Tras nuestra visita al Masai Mara y después de un último safari al amanecer, partimos rumbo a Nakuru. En aproximadamente 5 horas y tras una breve parada en Naruk para comer, llegamos a la entrada del parque. El día está nublado y no tenemos la mejor luz para las fotografías pero el lugar es un verdadero paraíso sobre todo para los amantes de las aves.
Apenas entramos, decenas de cigüeñas, tántalos, gaviotas, pelícanos, flamencos y otras muchas especies se agolpan frente a nosotros.
Tras las primeras fotos, continuamos hacia el lago donde se concentran miles de flamencos.
Es una pena que la ausencia de luz evite el maravilloso contraste de su intenso color rosa con el color azul del horizonte.
Pero no sólo vemos aves; algunas hienas comienzan a aparecer en busca de algún flamenco distraído.
También descubrimos dos espectaculares rinocerontes pastando en las inmediaciones antes de acercarse hasta la única fuente de agua dulce que existe en la zona. La ley del más fuerte es la que impera a la hora de beber y tanto los babuinos como las cebras o los búfalos o las mismísimas hienas deberán esperar a que el gran rinoceronte se sacie.
La ansiedad y frustracción de los babuinos al no poder acceder al agua provoca constantes disputas y peleas entre ellos.
Un damán de las rocas, aparece para beber en un pequeño charco formado en una roca, antes de abandonar el lugar para dar una última vuelta por las orillas del lago.
Una vez más, hemos disfrutado a tope en este pequeño parque que ofrece gran variedad de especies y sobre todo , un auténtico espectáculo de color y sonido gracias a los miles de aves que pueblan las orillas del lago y surcan con elegancia los cielos de este bello entorno.
Una vez más, hemos disfrutado a tope en este pequeño parque que ofrece gran variedad de especies y sobre todo , un auténtico espectáculo de color y sonido gracias a los miles de aves que pueblan las orillas del lago y surcan con elegancia los cielos de este bello entorno.
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