26 febrero 2019

De 100 Mile House a Whistler. Lillooet.


Hoy salimos de la localidad de 100 Mile House para dirigirnos a nuestro próximo destino: Whistler.
Ayer quedamos para reunirnos a las 7,30 en el coche pero cuando salimos de nuestras habitaciones comprobamos que el wifi no ha funcionado en toda la noche y como algún integrante del grupo quería hacer una llamada a un familiar a través de internet, dedicamos unos minutos a intentar conectarnos en recepción ya que en las habitaciones resulta imposible. 

En nuestros primeros viajes, cuando no existía internet, éramos capaces de estar un mes sin dar señales de vida a nadie pero ahora no podemos estar 24 horas sin contactar con familiares y amigos. 
Como dice la canción de Presuntos Implicados, " cómo hemos cambiado...."
Mientras tanto, me doy una vuelta por el exterior del hotel y descubro algunas curiosidades acerca de la historia de la ciudad y el hotel donde nos encontramos.

 










100 Mile House

 100 Mile House debe su nombre al hecho de encontrarse a 100 millas de la localidad de Lillooet, ciudad desde donde más de 100.000 personas se desplazaron hasta el norte en plena fiebre del oro, cuando éste fue descubierto en Baskerville allá por 1861.
En la actualidad, 100 Mile House se ha convertido en el principal enclave de South Cariboo, una serie de pequeñas comunidades que cuentan con una población de más de 20,000 habitantes.
Justo en la ubicación donde se encuentra nuestro hotel, el Red Coach Inn, en 1863 se construyó una estación donde paraban las diligencias procedentes de Lillooet encargadas de trasladar a las miles de personas que se dirigían al norte en busca de oro.
El edificio original quedó destruído en 1937 a causa de un incendio y hoy se puede admirar, a puertas del hotel, el único carruaje sobreviviente al mismo. 
Un elegante  carruaje rojo con el número 14 permanece expuesto en el interior de una gran urna de cristal, rememorando viejos tiempos pasados.


 



 
Como viene siendo habitual, lo primero que hacemos tras cargar nuestros equipajes y montar en el coche, es parar en la gasolinera cercana para llenar nuestro depósito de gasolina y tomar un pequeño desayuno a base de café y algunos dulces.
Una vez que llenamos los depósitos de nuestro coche y los nuestros propios, tomamos rumbo a un lago cercano donde haríamos nuestra primera parada : Green Lake.
 



Este lago se erije, gracias a sus 14 kms de largo y una anchura media de unos 2, como uno de los más extensos de South Cariboo. Debido a la composición química de sus aguas y la alta concentracción de algas, adquiere la verdosa tonalidad que le da nombre.
En este área se da gran concentracción de ciervos y alces además de osos, coyotes, castores y gran número de aves, razones más que suficientes para atraer nuestra atención.
Una vez más, nuestra visita no resultó demasiado fructífera y sólo vimos algunas aves a orillas del lago y aunque permanecimos un buen rato cerca de una gran castorera tratando de avistar a sus inquilinos, éstos no hicieron acto de presencia.





Proseguimos con nuestra ruta, atravesando una abrupta zona montañosa antes de llegar a Lillooet, una comunidad con un importante legado histórico y cultural donde la población indígena aún son mayoría. 
Efectivamente, el pueblo St'at'imc habita estas tierras desde tiempos inmemoriales y muchas de sus costumbres y leyendas aún se conservan en la actualidad.
Nos desplazamos hasta el conocido como Puente Viejo, un puente colgante de madera y sujeto por cables de acero que fue construído en 1913, sustituyendo a un transbordador que funcionó desde el año 1860. En 2003 fue restaurado aunque mantiene su pasado esplendor.





Unos carteles recuerdan la forma de vivir de los antiguos pobladores de la zona, en íntimo contacto con la Naturaleza y sus leyes, a la vez que inculcan el respeto a sus costumbres en esta zona del río Frazer donde capturaban los salmones, una de sus principales fuentes de alimentación.
También destaca un nido de águila pescadora que se encuentra a pocos metros sobre nosotros, en una de las estructuras del puente.
Para finalizar nuestra breve visita a esta histórica ciudad, dimos un agradable paseo a orillas del río, disfrutando de los vistosos pajarillos que poblaban la zona.





Era hora de comer algo así que no muy lejos de Lillooet, cerca de Seton Lake, paramos en un área recreativa a orillas de un río para picar algo antes de seguir rumbo a Whistler.
Nuestra ruta discurre por una estrecha pero aceptable carretera de montaña que se desliza a través de estrechos valles que ofrecen bellas vistas obligándonos a parar a cada momento.






Nuestra última parada tiene lugar en Joffre Lakes, un conjunto de tres lagos en cuyo parking dejamos nuestro coche con el objetivo de estirar un poco las piernas visitando el primero de los lagos. Hacer la ruta de los tres, requiere 3 horas y no tenemos tiempo para hacerlo.
Ya no pararemos hasta llegar a nuestro hotel en Whistler.




Al llegar al Whistler Village Inn & Suites, nos ofrecen dejar el coche en el parking por 20$ diarios. Descargamos el equipaje, hacemos el checking y nos acomodamos en nuestras coquetas habitaciones para darnos una ducha antes de salir a dar una vuelta.
Una vez libres del sudor que llevábamos pegado a nuestra piel tras la larga jornada de viaje, bajamos a recepción para decidir qué hacemos antes de que se haga de noche.
Alguien comenta que ha leído que en las pistas de sky cercanas, en las zonas abiertas por donde pasan las telesillas, se suelen ver osos pastando y que hay mucha gente que utiliza estas telesillas con la única intención de ver osos.
Es tarde y seguramente todo estará cerrado ya pero decidimos acercarnos hasta allí para ver dónde se encuentran por si mañana nos animamos a subir. 

A nuestra llegada, como imaginábamos, todo está cerrado pero de pronto vemos con asombro cómo un oso se pasea por un descampado con toda la tranquilidad del mundo. No nos lo podemos creer. El oso no tarda en desaparecer en una vaguada pero no salimos de nuestro asombro.


Volvemos de nuevo al pueblo para hacer un pequeño recorrido en el coche para ver cómo está distribuído ya que hemos leído que los osos incluso se acercan al campo de golf para pastar en sus alrededores y no tardamos en comprobar que éstos son habituales visitantes de la ciudad ya que sus excrementos abundan en las carreteras que la circundan.






Se nos hace de noche y aprovechando que nuestras habitaciones cuentan con una pequeña cocina, hoy cenaremos tranquilamente en la habitación.
Mañana exploraremos más detenidamente los alrededores....


Ruta de la jornada:




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