Hoy era nuestro cuarto día en Fuerteventura y el elegido para visitar el noreste de la isla. Tras el habitual desayuno en la terraza, salimos a la calle para montar en el coche y tomar dirección a las dunas de Corralejo.
Teníamos por delante unos 40kms, que según el GPS, tardaríamos poco más de media hora en cubrir.
Dunas de Corralejo
Podríamos decir que si hay un símbolo que muestre más representativamente la esencia de Fuerteventura, éste sería el Parque Natural de Corralejo. Y es que con sus más de 2.600 Ha de superficie, puede presumir de ser el mayor complejo dunar de todas las islas canarias.
Perderte por sus campos de arena dorada, te hará vivir las mismas sensaciones que si estuvieras inmerso en alguno de los enormes desiertos del planeta. Alrededor de 10kms de largo y más de dos de ancho repletos de arena y dunas, representan espacio más que suficiente para tales sensaciones.
Este extenso mar de arena proveniente de la desintegración de conchas y esqueletos de animales marinos, se ha convertido en un verdadero icono de la isla majorera que atrae a gran número de visitantes en busca de soledad y exóticos paisajes.
La carretera FV1 que une Pto Rosario y Corralejo, atraviesa longitudinalmente el parque a la vez que ofrece un fácil acceso a la zona. A lo largo de la carretera encontraremos zonas habilitadas para aparcar aunque en temporada alta, el asunto puede complicarse un poco.
Las playas de fina y blanca arena y las aguas turquesas que discurren a lo largo del parque, constituyen otro de los atractivos turísticos de la zona. Mientras que las del norte cuentan con más servicios, son más largas y más turísticas, según vayamos descendiendo hacia el sur podremos encontrar playas más tranquilas y salvajes pero eso sí, menos dotadas de servicios.
Algunas de sus playas más frecuentadas podrían ser Playa Larga, Playa del Moro, Playa Alzada, Playa Médano, Playa el Viejo, Playa el Bajo Negro.....
En todas ellas está permitido el nudismo y en algunas como en Médano, se pueden encontrar escuelas de deportes naúticos. En resumidas cuentas, un paraíso paisajístico pleno de magia y singularidad que exije todos los cuidados necesarios para mantenerlo limpio y libre de residuos que puedan alterar el frágil equilibrio de estos ecosistemas. No lo olvidemos...
Justo a la entrada del parque, se alza ante nosotros la Montaña Roja, un imponente cono volcánico de unos 300 metros de altitud que se erije desafiante junto a la carretera.
Estábamos en las estribaciones del parque y había que ir buscando un sitio para parar. La ventaja de viajar en tiempos de pandemia, alguna tenía que haber, es que no hay problemas para aparcar en ningún sitio por turístico que éste sea. En efecto, al llegar al parque pudimos aparcar donde quisimos.
Con arena a ambos lados de la carretera, optamos por adentrarnos en primer lugar a las altas dunas que coronaban el interior del parque y que ejercían un poderoso poder de atracción al que no pudimos resistirnos.
Una caminata por la arena no acostumbra a ser nada descansado debido a la inestabilidad del terreno por lo que nos limitamos a ascender hasta lo alto de una duna para posteriormente descender y sentir la soledad y el abrumador paisaje que nos rodea, sintiendo estrechamente las sensaciones que nos proporciona el auténtico desierto donde nos encontramos inmersos.
Tras esta incursión, seguiremos transitando por la arena pero esta vez, en un hábitat mucho más conocido por nosotros. La sóla presencia del mar parece cambiarlo todo a pesar de que nos encontramos en los mismos arenales que hace tan solo unos minutos.
Sin embargo, las olas y las rocas que salpican la orilla, cambian por completo la percepción que tenemos de nuestro entorno.
Un agradable paseo por una playa sin masificaciones de ningún tipo, nos permitió tomar el sol un rato a la vez que la suave brisa marina nos libraba de una excesiva sensación de calor.
Unas curiosas construcciones circulares de piedras, permitían a los bañistas tomar el sol al resguardo del incómodo viento tan habitual por estos lares.
Ya de vuelta al coche, aún haríamos otra parada más al norte para dar otro paseo por la playa antes de dirigirnos a la cercana localidad de Corralejo, donde teníamos previsto comer.
Tan sólo un par de kms nos separaban de Corralejo.
Corralejo
Perteneciente al municipio de La Oliva, en la actualidad cuenta con una población cercana a los 18.000 habitantes.
A pesar de que en un principio Corralejo era un humilde pueblo de pescadores sin apenas importancia, durante los siglos XVIII y XIX, a medida que el municipio de La Oliva va adquiriendo relevancia, aumenta la producción de cereales destinados a la exportación. En el siglo XX, el turismo comienza a tener un peso importante en la ciudad. Gracias a ello, tanto la actividad inmobiliaria como la pesca han vivido un importante impulso económico.
Dadas sus extraordinarias condiciones para la práctica de deportes como el surf, kitesurf, windsurf y stand up paddle, ha adquirido fama internacional gracias a lo cual, todos los años se celebra en sus playas el Canarias Surf Film Festival.
Además de la práctica de estos deportes, Corralejo completa su oferta turística con actividades tan atractivas como su Acua Water Park, excursiones en barco a la cercana Isla de Lobos o a la vecina Lanzarote. No en vano, su puerto es uno de los que posee mayor tráfico de pasajeros de toda Canarias.
Por último, y como suele ser habitual en este tipo de lugares, no faltan las tiendas, centros comerciales, bares, restaurantes y pubs a lo largo de todas sus calles y avenidas.
Llegamos a Corralejo con el tiempo justo de recorrer sus calles más emblemáticas antes de sentarnos en alguna de sus atractivas terrazas para tomar unas cervecitas a orillas del mar. Nos habíamos planteado la posibilidad de pasar a Isla de Lobos en alguno de los ferrys que partían desde el puerto pero el hecho de tener que estar sometidos a horarios para ir y volver, hizo que abandonáramos la idea; preferíamos perdernos por las callejuelas del pueblo, tomar unas cervecitas y comer donde nos cuadrara.
Así lo hicimos, paseando por una avenida marítima repleta de restaurantes intentando atraer turistas a sus mesas.
Muchos de estos restaurantes cuentan con unas rústicas mesas de madera en las rocas, junto al mar, donde limpian el pescado capturado cada jornada. Todas las tripas y restos de los pescados que limpian van directamente al agua lo que provoca que muchas especies se aprovechen de la oportunidad y acudan diariamente a por comida fácil. Nosotros tuvimos ocasión de ver cómo una enorme mantaraya se acercó hasta las rocas de la orilla buscando algún trozo de pescado que llevarse a la boca. Impresionante!!!
Llegada la hora de comer, nos sentamos en uno de los numerosos restaurantes de la zona para pedir una paella de mariscos y pescado; para picar algo mientras la preparaban, pedimos unos chopitos y una ensalada.
Para beber pedimos un vino blanco de Lanzarote del que dimos buena cuenta con el ánimo de que nos ayudara a meternos entre pecho y espalda la enorme paella .
Había llegado la hora de levantarse pero ya sabíamos que ponerse a andar a esas horas, con la tripa llena bajo el sol canario, no era una tarea sencilla. A trancas y barrancas conseguimos ponernos de nuevo en ruta pero no tardamos demasiado en caer derrotados en otra terraza a orillas del mar donde, posteriormente a un reconfortante baño, nos tomamos un refresco que nos ayudara a hacer la digestión. Qué vida tan dura!!!
Pasamos los últimos momentos en Corralejo, perdiéndonos por sus callejas, con el tiempo suficiente para darnos cuenta de que aquí también la pandemia está causando estragos. Multitud de bares, pubs y restaurantes permanecían cerrados ante la falta de turistas.
Ya atardeciendo, regresamos al coche para volver a casa aunque antes debíamos pasar por el super para hacer alguna compra. Además, si llegábamos con tiempo, queríamos dar una vuelta por la parte trasera del centro comercial donde se encontraba la Playa de la Guirra y unos viejos hornos de cal.
Tal y como planeamos, una vueltilla por los hornos y la coqueta playa a las afueras de Caleta, pusieron punto final a una jornada marcada por las espectaculares dunas de Corralejo.
Ruta de la jornada:
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