Nuestro quinto día en Fuerteventura lo íbamos a dedicar a visitar la zona noroeste de la isla. Para el día de hoy habíamos planeado visitar los siguientes puntos:
- mirador de Vallebrón
- los Molinos de Villaverde
- El Cotillo
Una vez desayunamos todos relajadamente mientras contemplábamos el mar desde nuestra terraza, comenzamos la primera etapa de la ruta hasta Vallebrón. Media hora de viaje para salvar los 35kms que nos separaban de este punto en el interior de la isla.
Mirador Vallebron
Muy cerca del pueblo de Vallebrón, en el interior del Paisaje Protegido de Vallebrón que ocupa una extensión de más de 1600 Ha, se encuentra ubicado el Mirador de la Degollada de Valle Grande, más conocido como Mirador de Vallebrón.
Para llegar hasta allí deberemos tomar la carretera FV 103 hasta llegar al aparcamiento que nos permitirá dejar el coche junto a la carretera. Unas escaleras ascienden hasta lo alto del mirador desde donde tendremos excelentes vistas a la montaña sagrada de Tindaya, el Cotillo, La Oliva, Los Pedregales, y sur del barranco de Esquinzo.
Inaugurado en 2007, se encuentra en la ladera noroeste de la Montaña de la Muda, un lugar de gran interés cultural por ser donde el pueblo majo fundó un importante asentamiento y enterró a sus muertos, dejando un importante legado como la llamada Iglesia de los Majos y un gran número de grabados rupestres.
Cuando llegamos al aparcamiento, éramos los únicos visitantes de la zona. Dejamos el coche y comenzamos a ascender las escaleras que discurren por la ladera de la montaña hasta llegar al mirador.
Las vistas son excepcionales, destacando como indiscutible protagonista la Montaña Sagrada de Tindaya, alzándose en solitario sobre la conocida como la gran llanura de Esquinzo.
El mirador cuenta con un telescopio para disfrutar plenamente de las vistas pero en el momento de nuestra visita no funcionaba.
Nos encontrábamos en una zona sagrada para los abórigenes y ello aportaba un halo de misterio y misticismo, a un paisaje ya de por sí extraordinario.
Tindaya
Distante 6 kms del mar, con una altura de 400 metros, esta montaña considerada sagrada cuenta con más de 300 grabados con forma de pie llamados podomorfos, tan solo existentes en Canarias, en las islas de Fuerteventura y Lanzarote y en alguna zona de influencia bereber del norte de Africa.
Aunque se desconoce el auténtico significado de los denominados podomorfos, se cree que éstos tienen relación con los astros y llama poderosamente la atención su orientación hacia el Teide y las montañas más altas de Gran Canaria.
Lo que sí parece claro es que Tindaya debió ser para los antiguos pobladores de la isla un lugar lleno de magia y misticismo donde a buen seguro se celebraban todo tipo de ritos y ceremonias de carácter mágico y religioso.
Cuenta la leyenda que en la Cueva del Bailadero de las Brujas, una caverna que comienza en la base del Tindaya, tenían lugar prácticas de brujería y rituales de iniciación, siendo también el lugar favorito para las brujas que iban a bailar a medianoche.
Otra teoría, sin embargo, asegura que no se trataban de "bailaderos" sino de "baladeros".
Los aborígenes acostumbraban a celebrar una ceremonia en tiempos de sequía en la que tenían la creencia de que a través de los gritos lastimeros de los animales, conseguirían la misericordia de los dioses. Por eso, separaban a los baifos ( cabritos) de sus madres para conseguir que éstos balaran desesperadamente llamando a sus madres y los dioses se apiadaran enviando la anhelada lluvia.
No fuimos testigos de ningún ritual ni de ningún grito lastimero pero de cualquier forma pasamos un gran rato disfrutando del espléndido paisaje, algo que además tuvimos posibilidad de hacer en total soledad y silencio.
Poco a poco comenzamos a bajar las escaleras para volver al aparcamiento y continuar la ruta hacia los Molinos de Villaverde de donde nos separaban 10kms y a los que no tardaríamos en llegar ni siquiera 10 minutos.
Son numerosos los molinos que salpican la geografía de la isla y durante el día de hoy íbamos a visitar unos de los más famosos de Fuerteventura.
Dejando al margen los utilizados para la extracción de agua de los acuíferos subterráneos, nos centraremos en los dedicados a la producción de harinas.
Molinos de Fuerteventura
Se distinguen dos tipos de molino en la isla: los molinos y las molinas.
Tras la conquista de la isla en el siglo XV, los recién llegados se instalaron en los valles más fértiles donde cultivaron cereales como el trigo, la cebada y el centeno. En un principio era molido en pequeñas cantidades en pequeñas tahonas o en molinos movidos por el ser humano y los animales pero a medida que la población fue creciendo, se vieron obligados a emplear métodos más sofisticados para aumentar la producción.
Es entonces cuando se comenzaron a construir los molinos de viento de planta circular y normalmente con tres alturas. Gracias a un gran timón de madera en la parte posterior, lo giraban buscando que la dirección del viento moviera sus aspas.
Pero en la segunda mitad del siglo XIX surge otro tipo de construcción, generalmente de forma rectangular y de una sóla planta que facilita el trabajo del molinero, al no tener que moverse de una planta a otra con el trabajo que ello conllevaba. Son las denominadas molinas.
Desde finales del siglo pasado son considerados Bien de Interés Cultural.
Podemos destacar los siguientes:
- Municipio de Antigua: Molino de Antigua, Molinos de Valles de Ortega, Molina de Valles de Ortega, Molino de La Antigua-Durazno y Molino de La Corte.
- Municipio de La Oliva: Molino de Corralejo, Molina de Manolo Hierro, molino de Domingo Estévez, la Molina de Juan Morera, los Molinos de Villaverde, Molino del Roque, Molino de Lajares, Molina de Lajares, Molina Tindaya-Tebeto.
- Municipio de Puerto del Rosario: Molino de Tefía, Molinos de Los Llanos de La Concepción, Molina de La Asomada, Molina de Puerto Lajas y Molinas de Almácigo.
- Municipio de Tuineje: Molino de Tiscamanita.
Nosotros visitaremos los de Villaverde, de fácil acceso y donde podrás dejar tu coche a escasos metros de los mismos.
Ubicados en lo alto de un montículo, estos dos molinos se recortan en el horizonte ofreciendo una estampa inolvidable.
No se tarda mucho en la visita ya que están bastante cercanos uno del otro y además en nuestro caso, tuvimos el privilegio de visitarlos prácticamente en solitario.
Los campos aledaños tapizados de una especie de líquenes y las montañas volcánicas que nos rodean, añaden al lugar un encanto especial.
Tras la relajada visita, continuamos ruta hacia nuestro próximo destino: El Cotillo.
Una vez más, habíamos elegido un lugar costero para hacer un alto en el camino y degustar los sabrosos productos del mar. Tan sólo estábamos a 17 kms de allí, poco más de un cuarto de hora en coche.
El Cotillo
No se tarda mucho en la visita ya que están bastante cercanos uno del otro y además en nuestro caso, tuvimos el privilegio de visitarlos prácticamente en solitario.
Los campos aledaños tapizados de una especie de líquenes y las montañas volcánicas que nos rodean, añaden al lugar un encanto especial.
Tras la relajada visita, continuamos ruta hacia nuestro próximo destino: El Cotillo.
Una vez más, habíamos elegido un lugar costero para hacer un alto en el camino y degustar los sabrosos productos del mar. Tan sólo estábamos a 17 kms de allí, poco más de un cuarto de hora en coche.
El Cotillo
Esta pequeña pero encantadora localidad costera que está ubicada en el occidente de la isla, en el municipio de La Oliva, cuenta con una población cercana a los 1500 habitantes.
Ya en el siglo XVII se tiene constancia de la existencia de un pequeño poblado pesquero, entonces conocido como Puerto del Roque, en la actual ubicación de El Cotillo. De hecho, solo a partir de la segunda mitad del siglo XX se le reconoce por su nombre actual, siendo a partir de 1980 cuando experimenta un gran aumento en su población gracias a la irrupción del turismo. A pesar de todo, afortunadamente El Cotillo ha sabido mantener su esencia y sigue manteniendo el encanto de estos pequeños pueblos pesqueros, huyendo de la construcción de grandes complejos hoteleros y urbanísticos; pequeños hoteles y algunos apartamentos, son los encargados de dar alojamiento a un turismo que a día de hoy se aleja de la masificación.
Sus excelentes playas de fina arena blanca y aguas transparentes se han ganado una fama, internacionalmente conocida.
Era poco más de mediodía cuando llegamos a El Cotillo. Dejamos nuestro coche muy cerca de la Torre del Tostón, una construcción erigida en 1700 con el objeto de defender la zona de los ataques piratas bereberes, franceses e ingleses. Está construído con piedras extraídas de una cueva cercana y su interior tiene capacidad para 12 personas. En la parte superior había espacio para instalar hasta 3 cañones.
Esta fue nuestra primera visita pero aún nos quedaba mucho por descubrir...
Siguiendo por los acantilados, tomamos dirección al pequeño puerto de la localidad. Unos hornos de cal y una calle con varios restaurantes nos recibieron a su entrada. Parecía que ya teníamos controlada la zona de restaurantes con vistas al mar pero continuamos hacia el pequeño puerto, ubicado un poco más adelante.
Debo reconocer que si tengo que elegir un pueblo con encanto en Fuerteventura, sin lugar a dudas me quedo con El Cotillo.
Un minúsculo puerto totalmente protegido con una gran roca a su entrada, albergaba algunas pequeñas embarcaciones de pesca ofreciendo una estampa espectacular desde donde nos encontrábamos.
Bajamos hasta allí para ver de cerca aquella joya tan pequeña como pintoresca y tras un relajado paseo decidimos sentarnos en algún bar cercano para disfrutar de aquel lugar como se merecía.
Bajamos hasta allí para ver de cerca aquella joya tan pequeña como pintoresca y tras un relajado paseo decidimos sentarnos en algún bar cercano para disfrutar de aquel lugar como se merecía.
Elegimos el Cotillo Ocean View, un hotel con restaurante y unas vistas que nos dejaron sin palabras. Un mar de aguas transparentes llegaba hasta otra zona del pueblo que estuvimos a punto de perdernos, repleto de pequeñas casas blancas de pescadores y multitud de bares y restaurantes. Y lo mejor era que no había masificación de ningún tipo y sólo un puñado de personas paseaban por sus estrechas callejuelas. Justo el tipo de pueblos que me fascinan...
Bajamos hasta allí dispuestos a empaparnos del relajado ambiente que se respiraba y tras recorrer sus escasas callejas y tomarnos algo a escasos metros del mar, elegimos un sitio para comer.
Como no podía ser de otra forma, pedimos una parrilla de pescados y mariscos y una gran vieja, también a la parrilla, que acompañamos con un vino blanco de la vecina Lanzarote. Comimos en la parte superior del restaurante donde una terraza al aire libre nos ofrecía unas vistas espectaculares.
Como de costumbre, lo peor de estas comilonas es volverse a levantar y ponerse a caminar con la tripa llena y el sol pègando fuerte así que decidimos volver poco a poco al coche para visitar una playa cercana, a poco más de un km de allí.
La Playa de La Concha resultó ser una pequeña cala sin demasiada gente y con unas aguas transparentes que invitaban a sumergirse en ellas sin pensárselo demasiado. Así lo hice mientras mis compañeros prefirieron esperar en un chiringuito cercano mientras se tomaban un refresco.
El oleaje era prácticamente inexistente gracias a un arrecife que la protege y a la vez, ofrece una excelente oportunidad para hacer snorkel y observar la rica fauna existente.
La Playa de La Concha resultó ser una pequeña cala sin demasiada gente y con unas aguas transparentes que invitaban a sumergirse en ellas sin pensárselo demasiado. Así lo hice mientras mis compañeros prefirieron esperar en un chiringuito cercano mientras se tomaban un refresco.
El oleaje era prácticamente inexistente gracias a un arrecife que la protege y a la vez, ofrece una excelente oportunidad para hacer snorkel y observar la rica fauna existente.
Galardonada con Bandera Azul gracias a la calidad de sus aguas, se dice que es una de las mejores playas de toda la isla. Desde luego, a mí me encantó....
El refrescante bañito me dejó como nuevo y no tardé en unirme a mis amigos para decidir qué haríamos el resto de la tarde.
No nos costó demasiado tomar la decisión de acercarnos hasta una curiosa playa cercana a Corralejo, a unos 20 kms de aquí. Se trata de la famosa Popcorn Beach o Playa de las Palomitas.
La Playa del Bajo de la Burra
Más conocida por el nombre de Playa de las Palomitas, se caracteriza por su peculiar arena o mejor dicho, sus rodolitos. Los rodolitos no son otra cosa que algas calcáreas que poseen gran parecido a las palomitas de maiz y que las corrientes marinas van depositando en la costa.
No es ésta la única playa con estas características existente en Fuerteventura pero posiblemente sea ésta la más famosa.
Ubicada en el municipio de La Oliva, con sus 500 metros de largo, esta playa no está exenta de historias y leyendas sobre tesoros y piratas.
Por último, recordar que está terminantemente prohibido llevarse los rodolitos a casa, práctica que se ha hecho habitual en los últimos tiempos y está causando importantes daños al entorno.
Un paseo por la zona y las fotos de rigor, pusieron fin a una curiosa visita de una playa tapizada de palomitas de maíz.
El día se va consumiendo y queremos intentar ver la puesta de sol en algún sitio favorable por lo que vamos a volver por el mismo camino para llegar a El Cotillo e intentar buscar un buen sitio.
De camino, vemos la imponente silueta del volcán Calderón Hondo recortándose contra el azul del cielo, una montaña de casi 300 metros de altitud y al que me hubiera gustado ascender pero no encontré el momento oportuno. Se dice que las vistas desde arriba, pudiéndose dar toda la vuelta al cono volcánico, permiten apreciar todo el norte de la isla. Otra vez será....
De camino, vemos la imponente silueta del volcán Calderón Hondo recortándose contra el azul del cielo, una montaña de casi 300 metros de altitud y al que me hubiera gustado ascender pero no encontré el momento oportuno. Se dice que las vistas desde arriba, pudiéndose dar toda la vuelta al cono volcánico, permiten apreciar todo el norte de la isla. Otra vez será....
Continuamos hasta llegar a nuestro objetivo y buscamos un lugar despejado, algo nada difícil, desde donde poder disfrutar la puesta pero desgraciadamente unas densas nubes se habían instalado en el horizonte, echando por tierra nuestras pretensiones.
Aún así esperamos un poco hasta que el sol desapareció bajo las aguas del océano e hicimos unas fotos testimoniales pero que nada tenían que ver con lo esperado. No estamos teniendo suerte con los atardeceres ya que cada vez que hemos estado en la costa occidental de la isla, la mejor para disfrutarlos, las nubes nos han impedido hacerlo.
Una vez desaparecido el sol, ha llegado la hora de emprender la vuelta a casa a la que esperamos llegar en menos de una hora. Nos aguardan unos 55kms de oscuras carreteras por el interior de la isla hasta que lleguemos a la costa oriental de la misma.
Con el tiempo justo para darnos una ducha antes de ponernos a preparar la cena, llegamos a nuestro coqueto apartamento en Caleta de Fuste. Una ensalada, una tortilla de jamón y queso y un poco de queso majorero, fueron la antesala de otra agradable y relajada charleta en la terraza de casa mientras oteábamos un cielo lleno de estrellas, en busca de una vía láctea que no acabamos de encontrar.
En fin, nos tomaremos otra copita a ver si aparece.....
Ruta de la jornada
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