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03 agosto 2022

Korcula II. Račišće, Playa Vaja, Luka Vela, Playa Istruga, Playa de Priscapac.

 

Es un verdadero privilegio despertarnos y disfrutar de las vistas que tenemos desde la terraza de nuestra casa; son espectaculares. A pesar de que no estamos en primera línea de playa, los barquitos navegando en las calmadas aguas adriáticas con las montañas como telon de fondo, en medio de un silencio sólo roto por los pajarillos que revolotean en el jardín, nos regalan unas vistas indescriptibles.
Mientras unos van preparando el desayuno, otros se duchan relajadamente agradeciendo este parón en el ajetreado viaje que comenzamos hace ya unas semanas en Venecia. Han sido muchos kilómetros recorridos y bastantes madrugones así que ahora toca bajar el ritmo y disfrutar de la isla relajadamente.
 


Cuando todos estamos listos, montamos en la furgoneta con el objetivo de acercarnos a una playa escondida que nos recomendó ayer el dueño de la casa. Tomaremos rumbo al oeste, siempre paralelos a la costa, para llegar a la pequeña y coqueta localidad de Račišće, ubicada a unos 11kms de nuestro alojamiento.
No muy lejos de allí se encuentra la Playa de Vaja a la que no hay acceso en coche. Tendremos que dejar el coche aparcado y recorrer un kilómetro aproximadamente a pie. Viñas y olivares escoltan el camino antes de iniciar una pendiente pronunciada hacia el mar.
Una desierta cala de cantos rodados nos recibe invitándonos a sumergirnos en sus cristalinas aguas. Un pequeño quiosco que se encuentra cerrado y unas hamacas de plástico bastante deterioradas, son las únicos vestigios de civilización en la zona. Algún pescador tratando de capturar el sustento de la jornada, recorre la bahía en su bote relajadamente.
Sólo estamos nosotros en la playa por lo que podemos disfrutar del lugar en total intimidad. Vamos provistos de gafas para bucear así que no perdemos la oportunidad de explorar los fondos marinos, a través de unas aguas cristalinas que ofrecen una gran visibilidad. El mar está muy tranquilo, lo que nos permite alejarnos bastante sin correr riesgos. Aunque no vemos grandes peces, la zona alberga una rica fauna que nos tiene entretenidos durante largo tiempo.
Permanecimos en la playa un buen rato hasta que comenzaron a llegar nuevos visitantes y decidimos abandonar la zona.

 
 


 
 
Abandonamos el lugar para volver a la furgoneta, desandar nuestros pasos y volver de nuevo a Račišće para seguir por la costa hasta encontrar la carretera que se adentra hacia el interior de la isla y que nos llevará a la costa oeste, más concretamente a la localidad de Vela Luka.

Račišće es uno de los asentamientos más recientes de la isla que va creciendo a medida que el turismo se va desarrollando en la zona. No fue hasta finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, cuando los refugiados procedentes de Makarska y Herzegovina, durante las guerras veneciano-turcas, comenzaron a llegar a esta zona para fundar esta pequeña localidad.
Los marineros y pescadores de Račišće, así como sus goletas de madera conocidas como trabakulas, gozaron de gran fama por su pericia y habilidad en el mar aunque en la actualidad solamente queda alguna pequeña embarcación de pesca y de vela.
 
 


 
 
Tras una pequeña parada para tomar una cerveza en un pequeño bar a orillas del mar, proseguimos la ruta abandonando la costa para tomar la carretera que nos llevaría hasta la localidad de Vela Luka, en la punta occidental de la isla.
Tomamos rumbo al pequeño pueblo de Pupnat, ubicado entre colinas, que tradicionalmente se ha dedicado a la agricultura pero que va ganando peso turísticamente por contar con bellas rutas senderistas que ofrecen espectaculares vistas a la costa. No haremos ninguna ruta en esta ocasión pero sí pararemos en la carretera para sacar fotos de las bellas vistas que se abren ante nosotros.
 


 
Desde aquí tomaremos rumbo al oeste para llegar a Vela Luka pero antes todavía haríamos una parada para comer unos bocadillos ya que la hora de comer se nos había echado encima.
Una vez en Vela Luka, nos tomamos un café a orillas del mar antes de dar un relajado paseo por la villa mientras la brisa marina acaricia nuestros rostros.
Vela Luka está rodeada de viñedos y olivares y goza de una temperatura media cercana a los 25ºC durante el verano, lo que le hace muy atractiva de cara al turismo. Sus aguas, templadas y cristalinas, también rondan esa temperatura añadiendo atractivo al lugar.
Pero esta pequeña localidad ubicada en el extremo occidental de la isla, de pequeñas casitas de tejados rojos, cuenta con otros atractivos culturales como Vela Spila (Cueva grande), uno de los asentamientos rupestres mejor conservados de Europa, habitada durante la Edad de Piedra, , de Bronce y de Hierro.
Una fortaleza construida por los astrohúngaros en el siglo XIX llamada la Forteca, es otro de los atractivos arqueológicos de la zona.
Esta ciudad, la más grande de la isla y segunda más grande por extensión de todas las islas adriáticas, también cuenta con un importante museo y numerosas celebraciones entre las que se pueden destacar las siguientes:
  • -el Festival de Vela Luka que se celebra entre Julio y Agosto y durante el que tienen lugar numerosas representaciones y conciertos.
  • - las regatas que se celebran el día de S.Juan.
  • - el conocido como Torneo Kumpanija que se celebra el día de S.José, un torneo medieval durante el que tanto el pueblo como los participantes recrean  perfectamente el entorno y el ambiente de la época.
Tras un relajado paseo por el pueblo, abandonamos el lugar atravesando extensos olivares. No en vano, Vela Luka es el mayor productor de aceite de toda Croacia.
 
 


 
Nos dirigimos ahora a la Playa Istruga, muy cerca de la pequeña localidad de Brna. Esta playa es conocida por sus lodos medicinales por lo que son muchos los que acuden hasta allí para tratar de aliviar dolencias de diverso tipo.
Esta playa cuenta con varias instalaciones para la práctica de deportes como tenis, ping pong, voleibol, etc.
El fácil acceso y sus aguas poco profundas, además del bello entorno donde se encuentra, hacen de este lugar una playa muy visitada.
 
 


 
Nos limitamos a dar un pequeño paseo por la zona antes de proseguir la ruta por la costa sur de la isla.
Nuestra siguiente parada tendría lugar en la curiosa Playa de Priscapac, una pequeña islita unida a tierra por un estrecho paso, que sirvió para que varios integrantes del grupo se dieran un baño en las cristalinas aguas de la zona.
Un estrecho camino acondicionado para el paseo, bordea el minúsculo islote donde unos curiosos carteles invitan a no miccionar en los alrededores.
Un hotel con el mismo nombre de la Playa, se erigía a pocos metros del mar, en una ubicación privilegiada.
 
 


El tiempo pasaba y las últimas luces del día llegaban a su fin. Intentamos buscar un buen lugar que nos permitiera disfrutar del ocaso frente al infinito mar pero una montaña nos impidió observar la lenta caída del sol en el horizonte. Otra vez será...
Era hora de cenar y decidimos que nos quedaríamos por la zona tratando de buscar algún sitio de nuestro agrado.
El restaurante Cerín  y su terraza con excelentes vistas al mar y a los numerosos islotes que lo salpicaban, fue el elegido. Realmente se trataba de un lugar privilegiado y a pesar de que cuando llegamos ya había oscurecido y no pudimos disfrutar de las vistas a plena luz del día, la oscuridad de la noche también le dotaba de un encanto especial.
La oferta gastronómica también resultó excelente. Calamares, pescados y carnes a la brasa acompañados por un vino blanco de la zona, pusieron el colofón perfecto a una jornada relajada y genuinamente marinera.







Ruta de la jornada:

 

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