La tormenta de la noche había dejado muchas calles de Entebbe anegadas. Los charcos parecían piscinas y auténticos ríos de agua bajaban de las zonas altas mientras la gente local proseguía con su rutina diaria como si nada de todo ésto le afectara lo más mínimo. Estaba claro que no era nada que no pasara habitualmente.
Sin embargo nosotros nos empezábamos a plantear qué pasaría si nos cayera una tromba de éstas durante la caminata en busca de gorilas o en cualquier otra circunstancia a lo largo del viaje.
Nuestro conductor trataba de tranquilizarnos diciendo que en Entebbe llovía mucho debido a su proximidad al Lago Victoria, a cuyas orillas se ubica.
Ruta de la jornada.
Antes de iniciar nuestra ruta debíamos solucionar algunos temas relacionados con la intendencia del viaje ya que debíamos pagar a Titus, el responsable de Your Drive Uganda con quien habíamos reservado el coche. Además, teníamos que cambiar dinero y también queríamos comprar alguna tarjeta SIM para nuestros teléfonos con la intención de tener internet a lo largo del viaje; sabíamos que en algunos sitios no habría cobertura pero en otros sí.
En un principio habíamos valorado visitar durante este primer día, el humedal de Mabamba cercano a Entebbe ya que llegaríamos al Lago Mburo por la tarde y pensábamos dejar su visita para el día siguiente. Pero conociendo el ritmo africano, sabíamos que las pequeñas cuestiones que debíamos solucionar se podían demorar más de lo previsto y preferimos de momento, abandonar la idea.
Además pensábamos que la oficina de Titus, donde debíamos hacer el pago del coche, se encontraba en Entebbe pero cuando Charis nos dijo que deberíamos ir a Kampala, fuimos conscientes de que íbamos a perder toda la mañana en la capital. El tráfico es infernal y nos costaría horas entrar y salir de allí.
Cuando dijimos a Charis que lo primero que queríamos hacer era cambiar dinero, nos llevó a una oficina de cambio en Kampala, cerca de Katwe Road, llamada Money Bag. El lugar era tranquilo y tenía un aparcamiento cuyo acceso estaba protegido por personal de seguridad armado.
El trámite fue sorprendentemente rápido. Nos cambiaron el euro a 3720 chelines (muy aproximado al cambio real) y salimos de allí convertidos en millonarios. Casi 2000€ se convirtieron en un taco de chelines difícil de guardar. En el mapa está indicado el punto exacto por si queréis cambiar allí.
Tocaba ahora el turno de Titus. En un local un poco tétrico, en un primer piso, nos esperaba acompañado de otras dos personas. Habíamos negociado sobre la posibilidad de pagarle en euros y nos había prometido aplicar el cambio real a la hora de hacer el pago aunque finalmente accedimos a aceptar el cambio que nos acababan de aplicar en la oficina de cambio. Pagamos 1340€ por el alquiler durante 16 días del Toyota Landcruiser Prado y su conductor, Charis. Sólo deberíamos hacernos cargo de la gasolina que gastáramos.
Ya sólo nos quedaba solucionar el tema de la tarjeta sim para nuestros teléfonos. Pensábamos que iba a ser el trámite más sencillo pero fue donde más tiempo perdimos. Nos pidieron los pasaportes, nos hicieron fotografías, se llevaron nuestros móviles y tuvieron que repetir varias veces la activación de la tarjeta hasta que finalmente lo consiguieron. Pagamos 5000 chelines por la tarjeta y 25000 por 9 gigas de datos y unos minutos de llamadas locales. Poco más de un euro y menos de 7€ respectivamente.
Por fin abandonamos el lugar para tomar rumbo definitivo al Lago Mburo.
Las típicas escenas africanas se volvían a repetir en los arcenes de la carretera por donde la gente se mueve recorriendo kilómetros para trasladarse entre pueblos, ir al colegio o conseguir la comida y el agua necesaria para cubrir sus necesidades diarias. Las motos cargaban con todo tipo de artículos y los coloridos autobuses se encargaban de trasladar a los más afortunados entre largas distancias. Al igual que en otros paises africanos, tampoco faltaban los vendedores de carbón cuidadosamente guardado en bolsas blancas junto a la carretera.
Nunca llegaré a acostumbrarme a observar las vidas tan diferentes que llevamos los seres humanos por el simple hecho de haber nacido en un punto u otro del planeta.
Llegaba la hora de hacer nuestra primera comida en Uganda y como la noche pasada el recepcionista de nuestro hotel nos había hablado muy bien de un plato local a base de cerdo asado, comentamos a Charis si conocía algún lugar para probarlo. Un tanto sorprendido, nos preguntó si estábamos dispuestos a comer en los sitios que comían ellos. La respuesta fue únanime: por supuesto!!!
Al pasar por la localidad de Masaka, Charis paró el coche en el arcen de la carretera frente a un local del que salía un estupendo aroma a cerdo asado a las brasas. Era el sitio perfecto.
Preguntamos cómo funcionaba aquello y nos explicaron que una brocheta grande de cerdo asado costaba 5000 chelines ( poco más de 1€ ): si lo acompañaban de tomate, cebolla y otras verduras picadas, 7000 ( menos de 2€ ).
Un banquete a base de cerdo, verduras y cervezas (algo más de un euro medio litro) supuso nuestra primera comida en el país. Por cierto, allí Charis aprendió su primera palabra en castellano: cojonudo!!
Ya no pararíamos hasta nuestro alojamiento en el Lago Mburo. Eran alrededor de las 16,30 cuando llegamos al Mburo Eagle's Nest, donde nos alojaremos las dos próximas noches.
Somos recibidos a nuestra llegada e invitados a un zumo de bienvenida mientras hacemos el papeleo de entrada y nos acompañan a nuestras tiendas.
El campamento está ubicado en lo alto de una colina que ofrece excelentes vistas. Las tiendas son amplias y cuentan con dos camas con mosquiteras. La zona del bar- restaurante es coqueta y acogedora.
En resumidas cuentas el campamento nos ha causado una grata impresión.
No quedaban muchas horas de luz pero no queríamos perder la ocasión de dar una vuelta por los alrededores del campamento así que bajamos hacia el poblado que se encontraba a pie de campamento con ánimo de hacer una primera toma de contacto con la gente local.
El contacto fue más rápido de lo que pensábamos ya que un montón de críos que salían de una escuela cercana nos rodearon de inmediato a los cuatro perdidos "muzungus".
A la repetida frase "how are you" le siguieron risas, apretones de manos y curiosidad por nuestras blancas y peludas pieles.
También centraron su curiosidad en mi cámara de fotos así que cuando enseñé a uno cual era el disparador y vio el resultado, se puso a hacer decenas de fotos a sus amigos mientras éstos posaban encantados y luchaban con su amigo para adueñarse de la cámara y probar suerte también ellos.
Con un montón de críos agarrados de la mano, llegamos hasta el poblado donde nos despedimos de ellos para perdernos por los caminos que atravesaban las extensas plantaciones de plataneras que se extendían por la zona.
No hubo tiempo para mucho más. Con las últimas luces emprendimos la vuelta al campamento para comer algo antes de ir a dormir.
Había que encargar las comidas con bastante antelación para que ésta estuviera lista a la hora que tú desearas así que cuando nos mostraron el menú que ofrecían y que constaba de tres platos por 15$, les dijimos que nos parecía demasiada comida. Nos dieron la opción de comer sólo el plato principal ( a elegir entre 3 ) por 10$.
Esa fue nuestra elección, comeríamos carne en salsa con arroz y verduras.
Tomamos unas cervezas para hacer tiempo y aprovechamos para darnos una ducha y ponernos pantalones largos y calcetines para protegernos de las picaduras de mosquitos. No debemos olvidar que en Uganda hay bastante malaria.
Cuando nos sacaron la cena nos sorprendió la buena pinta y presentación que tenían nuestros platos. Cuando los probamos, no nos defraudó. Fui incapaz de acabar el plato pero he de reconocer que estaba muy rico.
La jornada había llegado a su fin y había que ir a dormir para explorar el día siguiente el Lake Mburo National Park. Estábamos ansiosos por comenzar a ver la rica fauna africana.
Elegimos el desayuno para mañana y la hora a la que lo queríamos y nos fuimos a dormir.
Capítulo siguiente: Lago Mburo
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