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05 abril 2009

Muerte de una jirafa en Masai Mara.


Estamos acostumbrados a contemplar con naturalidad las típicas escenas de caza en los salvajes parques africanos donde la supervivencia de los depredadores exige inevitablemente la muerte de otros animales que comparten su hábitat.


 
Pero en Masai Mara pudimos contemplar otra escena, no tan constatada pero no por ello menos real.
Una vez más el mayor depredador, el más dañino, nos mostró su peor cara mientras disfrutábamos observando los animales en total libertad en el parque más emblemático de Kenya.
 


Nos encontrábamos sacando unas fotos a una jirafa cuando de pronto, un pequeño grupo compuesto por tres jirafas adultas y otras tantas crías apareció corriendo por nuestra derecha. 
Al pararse frente a nosotros fuimos conscientes de que algo no iba bien cuando una pequeña jirafa comenzó a tambalearse sin poder apenas mantenerse en pie. 
Cuando la enfoqué con el zoom de mi cámara, me pareció ver algo clavado en su lomo; inmediatamente cogí los prismáticos y pude comprobar que efectivamente, era una flecha lo que llevaba clavado. 
En unos escasos segundos, el animal cayó al suelo ante la incredulidad y el asombro tanto de sus congéneres como de los que nos encontrábamos allí contemplando el triste suceso.

La vida de la pequeña jirafa, se acabó ante nosotros mientras el guía no cesaba de repetir que habíamos llegado en el peor momento y que la escena que estábamos contemplando era algo muy triste.





Habíamos visto varios pastores masais con sus rebaños en el interior del parque y según nuestro guía era muy probable que la flecha procediera de alguno de ellos.
Nunca sabremos si quien lo hizo, lo hizo por cubrir sus necesidades más básicas, por aportar un ingreso extra a su maltrecha economía o fue simplemente fruto de la travesura de algún niño demasiado acostumbrado a ver correr por sus tierras a estas majestuosas criaturas pero lo cierto es que su disparo no fue lo suficientemente certero para matar al animal en el acto y poder sacar provecho de ello. 
Afortunadamente, al día siguiente pudimos comprobar que aparentemente ninguna muerte sucede en vano en estos parajes.
A pocos metros de donde cayó muerta la cría de jirafa, el grupo de leones que dominaba esa zona, había dado buena cuenta de ella cubriendo así sus necesidades por ese día.
Sin duda, su muerte había salvado otra vida.


 










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