A nuestra llegada al parque de Nakuru, vimos por primera vez una especie de pequeños tornados que llamaron nuestra atención; en esta ocasión, el fenómeno se encontraba a varios kilómetros de distancia pero fue cuando nos acercábamos a Amboseli cuando constatamos que era algo bastante común en estas latitudes.
En ocasiones, dos, tres o incluso más de estos torbellinos, barrían el terreno siguiendo la misma dirección dejando una gran nube de arena y polvo a su paso. Más de una vez los fotografíamos, lamentando no estar nunca lo suficientemente cerca para poder observarlos mejor.
Pero la suerte es caprichosa y mientras atravesábamos una pista de arena, vimos que uno de estos remolinos se acercaba por la izquierda de la pista apenas unos cientos de metros por delante de nosotros.
Por pura casualidad y en ningún momento provocado, ambos fuimos a coincidir en un punto común. De pronto se hizo de noche mientras cientos de piedrillas golpeaban los cristales y la chapa de nuestro vehículo; el chófer detuvo el coche ya que según nos dijo, a veces estos remolinos pueden llegar a volcar un vehículo.
Fue una curiosa anécdota que nos dio tiempo a recoger en nuestra pequeña cámara de video.
Fue una curiosa anécdota que nos dio tiempo a recoger en nuestra pequeña cámara de video.
Lo que hubiera dado mi hijo por verse atravesado por un tornado de esos como os sucedió a vosotros. Le tenían hipnotizado. Realmente resultan sorprendentes aunque la gente de allí no les da ninguna importancia, deben de estar acostumbrados. saludos
ResponderEliminarRealmente fue algo muy curioso. Aunque en el video no se aprecia demasiado,la experiencia fue bastante impactante.
ResponderEliminarUn saludo.