Aprovechando el último fin de semana de Marzo durante el que nos permitieron movernos por toda Euskadi, reservamos una casa rural no sin dificultades, a orillas del Parque de Valderejo, en Alava.
Llamamos a un montón de casas sin obtener ningún resultado satisfactorio ya que se encontraban todas completas. Tanto es así que cuando ya estábamos a punto de arrojar la toalla, recibimos la llamada de una de ellas preguntando si aún estábamos interesados en reservar alojamiento. La respuesta fue inmediata, objetivo conseguido.
La casa rural Herranetxea, que alquilaba la casa por habitaciones, fue el punto de partida desde donde realizamos escapadas al cercano Parque de Valderejo y sus alrededores. La casa dispone de un gran salón con chimenea y una cocina en la planta baja y 4 habitaciones dobles en la planta superior. Cuenta con parking junto a la casa y su dueña, que habita en la misma casa en el ala derecha, ofrece un trato agradable y familiar, que siempre se agradece.
Dedicaremos el sábado a hacer una incursión por el bello Parque de Valderejo y el domingo a visitar las Salinas de Añana, antes de emprender el regreso a casa.
Ruta del Río Purón
Son numerosas las rutas que surcan el Parque de Valderejo pero en esta ocasión nos decidimos por una ruta no demasiada exigente ni excesivamente larga ya que el confinamiento nos ha mermado bastante, un estado físico que ya anteriormente tampoco era boyante. No madrugaremos demasiado y nos lo tomaremos con calma, llegando hasta donde el reloj nos permita ya que deberemos volver por el mismo camino y deberemos estar en Espejo a las 15,30 para comer. Confiamos en llegar hasta el desfiladero pero sobre todo, queremos disfrutar sin prisas del paseo.
Vamos en busca del río Purón cuyo nacimiento tiene lugar en la sierra alavesa de Andarejo, a casi 1000 metros de altitud, yendo a morir en el Ebro apenas 15 kms más adelante, ya en tierras burgalesas. En su recorrido atraviesa el Parque de Valderejo, ubicado en el oeste de Alava, y para comenzar nuestra ruta deberemos ir hasta el pueblo más alto de esta provincia: Lalastra.
La ruta discurre entre esta localidad alavesa y Herrán, municipio ya perteneciente a Burgos. Se puede comenzar tanto en uno como en otro pero dadas las circunstancias, nosotros deberemos movernos exclusivamente por territorio vasco así que dejamos el coche en el amplio aparcamiento, cercano al Centro de Interpetración de Valderejo.
Debo señalar que nosotros estábamos alojados en la localidad de Bóveda y como no teníamos claro cómo llegar a Lalastra, intentamos hacerlo a través de la aplicación "Maps" de nuestros teléfonos móviles. Error.
Una y otra vez nos mandaba a través de pistas forestales impracticables hasta que un lugareño nos dijo que nos dirigiríamos a San Zadornil desde donde veríamos las indicaciones al parque. "Otros que venís con el GPS", nos comentó mientras se reía viéndonos transitar por aquellos parajes. Así que tenlo claro: no uses Maps para llegar a Lalastra si te encuentras al otro lado del valle. Realmente, de Bóveda a Lalastra hay unos 18kms que te supondrán unos 20 minutos de coche. Nada de atajos....
Cuando llegamos a Lalastra nos encontramos con un aparcamiento de autocaravanas donde se anunciaba que era neesario reservar plaza con antelación. Numerosos niños salían con sus padres para comenzar alguna de las numerosas rutas de senderismo que atraviesan el Parque.
Tras una visita rápida al Centro de información para confirmar que la información recabada era correcta y preguntar dónde comenzaba exactamente, iniciamos el paseo.
Casi cuatro kms nos separaban de Ribera, un pueblo abandonado que sólo mantiene en pie la Iglesia de San Esteban y unas casas derruidas ya cubiertas de vegetación.
Tras ascender ligeramente, comenzamos a disfrutar de los verdes prados del valle con las paredes calcáreas al fondo. Luego atravesamos un bosque, descendiendo hasta llegar al pueblo fantasma de Ribera. Allí se encuentra una zona habilitada con mesas donde mucha gente hace una parada o incluso se quedan a pasar el día.
El pueblo de Ribera, según cuentan los carteles informativos, contó a principios del siglo XX con 31 casas y 94 habitantes lo que le convertía en el segundo pueblo más importante del valle, por detrás de Lahoz. En los años 40 su población se redujo hasta los 60 habitantes para terminar totalmente abandonado a finales de los 60.
Su iglesia se remonta al siglo XIII y en su interior se encontró un retablo de gran valor de mediados del XVI que fue trasladado al Museo Provincial de Vitoria. Un sorprendente descubrimiento a principio de los 80, cuando bajo las cubiertas de yeso de sus paredes se hallaron unas pinturas murales con motivos religiosos, le añaden un atractivo extra para todos aquellos aficionados a este tipo de arte.
Permanecimos en este rincón un buen rato disfrutando del relajado ambiente y del bello entorno que nos rodeaba y que a su vez goza de gran relevancia histórica ya que fue una importante vía de comunicación entre el norte de la península y la meseta castellana. Se dice que en el siglo IX este paso resultó de vital importancia para la repoblación por parte de los cristianos de dicha meseta.
Habíamos aprovechado una preciosa mañana para conocer una de las rutas más emblemáticas de Valderejo y ahora, tras tomar una cerveza en el único bar que encontramos cerca del aparcamiento y donde también se ofrecían comidas, nos desplazaríamos hasta Espejo para recuperar las energías gastadas en el restaurante La Kabaña, un acogedor local con una amplia terraza donde dimos buena cuenta del menú festivo del día.
Pero tras la comida, aún tendríamos tiempo para hacer alguna visita antes de que anocheciera así que nos acercamos hasta la localidad de Pinedo para pasarnos por sus famosas cuevas eremíticas.
Las Cuevas de Santiago. Pinedo.
Cueva de los Moros (Corro)
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