Uno de los muchos atractivos que nos ofreció el parque Samburu en Kenya fue el propio campamento donde nos alojamos durante los tres días que duró nuestra estancia.
El campsite Butterfly ,que es como se llamaba, era una especie de pequeño parque dentro del propio Samburu.
Día tras día íbamos descubriendo la gran cantidad de fauna que se alojaba en sus alrededores y que aprovechaban sobre todo, la presencia de agua que éste les ofrecía.
El campsite Butterfly ,que es como se llamaba, era una especie de pequeño parque dentro del propio Samburu.
Día tras día íbamos descubriendo la gran cantidad de fauna que se alojaba en sus alrededores y que aprovechaban sobre todo, la presencia de agua que éste les ofrecía.
El campamento está situado a orillas de un río cuyo cauce se encontraba seco en las fechas en que lo visitamos y se reduce a unas básicas instalaciones que hacen la vez de cocina-comedor y unas duchas y servicios, que se encuentran subiendo por un sendero de unos 30 metros que una vez había oscurecido, exijían mucho valor recorrerlos.
Así pues, era conveniente ir a la tienda con todos los "deberes" hechos porque sólo pensar en tener que levantarse durante la noche producía escalofríos.
Así pues, era conveniente ir a la tienda con todos los "deberes" hechos porque sólo pensar en tener que levantarse durante la noche producía escalofríos.
Los primeros visitantes en hacer aparición fueron un mono velvet y un gran babuino que no fue recibido con agrado por el personal que cuidaba el campamento ya que al tratarse de un animal tan corpulento y estar armado con una fuerte dentadura, pueden llegar a representar cierto riesgo.
Una cervatana hábilmente utilizada, mantenía a raya al gran mono.
Los huidizos lagartos de todos los colores y tamaños inundaban el campamento y llegamos a ver uno que medía más de un metro aunque no logramos "cazarle" con nuestra cámara.
Durante las horas centrales del día, permanecíamos en el campamento; el calor apretaba y disponíamos de bastante tiempo entre el safari matutino y el que hacíamos al atardecer así que aprovechábamos para investigar en los alrededores del campamento, eso sí, sin alejarse mucho porque te podías encontrar de frente con cualquier bicho salvaje.
Pronto descubrimos que nos encontrábamos en un lugar privilegiado para la observación de aves. Efectivamente, la presencia de agua hacía que fueran numerosas las especies que se acercaban a beber a ciertas horas del día.
Gran variedad de atrevidos pajarillos nos mostraban su confianza dejándose acercar incluso a menos de un metro, lo que nos permitió disfrutar de su atrevimiento sacando cientos de fotografías.
Otro de nuestros pasatiempos favoritos, era sentarnos en un tronco de árbol frente al lecho seco del río ya que habían excavado un pozo para que los animales acudieran allí a beber.
Situado a unos 60 metros frente a nosotros, el pozo era visitado por todo tipo de antílopes, cebras, monos, elefantes, etc.
A pesar de ser tan visitado, los animales mostraban un claro recelo a la hora de bajar al pozo ya que nos perdían de vista tapados por un pequeño montículo que formaba la tierra extraída.
Así pasábamos las horas hasta que el sol bajaba un poco su presión y nos permitía salir a recorrer el parque sin padecer excesivo calor.
Y para acabar la jornada qué mejor espectáculo que los mágicos atardeceres africanos....
Subido a un gran árbol de fácil acceso permanecí durante tiempo indeterminado haciendo fotos y viendo cómo se apagaba lentamente la luz del día.
Una vez de noche, nos encontrábamos cenando a la luz de unos candiles y repasando la jornada viendo las fotos del día, cuando un inexperado y extraño visitante proveniente de un cercano árbol, apareció de pronto entre la oscuridad .
Confieso que el corazón se me paró durante unos instantes cuando ví una especie de felino que se acercaba a nosotros y sólo acertaba a distinguir una larga cola y dos brillantes ojos que se aproximaban con paso firme.
Tardamos unos segundos interminables hasta que nos dimos cuenta de que se trataba de una jineta.
Tardamos unos segundos interminables hasta que nos dimos cuenta de que se trataba de una jineta.
Las risas de nuestro guía y el personal del campamento al ver nuestras caras, dejaban clara la situación.
El silencio y la paz reinante en la oscuridad, cada noche se veía rota por la visita al campamento de distintos animales; leones unas noche, elefantes otras y hienas casi todas....
Ciertamente, a veces no se hace fácil conciliar el sueño cuando sientes tan cerca las "risas" de las hienas, el impresionante rugir de algún león o el extremecedor grito de un elefante cabreado y aunque afortunadamente para nosotros, no demostraron en ningún momento excesivo interés en molestarnos, seguramente nunca llegarán a saber que en más de una ocasión consiguieron que un pequeño escalofrío recorriera nuestro cuerpo, dentro de aquella pequeña tienda en la inmensidad de la sabana africana.
Hola Aitor!
ResponderEliminarGracias por esta entrada. La lei en su día y hoy he disfrutado más que nunca viendo lo que sentiré en el paraiso.
Supongo que estarás por tierras revolucionarias. Ya me dirás.
Por cierto, acabo de enlazarte en mi blog.
Abrazos.