05 mayo 2019

De Guayaquil a S. Cristóbal. Galápagos ( I ).

Pinzón de Darwin
Ha llegado el día de abandonar tierras continentales para volar hasta el archipiélago de Colón, más conocido como archipiélago de Galápagos. Se aproxima la hora de hacer realidad un sueño cientos de veces soñado.
A las 6,30 me despierto y a pesar de que intento volver a dormirme, los nervios impiden que lo consiga.
Me levanto y comienzo a recoger pausadamente todas las baterías y dispositivos electrónicos que he dejado cargando durante la noche.
La dueña del alojamiento se acerca a saludarnos y ante nuestra pregunta acerca de dónde podemos desayunar algo, nos dice que unas calles más arriba suele haber un hombre vendiendo productos locales que prepara él mismo.
Nos acercamos hasta allí pero parece ser que los domingos no trabaja o al menos no a estas horas tan tempranas así que optamos por acercarnos a una tienda cercana que vemos abierta y compramos unos yogures con cereales, zumos y unas galletas ; de momento nos bastará para engañar nuestros vacíos estómagos.

Entre unas cosas y otras ya son las 9. Pagamos los 61$ que cuestan las dos habitaciones de Casa Serena y le pedimos que llame a su hijo para que nos acerque al aeropuerto.
Fabricio no tarda en llegar y tras despedirnos de su madre y cargar nuestro equipaje en el coche, tomamos rumbo al cercano aeropuerto. 

Casa Serena se encuentra un poco alejada de la ciudad pero muy cerca del aeropuerto, razón por la cual elegimos este alojamiento.


Apenas diez minutos después, llegamos al aeropuerto. Fabricio nos acompaña hasta el control de equipajes donde los escanean pero nos libramos de que nos abran las mochilas tras un gesto de nuestro acompañante al encargado del control, haciéndose responsable de que estaba todo correcto.
Para evitar problemas es aconsejable saber que no se puede meter en las islas alimentos, semillas, plásticos e incluso comprueban que tu calzado no lleva tierra ni barro adherida.
Tras este control debes acercarte hasta una ventanilla para registrar tu entrada a las Galápagos y pagar los 20$ correspondientes. Puedes hacer un preregistro por internet si quieres agilizar un poco los trámites burocráticos.
Ahora sí, ya puedes acercarte a facturación para facturar tu equipaje y esperar hasta el despegue.

Pero en nuestro caso los problemas no habían aún comenzado....
Al llegar a facturación, el empleado nos dice que debemos acercarnos al mostrador de TAME porque había algún problema con nuestros billetes.
Una vez en el mostrador, el empleado de TAME nos pide los billetes y nos dice que la tarifa que hemos pagado es sólo para ecuatorianos y que si queremos volar debemos pagar un suplemento.
Le contesto que eso es totalmente imposible porque durante meses estuve haciendo simulaciones de reserva y siempre me salieron los mismos precios. Me podría haber equivocado una vez y marcar la casilla de ecuatoriano pero es imposible que lo hubiera hecho decenas de veces cometiendo siempre el mismo error. Además, recuerdo perfectamente que hice simulaciones marcando la casilla de ecuatoriano para comprobar cuánto más barato le salía el vuelo a un nacional y la diferencia de precio era ostensible. Yo había pagado la tarifa más cara, es decir la de extranjero.
El empleado permaneció impasible ante mis explicaciones y cuando terminé de hablar me dijo: " tiene usted dos opciones: o le devolvemos el importe y no vuela o si quiere volar, tiene que pagar el suplemento aplicable."
Quedaban 40 minutos para que saliera nuestro vuelo y la cosa no pintaba nada bien. Había pagado 300$ por cada billete y no sabía lo que me iba a pedir aquel tío pero estaba claro que nos tenía pillados por las pelotas.
Empezó a hacer números y sumas y finalmente me dijo que el suplemento ascendía a 316$. Le dije que era una barbaridad pagar más de 300$ de suplemento por tres billetes pero con una sonrisilla en la cara me contestó que eran 316$ por cada billete!!!
No me lo podía creer, me iba a costar lo mismo un vuelo de 1000 kms que el de Bilbao- Quito.
Nos quedamos helados y por unos minutos dudamos de la decisión a tomar. Pero ellos saben que te tienen atrapado ya que la mayoría de los viajeros tienen ya reservados hoteles e incluso excursiones que supondrían pérdidas irrecuperables en el caso de no llegar.
Nuestras caras eran un poema hasta el punto de que hasta el empleado, en un gesto de magnánima bondad, nos dijo que iba a hacer unas llamadas para tratar de rebajar un poco el suplemento a pagar. Tras unos minutos, nos dijo que había conseguido rebajarlo hasta 258$.
Y como no podía ser de otro modo, pagamos. 

Por curiosidad, hago una nueva simulación de reserva para extranjeros para dos días después y....sorpresa, el precio es el mismo que yo pagué.
Decidimos olvidar el incidente y dedicarnos exclusivamente a disfrutar de la semana que teníamos por delante. A la vuelta ya veríamos si se podía hacer algo....

A las 11, con diez minutos de retraso, despegamos por fin rumbo a las Galápagos. Realmente salimos con hora y media de retraso ya que la hora inicial del vuelo era a las 9,30 pero me mandaron hace unos días un correo para avisarme del nuevo horario : las 10,50.
A las 12,30 aterrizábamos en S.Cristóbal donde debíamos atrasar el reloj una hora.
Pasamos el control y pagamos los 100$ de tasas de entrada a las islas antes de recoger nuestras mochilas que ya han pasado nuevamente por el scanner mientras unos perros olisquean todos los equipajes buscando algún producto prohibido.

A la salida del aeropuerto, unas camionetas llevan a los turistas hasta sus hoteles. Creo que el precio es de 1,50$ pero nos pide 2$ al llegar a nuestro destino, el Dolphin House.


Terraza en Dolphin House

Vistas desde la terraza

Christian, el dueño del hostel, nos informa de todo lo que podemos hacer en S. Cristóbal durante los próximos días.
Nos hubiera gustado ir a La Española pero la salida de mañana lunes está completa y la del miércoles no nos da tiempo ya que salimos hacia Sta Cruz.
Nos habla muy bien del tour 360º que incluye el León Dormido además de otros puntos interesantes. Nos dice que cuesta 150$ pero nos la deja en 140. Lo pensaremos...

Subimos hasta la terraza del último piso donde se encuentran nuestras habitaciones, sencillas pero confortables, para dejar el equipaje antes de salir disparados a explorar la isla. Estamos ansiosos por entrar en contacto con este paraíso así que metemos las cámaras, una toalla, las gafas y el tubo en una pequeña mochila y nos vamos.
Es la hora de comer y no vamos a desaprovechar la oportunidad de cambiar la dieta de los últimos días para degustar los típicos platos marineros. Me han hablado bien de unos chiringuitos que hay en la cercana Playa Mann así que ese será nuestro primer destino.
Nos sentamos en una mesa que había libre frente a los rústicos locales y pedimos una sopa de langosta, más un pescado a la plancha que sirven con arroz y ensalada y un gran vaso de zumo natural.
Estamos a orillas del mar y este menú sale por 6$. Parece que no todo es caro en Galápagos...


 
Mientras esperamos la comida, observo que hay muchos lobitos en la playa. No puedo resistirme a la tentación y me acerco a la arena para sacar mis primeras fotografías de lobitos. Los animales ignoran mi presencia mientras yo disfruto de la suya.
La comida resulta exquisita pero acompañarla con zumo no me acaba de convencer así que pido una cerveza grande ( 3,10$ ) para saborear con plenitud el momento, el lugar y cómo no, la comida.





Tras la agradable comida, vamos hasta Cerro Tijeretas que ofrece buenas vistas a la cala que está justo debajo. Allí tenemos oportunidad de ver pasar sobre nosotros las elegantes fragatas con sus colas horquilladas y un poco más adelante las disfrutamos a un par de metros posadas sobre unas ramas.
El León Dormido se erige misterioso en medio del mar. Tenemos depositadas muchas esperanzas en su visita.


Fragata en vuelo

Fragata

Bahía Tijeretas

León Dormido

Decidimos bajar hasta la cala aunque dudamos si meternos al agua para hacer el primer snorkel ya que el día está nublado y dicen que el agua está fría.
Para colmo acabo de descubrir que he traído la cámara acuática pero he olvidado la carcasa en Bilbao. Las imágenes subacuáticas quedarán sólo para mí en mi memoria...
Mis dudas iniciales quedaron inmediatamente disipadas cuando me pareció ver la cabeza de una enorme tortuga saliendo a respirar. Me puse las gafas y me tiré al agua.
Estaba fresca pero no era para tanto y en pocos minutos me encontraba disfrutando de los numerosos peces de todos los tamaños y colores que poblaban la zona. De pronto me topé con una gigantesca tortuga que se dirigía a mí sin ninguna intención de apartarse. Nunca había visto una tortuga tan grande ni tan cerca así que la experiencia resultó inolvidable.
Salí del agua emocionado y me encontré con mi compañera que estaba en éxtasis porque un lobito había estado jugando con ella durante un buen rato. Estábamos contándonos nuestras fantásticas experiencias cuando de pronto vemos que el tercer integrante del grupo nos hacía señas para que fuéramos donde estaba él buceando.
Nos lanzamos al agua y nos acercamos hasta donde estaba para descubrir dos enormes tortugas alimentándose tranquilamente en el fondo, a unos dos metros de profundidad. Permanecimos unos inolvidables minutos nadando entre ellas, esquivándolas para evitar chocarnos contra ellas.
Salimos del agua maravillados. Era nuestro primer snorkel y ya habíamos estado jugando con tortugas y lobitos...
Mientras nos secábamos un poco antes de seguir la ruta, un pelícano se posó a pocos metros de nosotros mirándonos con total indiferencia.




Vamos dirección a Playa Carola donde vemos los primeros piqueros de patas azules y un montón de lobitos que se revuelcan en la arena de la playa.
También descubrimos la primera iguana y una raya que se desplaza por el fondo marino, muy cerca de la orilla.




Lobitos en Playa Carola

Iguana terrestre

Iguana terrestre

Piquero patas azules

Está ya anocheciendo y tras la fructífera y prometedora jornada tomamos dirección al hostel para darnos una ducha antes de ir a cenar algo.
Ya en el hostel le decimos a Christian que nos reserve plaza para el martes en el tour de 360º.

La temperatura es agradable y salimos en busca de algún sitio para tomar una cerveza y cenar algo pero justo al salir del hostel encontramos una mujer preparando unas brochetas de pollo a la brasa y el rico olor provoca que caigamos en la tentación. Un par de brochetas para abrir boca no vienen nada mal.
Entramos a una panadería que nos ha recomendado Christian para comprar algo para desayunar mañana y nos encontramos un local lleno de turistas que arrasan con todos los productos recién hechos que van sacando. Damos fe de que está todo muy rico.
Una vez en el pueblo descubrimos otra playa repleta de lobitos que no dudan en invadir aceras y bancos. Está claro que son unos habitantes más del pueblo.



Acabamos cenando en el restaurante Galápagos Dreams una ensalada, pulpo y ceviche, más dos cervezas ( 54$ ). El pulpo estaba durísimo y salimos con la sensación de no haber acertado en esta ocasión.




Volvemos poco a poco hacia el hostel, paseando por la orilla del mar con cuidado de no tropezar con algún lobito y viendo la cantidad de peces e incluso alguna raya que se reúnen a la luz de las farolas de los muelles de madera.
Para finalizar el listado de bichos raros, una curiosa garza nocturna ( Nyctanassa violacea ) posada sobre una valla de madera, vigila atenta la orilla en busca de su cena.




Llevábamos menos de 12 horas en las islas pero ya estábamos perdidamente enamorados de ellas.
Nos sentamos un rato en la terraza de nuestras habitaciones mientras observábamos las luces del pueblo y comentábamos los grandes momentos de la jornada, inmersos en la tranquilidad y el silencio de la noche.
Y ésto no ha hecho sino empezar....



Ruta de la jornada: 


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