar.





Más tarde nos acercamos hasta otra zona también recomendada para el avistamiento de aves ( en el mapa, zona de observación-2 ). La carretera divide el lago Atanasov en dos partes, la norte y la sur.
En este lugar, ubicado en la zona norte del lago, se suelen concentrar cientos de ornitólogos con el fin de seguir la migración otoñal de muchas especies, ya que está situada en plena Vía Póntica, el principal corredor migratorio de aves de Europa.
Nos dirigimos hasta allí en nuestro coche hasta que nos topamos con una barrera que nos impedía continuar. Curiosamente la barrera se abrió cuando nos detuvimos ante ella y no dudamos en continuar hasta el final de la misma.
Estamos en una zona donde se explota la extracción de sal y grandes montañas blancas dan fe de la actividad que aquí se lleva a cabo. Una vez más podemos constatar que a pesar de encontrarnos en uno de los mejores sitios de Europa, no es la mejor época para observar los movimientos migratorios de las aves por lo que tras dar un pequeño paseo por la zona decidimos volver a nuestro coche.





Una vez en el coche, seguimos las orillas del lago buscando algún lugar con buena visibilidad pero no damos con ella. Acabamos a orillas del mar Negro, donde unos somormujos lavancos se zambullen bajo el agua en busca de alimento.
Como no hemos encontrado ninguna zona desde donde poder observar con comodidad el lago, decidimos acercarnos hasta el complejo lagunar de Mandra-Poda, al sur de Burgas.
El lago Mandra es el más meridional de Burgas y se erige como otro de los principales humedales donde se llegan a congregar decenas de miles de aves acuáticas.
Dejamos el coche en un pequeño parking que hay a la entrada y nada más bajarnos, vemos dos preciosos pigargos sobrevolando nuestras cabezas.

Unos cormoranes secándose al sol, nos dan la bienvenida.


 
El acceso al lugar cuesta 5 levs que pagamos en la oficina donde un chico nos informa de lo que podemos ver en esta época del año y de las pequeñas rutas que podemos realizar en los alrededores. Subimos a la terraza donde estamos un rato con él mientras nos enseña alguna de las especies que habita el humedal y a lo lejos, en la copa de un enorme pino, podemos ver a través de los teles, la pareja de pigargos que vimos volando al llegar.
Tras la charla con Rado, el entusiasta guía, nos disponemos a comenzar la pequeña ruta que discurre a lo largo del lago y que cuenta con algún " hide " desde donde observar las aves. 

De nuevo tenemos oportunidad de avistar gran número de aves de distintas especies aunque éstas se encuentran un poco lejos. De todas formas disfrutamos bastante con unos pelícanos ceñudos que se acercan bastante y del acecho continuo de los aguiluchos laguneros que no cesan de vigilar la zona en busca de algún pajarillo distraído. 
Cormoranes pigmeos, garzas, espátulas, pájaros carpinteros y gran variedad de patos se suman a la larga lista de especies observadas.








Tras la fructífera visita tomamos ruta hacia Burgas pero haremos una parada bajo una gran torreta eléctrica, al borde de la carretera, donde Rado nos ha comentado que es una buena zona para ver alguna migratoria al atardecer.
La temperatura ha bajado bastante y tras comer un bocadillo de chorizo, opto por quedarme en el interior del coche mientras mis compañeros salen al exterior en busca de aves.
Tras un rato oteando el horizonte sin demasiado éxito, montaron de nuevo en el coche para ir al hotel, dejar los teles y las cámaras y acercarnos a Burgas para buscar un sitio para cenar.
Unos calamares, arroz con gambas, unas doradas y un solomillo más postres y vino, sirvieron para reponer las energías perdidas a lo largo de la jornada. 

Pagamos 120 levs y volvimos a nuestro hotel tras llenar el depósito de gasolina ( 72levs ).
Mañana saldremos hacia Durankulak.


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