Una vez más, hacemos uso de los autobuses de Viazul para desplazarnos desde Cienfuegos a Trinidad. Este trayecto dura aproximadamente una hora, cuesta 6 CUC y su horario de salida previsto son las 12,50.
Hasta ahora nos hemos dejado guiar por ella y hemos recibido un trato excelente; seguramente habrá mejores opciones pero me resulta mucho más gratificante la valía humana de las personas que nos acogen que las propias casas donde nos alojamos.
Desde el mismo momento de nuestra llegada, tuvimos la sensación de que Trinidad nos recibía con los brazos abiertos.
Al llegar a la estación, nos esperaba un hombre con nuestro nombre escrito en un cartel, acompañado de un señor mayor que llevaba consigo una carretilla.
Al presentarnos, nos invita a dejar las mochilas en la carretilla para llevarlas hasta la casa que se encuentra al otro lado del pueblo. El sol apretaba y yo sufría viendo aquel hombre sudar empujando la carretilla cargada con nuestros equipajes por las calles empedradas de la ciudad. Nos llevó los bultos hasta la misma habitación y allí le di los dos únicos cuc que tenía en el bolsillo; me agarró fuertemente la mano a la vez que me miró a los ojos y me regaló una sonrisa que ocupaba toda su cara plena de satisfacción. Aquella sincera sonrisa supuso seguramente para mí, mucha más compensación que para él la pequeña propina.
Ruth es otra mujer encantadora y la casa tiene un salón para tu uso exclusivo con nevera, tv, etc.
Está un poco alejada del centro pero a no más de 15 minutos andando (te puedes mover en bicitaxi por unCUC).
Por 8 CUC te preparará deliciosas cenas a base de los frutos del mar. Ruth te ayudará en todo lo que necesites.
Eran las 14,30, el sol castigaba de lo lindo y no habíamos comido aún por lo que preguntamos a Ruth si podía hacernos algo para comer.
Por supuesto, es difícil pedir un favor a un cubano y que éste no haga todo lo posible por complacerte así que acabamos comiendo en casa de su hija que se esmera en prepararnos un excelente pescado con arroz, ensalada, papas fritas…..y café.
Estamos un buen rato charlando con la familia antes de salir a conocer la ciudad.
Durante el primer paseo llegamos hasta las ruinas del Teatro Brunet. El edificio, por llamarle de alguna manera, se reduce a un par de columnas que hacen la vez de entrada pero el ambiente en su interior es excelente. La música invita a catar los mojitos del lugar y un mago que se encuentra por allí se acerca hasta nosotros para deleitarnos con sus trucos de magia ante nuestras propias narices.
Unos cuantos mojitos más tarde, abandonamos el lugar con una grata sensación de satisfacción por el agradable rato pasado y continuamos nuestra particular caminata hasta llegar a la casa de la música donde aún no había mucha gente a esas horas.
Un excelente cantautor nos ameniza otro rico mojito mientras charlamos y reímos con dos chavales que están sentados junto a nosotros.
Es habitual que los músicos te ofrezcan su cd al finalizar la actuación y en esta ocasión no dudamos en comprárselo cuando éste se acerca a nuestra mesa y se une a la charla que manteníamos con los chicos que habíamos conocido y que nos estaban comentando que el artista es toda una institución en la ciudad.
Es hora de cenar, llevamos ya demasiados mojitos en el cuerpo y no nos apetece andar mucho por lo que nos acercamos al primer restaurante que vemos, muy cerca de la plaza donde nos encontramos.
Un trío musical en el que canta una chica con una voz divina, sirve de aderezo a una agradable cena.
A la salida, volvemos a la casa de la música pero ahora el ambiente es espectacular; todo está lleno de gente bailando salvo los torpes que optamos por sentarnos en cualquier sitio, incluido el suelo, ya que las mesas están todas copadas.
Los mojitos entran solos, las agujas del reloj giran a una velocidad incoherente y las piernas toman vida propia sin poder resistirse al ritmo cubano……creo que es hora de marcharse….o quedarse para siempre.
El camino de vuelta a la casa no fue sencillo, me ahorro comentarios.
Como suele ser normal en estos casos, el día después tienes un extraño dolor de cabeza al que no encuentras explicación pero que te obliga a tomarte las cosas con calma. Y qué mejor idea que tomarte un relajado día de playa.
Tomamos un bus que nos cobra 2 cuc por el trayecto de ida y vuelta hasta playa Ancón que se encuentra a unos 15 minutos del pueblo.
La playa es agradable, el agua es cristalina y las típicas sombrillas de palmera proveen de la sombra necesaria a las tumbonas que se alinean a lo largo de la arena.
No soy de los que aguanta mucho tiempo en la playa sin hacer nada por lo que me acerco a unos cubanos que se encontraban en las inmediaciones para preguntarles si hay posibilidad de hacer snorkel por la zona; asunto resuelto….en 10 minutos tengo las aletas, el tubo, las gafas y un cubano esperándome con un pequeño catamarán para acercarme hasta una barrera coralina cercana.
Un relajante paseo de unos 20 minutos empujados por el viento fue el preámbulo de una deliciosa inmersión en las transparentes aguas caribeñas.
Por si alguien está interesado, el alquiler de todo el equipo, el transporte en catamarán hasta el arrecife y los servicios del guía que te enseña los mejores sitios para ver peces y corales durante una hora, cuesta 10 cuc.
Cuando volvemos a tierra firme, unas negras nubes se acercan amenazantes a lo lejos y no tardamos mucho en comenzar a oír los truenos que acompañan a la tormenta.
No queremos más sorpresas y tomamos el bus de vuelta a casa; aprovecharemos para ducharnos y descansar un rato mientras el cielo estalla de nuevo en una descomunal cascada de agua.
Hoy Ruth nos ofrece la posibilidad de una cena sorpresa y como no tenemos el cuerpo para muchos líos, aceptamos la propuesta.
Tomaremos unas cervezas por el pueblo y volveremos a cenar a casa de su hija.
Nos sorprende con un gran plato de langostas a la plancha, plátano frito, frijoles, pepino, tomate y una gran tarta que han comprado para nosotros y está exquisita. Le comentamos que habíamos oído que estaba prohibida la pesca de langostas pero nos dice que es el sustento de muchas familias que viven gracias a sus capturas.
El eterno dilema se plantea de nuevo, por un lado los necesarios esfuerzos por mantener los recursos naturales a salvo y por otro las acuciantes necesidades de los habitantes de esas zonas.
Sumamente complicado pero me temo que de no cambiar mucho las cosas, la población de estos crustáceos en Cuba tiene los días contados.
Reposamos tranquilamente la cena antes de volver a nuestra casa para intentar recuperarnos totalmente del primer día en Trinidad, los cuerpos ya no se recuperan como antes….
El día siguiente amanece para nosotros a las 8,30.
Durante el desayuno, preguntamos a Ruth si conoce a alguien que tenga caballos para dar una vuelta por el Valle de los Ingenios. No tarda en desaparecer para hacer alguna llamada de teléfono y solucionar el tema.
Una vez que nos explica dónde tenemos que ir y en qué consiste la excursión, aceptamos la propuesta y un taxi viene a recogernos para llevarnos al Ranchón El Campesino donde nos espera Benny, nuestro guía.
Durante 3 horas recorremos un verde valle salpicado de esporádicas y toscas construcciones donde viven los guajiros alternándose con las casonas coloniales, vestigio de épocas anteriores cuando la industria del azúcar brillaba en todo su esplendor.
Benny se esfuerza en explicarnos la historia de toda esta zona y nos demuestra su conocimiento sobre la fauna y flora del lugar.
Una vez concluido el paseo, volvemos al pueblo donde tomamos unas cervezas y hacemos algunas llamadas telefónicas para quedar con unos amigos cubanos en Sta Clara y tratar de buscar alojamiento para los últimos días, en cayo Las Brujas.
Tras la comida, y con el culo aún dolorido por las tres horas de cabalgadura , vamos a casa a ducharnos y descansar un rato. Hoy es nuestra última noche en esta adorable ciudad y queremos despedirnos como se merece….
Tras la comida, y con el culo aún dolorido por las tres horas de cabalgadura , vamos a casa a ducharnos y descansar un rato. Hoy es nuestra última noche en esta adorable ciudad y queremos despedirnos como se merece….
Comenzamos de nuevo nuestra gira en el teatro Brunet pero hoy no hay ambiente ya que van a celebrar el 16 cumpleaños de una chica cubana y están inmersos en los preparativos de la fiesta. Apenas hay media docena de personas y cuando les preguntamos si están preparando algún acontecimiento, no tardan en invitarnos abiertamente al festejo. Amablemente nos disculpamos pero nos parece excesivo por lo que continuamos caminando hasta llegar al restaurante Colonial, exquisitamente adornado con cuadros y mobiliario de varios siglos de antigüedad.
Una vez cenados, nos disponemos a comenzar la degustación de mojitos por los distintos locales de la ciudad y comenzamos en La Casa de la Trova.
Mientras estábamos allí sentados, hizo su entrada el cantautor que conocimos ayer, esta vez acompañado de unos elegantes y trajeados extranjeros que parecían sus representantes; ante mi asombro, al percatarse de nuestra presencia, se acercó a nuestra mesa y tras saludarnos efusivamente y desearnos una feliz noche nos invitó a quedarnos para escuchar su actuación.
Así lo hicimos hasta acabar bailando en el local animados por los cubanos allí reunidos y también cómo no, a los mojitos que ya llevábamos en el cuerpo y que colaboraron a que bailáramos o más bien a que demostráramos nuestra incapacidad para hacerlo de una manera medianamente aceptable.
Tras recorrer todos los garitos que encontramos o nos recomendaron, emprendimos a altas horas de la madrugada la vuelta a casa……como pudimos.
A la mañana siguiente nos levantamos tarde.
Desayunamos tranquilamente y pasamos la mañana intentando solucionar cómo llegar esta noche hasta el hotel Las Brujas en el cayo del mismo nombre.
De momento tenemos dos billetes hasta Sta Clara donde hemos quedado con unos amigos cubanos para darles unos paquetes que hemos traído y si es posible que nos echen un cable con el transporte hasta el cayo.
Trinidad ha sido una experiencia muy grata, ha sido uno de esos sitios en los que te encuentras bien desde el primer momento y en el que no te importaría quedarte durante mucho más tiempo del que dispones.
Uno de esos sitios que cada vez que recuerdas te provoca una pequeña sonrisa fruto de la añoranza y los momentos vividos entre las callejuelas y los animados locales de esta entrañable ciudad y sus gentes…
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Hola Aitor!
ResponderEliminarEnhorabuena por el post! Madre mía! Me has hecho vivirlo en primera persona!
La misma sensación tuve al llegar a Trinidad, pero no he sabido trasmitirlo tan apasionantemente como tú.
Yo me quedo con las emociones percibidas gracias al exquisito trato del "Trinidaleño". Una vez más su gente demuestra la grandeza del país.
Un abrazo y ánimo a escribir la aventura en el Cayo. Lo espero con impaciencia.
Abrazos.
Gracias Antonio,
ResponderEliminarTrinidad siempre quedará grabado en nuestro recuerdo como uno de esos lugares especiales que encuentras de vez en cuando,en el mundo.
Todo un privilegio haberlo podido conocer.
Un abrazo.