15 agosto 2018

Stanley Park. De Vancouver a Penticton.


A las 6 nos levantamos y preparamos nuestro equipaje para bajarlo al coche ya que hoy abandonamos nuestro hotel en Vancouver.
Nuestro próximo destino es Penticton, una pequeña localidad ubicada en el valle de Okanagan, al sur de la Columbia Británica. Se encuentra entre el lago Okanagan y el lago Skaha y cuenta con una reconocida fama por sus extraordinarios vinos además de su prolífica producción frutícola.
Pero antes de emprender nuestra ruta queremos hacer un pequeño recorrido por Stanley Park, el parque urbano más grande de Canadá y uno de los más grandes de Norteamérica.
Con el equipaje ya cargado en el maletero y tras pagar los 20$ CAD por el aparcamiento de las dos noches, salimos hacia el oeste por la calle Hastings con la intención de desayunar algo en el centro antes de llegar definitivamente al cercano Stanley Park.

Con el estómago ya apaciguado, llegamos al parque para dejar nuestro coche en un aparcamiento ubicado entre los dos lagos existentes: Lost Lagoon y Beaver Lake.
La maquinita encargada del cobro por aparcar no admite metálico así que hay que hacer uso de tarjeta para pagar los 11$ correspondientes.
Disponemos de toda la mañana para visitar este gran parque de 400 hectáreas y para empezar, nos acercaremos hasta el Beaver Lake donde las ardillas parecen hacerse dueñas de la zona. Es curioso observar las variadas especies que corretean y trepan por los áboles sin apenas inmutarse por nuestra presencia.




Por otro lado, la mayoría de aves que podemos ver en este área son las mismas que vimos durante la jornada anterior en el Santuario de Reifel pero para los compañeros que no estuvieron ayer, suponen una primicia que no desaprovechan. Barnaclas, patos de Carolina, tordos alirrojos y sobre todo, la gran diversidad de pájaros carpinteros que existen en esta zona, nos mantienen entretenidos un buen rato.











 










Tras visitar el Beaver Lake, nos dirigimos al Lost Lagoon haciendo una breve parada en el Rose Garden que lucía unos bellos jardines rebosantes de color gracias a las flores que inundaban el lugar.





Continuamos nuestra ruta hasta el Lost Lagoon donde hicimos un recorrido de ida y vuelta por su lado norte antes de regresar al coche. Desde allí podemos comprobar que aunque parezca que estemos en un bosque remoto, los edificios de Vancouver que asoman por el horizonte nos recuerdan que estamos pegados a la gran urbe.





Son las 11,30, hora límite para retirar nuestro coche, por lo que decidimos dar por finalizada nuestra exploración a pie por el parque. 

Este ofrece cientos de senderos para recorrer a pie o bien en toda clase de vehículos turísticos que te permitirán disfrutar al máximo de playas, lugares históricos, vida silvestre, sitios para comer e incluso visitar el acuario más grande de Canadá.
Nosotros complementaremos nuestro recorrido a pie con otro en coche para acercarnos hasta la atracción más visitada del parque, los totems que representan míticas historias de las antiguas tribus indias que habitaron la zona.
En las cercanías también se puede disfrutar de unas excelentes vistas a la ciudad y sus rascacielos.






Aquí dimos por finalizado nuestro paso por Stanley Park, un parque que alberga mamíferos tan diversos como ardillas, castores, murciélagos, coyotes, focas y mapaches además de numerosas aves. Nosotros nos tuvimos que conformar con un buen listado de aves, muchas ardillas y un mapache que se nos cruzó en la carretera.

El imponente Lions Gate Bridge nos sacó de Stanley Park para conducirnos a Vancouver Norte y, desde allí, emprender nuestra primera etapa hacia el este de Canadá. Penticton nos esperaba unos 400 kms más adelante.


Lions Gate Bridge
La elegante ciudad de Vancouver iba a dar paso a una localidad mucho más rural, cuna del vino y las frutas, ubicada en el corazón del valle de Okanagan.
La carretera no tardó en recordarnos que además de desplazarnos hacia el este, íbamos a comenzar a ganar altura mientras nos sumergíamos en unos paisajes que ya empezaban a mostrar sus majestuosas montañas al fondo.






No habíamos comido nada desde el desayuno así que iba siendo hora de parar a comer algo y estirar un poco las piernas. 
El lugar elegido fue Hope Slide, un curioso lugar donde en 1965 se produjo el segundo mayor deslizamiento de tierras en la historia de Canadá. Cerca de la localidad de Hope, en las Montañas Cascada, un terremoto provocó un desprendemiento de millones de metros cúbicos de tierra que produjo la muerte de 4 personas e importantes cambios en la orografía de la zona.


Hope Slide


Seguimos ruta al este y por primera vez echamos combustible en una gasolinera canadiense. Nuestro coche era de gasolina y sorprendentemente observamos que hay tres tipos de octanajes: 85, 87 y 89. 

A pesar de que los coches son bastante más grandes y potentes que en España, sorprende ver que los octanajes de su gasolina son más bajos. El precio del litro de gasolina de 85, cuesta 1,444$, algo menos de un euro.
En primer lugar tienes que elegir el octanaje y después puedes introducir la tarjeta de crédito para que te cobren la cantidad elegida. Si quieres llenar el depósito, deberás poner una cantidad aproximada y posteriormente sólo te cargarán lo que realmente has echado.
Otra opción es acercarte a la caja y pagar en metálico. De la misma forma, si vas a llenar el depósito, pagarás por adelantado una cantidad y al acabar te devolverán la diferencia, si existiera.

Ya sólo haremos una parada más para estirar las piernas antes de llegar a Penticton. Unos sorprendidos colines de California salen entre la vegetación para desaparecer inmediatamente. Durante los últimos kilómetros, las marmotas se dejan ver a los lados de la carretera y en los prados colindantes. Muchas de ellas toman el sol desde lo alto de las rocas.


colin de California
colin de California
marmota


El Days Inn Conference Centre, en Penticton, no tiene nada que ver, afortunadamente, con el hotel de Vancouver. Este sí parece estar mucho más acorde con el nivel de vida en Canadá.
Tras el papeleo de rigor y volver a entregar las tarjetas para que nos bloqueen un depósito de fianza, salimos al exterior a dar una vuelta por el pueblo y tomar unas cervezas antes de cenar algo.


 





 





Nos encontramos en una famosa zona vinatera así que cenaremos dos hermosas ensaladas y dos imponentes solomillos de vaca acompañados de un vino de la zona. La cena asciende a 168$ CAD, algo más de 100€.
Ya es de noche y tras un pequeño paseo por las calles del pueblo para bajar la cena, volvemos al hotel.
Mañana toca madrugar de nuevo.


Ruta de la jornada


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