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21 diciembre 2020

Arco de Las Peñitas, Betancuria, Ajuy y Pto Rosario. Fuerteventura


Nuestro tercer día en tierras majoreras nos despierta de nuevo con un sol radiante. Preparamos el desayuno y salimos a la terraza para terminar de despertarnos relajadamente mientras desayunamos.
Para hoy tenemos previsto andar un poco por un entorno montañoso que esperamos no sea muy exigente, esperamos llegar hasta el Arco de las Peñitas.
Tras el ejercicio, nos trasladaremos hasta Betancuria donde si todo sale sobre lo previsto, repondremos fuerzas con algún plato típico majorero.
El resto del día, iremos viendo sobre la marcha...
Ruta de la jornada

Nuestro primer objetivo será llegar hasta el punto más cercano al Arco de las Peñitas para tratar de encontrar el sendero que llega hasta allí desde el aparcamiento. 45 kms en coche nos separan.
Para llegar hasta allí deberemos entrar en el Parque Rural Betancuria, espacio natural protegido. Antes de llegar a Ajuy, por la carretera FV621, deberemos desviarnos a la derecha por la FV627 que discurre paralela al barranco de Mal Paso. Si quieres llegar más fácil, sólo tendrás que poner "Arco de las Peñitas" en el Maps de tu teléfono y éste te llevará directamente hasta el aparcamiento.

A partir de aquí tendrás que dejarte llevar por tu intuición ya que no hay un camino propiamente dicho hasta el arco.
Hay un sendero que te conducirá hasta el Barranco de las Peñitas pero no es ése el camino que deberás seguir si quieres llegar al arco ya que éste se encuentra más a la izquierda y no es visible desde ningún sitio, hasta que estás prácticamente a sus pies.
Decenas de senderos se entrecruzan en una zona pedregosa con el mismo objetivo: el Arco. Deberás seguir el que te resulte más sencillo aunque en ocasiones el camino parece ponerse dificultoso dependiendo de por dónde subas. Pero no te desanimes, el esfuerzo merece la pena.


Cuando aparcamos el coche y salimos al exterior, el golpe de calor nos pilló por sorpresa. Si bien en toda la isla estábamos disfrutando de unas temperaturas muy agradables, en este punto donde nos encontrábamos el calor era sofocante. Parece mentira que unas decenas de kms consiguieran variar tanto la temperatura.
Iniciamos poco a poco la subida pero a pesar de que el trayecto no es largo, el terrible calor provocó que el grupo se fuera separando. Encontrar una sombra a pies de alguna roca más alta, suponía todo un tesoro y finalmente mis compañeros decidieron quedarse en una de las pocas existentes por la zona. Yo seguí adelante, y aunque no elegí el mejor camino, no tardé en llegar a la meta. Algún compañero intentó seguir mis pasos pero en aquel caos de piedra, no tuvo claro el camino y acabó desistiendo.
Realmente el arco no se encuentra lejos pero el hecho de no verse desde ningún sitio y no tener claro hacia dónde debes dirigirte, provoca que mucha gente acabe abandonando. 
Y sobre todo, ten siempre en cuenta que debes intentar llegar allí a primeras horas de la mañana y bien provisto de agua, si no quieres sufrir los efectos del calor.
Una vez llegué, el paisaje y la curiosa formación rocosa hicieron que me olvidara de todo. El silencio y la sensación de paz que se respiraban en aquel lugar, compensaban la sudada que llevaba, a pesar de que tan sólo me encontraba a 250 metros altitud.




Tras las fotos de rigor y permanecer sentado durante un buen rato disfrutando del lugar, comencé el regreso.  
Muy cerca de allí se encuentra la ermita de Mal Paso y aunque apenas se tardan 30 minutos en llegar, el calor fue determinante para abandonar la idea de llegar hasta allí.

Esta ermita fue construída a finales del siglo XV, donde según cuenta la leyenda, se encontró la imagen de la Virgen de la Peña. Durante casi tres siglos, esta ermita albergó dicha imagen pero dada su dificultosa accesibilidad, ésta se trasladó al santuario de la Virgen de la Peña, en Vega del Río Palmas.

Siguiendo el camino de la ermita de Mal Paso se llega a la Presa de la Peñita, actualmente colmatada por el gran volumen de sedimentos acumulados. 
Nos encontramos también en una zona muy apreciada por los aficionados a la escalada, pudiéndose encontrar hasta 30 vías con diferente nivel de dificultad. No en vano, se le conoce con el apodo de "Yosemite majorero".
 
Ermita de Mal Paso

 

Cuando ya en el coche me reuní con mis compañeros, éstos me asaltaron literalmente. Ya no lo recordaba pero yo llevaba toda el agua del grupo en mi mochila.
Pero cuando intentamos saciar la sed con aquel agua, tuvimos que expulsarla de inmediato ya que estaba ardiendo.
Necesitábamos una cerveza fría inmediatamente!!!.....o quizás más...
Abandonábamos el Barranco de las Peñitas, una de las zonas naturales más atractivas de la isla, en busca de lugares más civilizados. Próximo destino, Betancuria.
 
Una curiosa montaña nos acompañó durante toda la mañana y no pudimos resistirnos a ponerle nombre, dada sus peculiares formas y colores. Seguramente si vierais frente a vosotros una formación como ésta, tampoco podriais resistiros a bautizarla y como prueba de ello paso a preguntaros " ¿cómo la llamariais?"
 



Pues efectivamente, tras documentarnos un poco empujados por la curiosidad, descubrimos que la habíamos llamado por su nombre.
La Montaña de la Teta cuenta con una altitud cercana a los 300 metros y tiene su cima coronada por una colada basáltica que la caracteriza y distingue de todas las demás. Curiosidades de la Naturaleza.....

Pero no nos desviemos de nuestro siguiente objetivo:
 
Betancuria
Betancuria es considerada como la ciudad más antigua no sólo de Fuerteventura sino de todas las islas canarias. Fundada en 1404 por Jean de Bethencourt, de ahí su nombre, no sólo es la más antigua sino también la menos poblada de la isla. También alberga a la que fue la primera catedral de las Canarias, la iglesia de Santa María, erigida en 1410, destruída por los piratas en 1593 y reconstruída en el siglo XVI.
Esta coqueta localidad también ostentó el título de capital de Fuerteventura hasta que fue perdiendo poder respecto a otros municipios y perder su capitalidad en 1834.
En la actualidad su actividad está dirigida principalmente al turismo, cobrando su comercio y hostelería una importancia evidente.
Algunos de sus principales atractivos son el Museo de Arte Sacro, el Museo Arqueológico y Etnográfico y el Parque rural de Betancuria.


Llegamos a Betancuria con unas expectativas muy altas ya que este pueblo es considerado como uno de los más bonitos de España pero la verdad es que nos dejó un poco fríos.
El pueblo está muy bien cuidado y cuenta con algunos rinconcitos atractivos, además de un animado ambiente gracias a todos los visitantes que recibe. El gran número de tiendas y restaurantes añade atractivo turístico pero de ahí a afirmar que se trata de uno de los pueblos más bonitos de España......
Pero en fin, no habíamos llegado hasta aquí para hacer ningún tipo de valoración sobre el asunto así que lo primero que hicimos fue buscar un sitio para calmar nuestra sed salvaje. 
Un compañero se adentró en lo que pensábamos se trataba de una vivienda particular pero que en realidad era un bonito bar-restaurante-casa rural donde saciamos nuestras necesidades. Un precioso lugar que nos hizo olvidar de inmediato las penurias pasadas en el desierto que acabábamos de dejar atrás.
Cuando abandonábamos el lugar, la dueña nos preguntó si queríamos ver algo especial, algo a lo que por supuesto accedimos. En el patio interior que nos encontrábamos, se dirigió a una puerta y la abrió para adentrarnos en una vieja y auténtica casa majorera. Aunque claramente rehabilitada, pudimos ver la distribución original de la casa y los enseres utilizados siglos pasados.
Muy agradecidos, nos despedimos de la chica y continuamos nuestra visita.
 

 
 
Con las primeras necesidades cubiertas llegó el momento de recorrer las callejuelas de Betancuria con calma, mientras parábamos en los rincones con más encanto, para hacer las fotos de rigor. Lo cierto es que el pueblo es muy pequeño y se visita en muy poco tiempo.
Era hora de comer y no nos iban a faltar restaurantes para hacerlo.
Hoy, aprovechando que estábamos en el interior de la isla, íbamos a cambiar la dieta y nos íbamos a tirar a la carne así que cuando vimos un cartel anunciando parrilladas de carne, la decisión estaba ya tomada.
Una parrillada de carne que contenía entrecots, lomo, salchichas, pollo, etc, fueron más que suficiente para reponer todas las energías gastadas durante la jornada. Eso, y muchas cervezas....
 




Tras un cafecito y el reposo correspondiente, seguimos nuestra ruta hasta Ajuy pero antes hicimos una breve parada en el Mirador de las Peñitas para contemplar el desgarrador paisaje volcánico.


Ajuy
Ubicado a orillas del mar, en la costa occidental de la isla, entre los barrancos de Ajuy y Aulagar, ostenta el honor de ser el punto donde desembarcó Jean De Bethencourt en 1402, en su tarea de conquistar la isla.
Se dice que allá por el siglo XIX su población se reducía a una decena de habitantes dedicados a la agricultura y que posteriormente subsistieron gracias a la ganadería, agricultura y la pesca.
Se encuentra en los límites del Parque Rural Betancuria aunque su riqueza geológica le proporciona una mayor protección al ser declarada Monumento Natural en 1994, gracias a la existencia de sedimentos y fósiles de gran antigüedad.
Cuenta con una playa de arena negra de 270 metros, muy frecuentada por el turismo local. A la derecha de la playa se encuentra un camino que conduce a las Cuevas de Ajuy, en el que podremos encontrar unas dunas fósiles de gran valor ecológico, conocidas como Playas Levantadas. Siguiendo el camino veremos restos de hornos que atestiguan las antiguas explotaciones de cal de la zona.
Finalmente llegaremos a uno de los principales atractivos turísticos de Ajuy: sus famosas cuevas.


A nuestra llegada, aparcamos en un extenso aparcamiento existente a la derecha de la playa, justo donde comienza el sendero que va a las cuevas. La brisa marina suaviza agradablemente la temperatura, convirtiendo el paseo hasta las cuevas en una agradable caminata.
Unas enormes rocas fosilizadas flanquean nuestro paso mientras dejamos el pueblo y su playa a nuestra izquierda. Frente a nosotros, unos agrestes acantilados descienden bruscamente al mar.
Al final del camino unas estrechas escaleras descienden hasta unas oscuras oquedades que llaman mucho más la atención por su altura que por su profundidad, más bien corta. Exploramos las cuevas con detenimiento antes de volver sobre nuestros pasos para acercarnos hasta el pueblo de Ajuy.
 





 
Nos hubiera gustado haber tomado algo relajadamente en alguna de las terrazas cercanas a la playa ya que los atardeceres tienen fama de ser extraordinarios desde este lugar pero ya estaban recogiendo todo y aunque intentamos que nos dejaran tomar algo, nos resultó del todo imposible. No eran aún las 6 pero allí ya no servían nada.
Visto el poco éxito obtenido, optamos por abandonar la zona y acercarnos poco a poco a casa. Pero antes de ir a casa haríamos una paradita en Puerto Rosario para conocer la actual capital de la isla.
 
Playa de Ajuy

 

Puerto Rosario
Antiguamente conocido como Puerto Cabras, se calcula que el primer asentamiento tuvo lugar a finales del siglo XVIII. Posteriormente, en 1860, se constituyó como capital de la isla. En 1956, pasa a llamarse Puerto del Rosario.
Gran número de esculturas y murales contribuyen a alegrar la cara de sus calles y fachadas.
Como cualquier localidad costera que se precie, goza de excelentes playas como son las de Puerto Lajas, Playa de Los Pozos y Playa Blanca, donde los surferos disfrutan de su actividad favorita.
Otros puntos turísticos a destacar serían la Casa-Museo Unamuno, la Iglesia Nuestra Sra. del Rosario, los hornos de cal, el ecomuseo la Alcogida, además de los inevitables zonas comerciales, parques, bares, discotecas, pubs, etc,etc.


No disponíamos de demasiado tiempo para visitar la capital ya que la noche se estaba echando encima por lo que nos limitamos a dar un paseo por la avenida marítima y tomar algo relajadamente en alguna terraza próxima al mar.
El día había llegado a su fin y poco a poco nos retiramos a nuestro apartamento, en Caleta de Fuste.
Ducha, cena en casa y agradable sobremesa en la terraza, como no podía ser de otra manera, supusieron el brillante broche final de la jornada.

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