Serán tres las noches que pasaremos en el Kanha Jungle Camp y cinco los safaris que tenemos previstos realizar en el Parque de Kanha.
En esta ocasión, la entrada al parque estaba un poco más distante de nuestro hotel, pero en 15 minutos cubríamos la distancia de poco más de 10 kilómetros que nos separaba de la Puerta de Mukki.
Al igual que en Pench, la jornada comenzaba en la recepción del hotel, donde tomábamos un rápido café, a la luz de la luna.
En la entrada al alojamiento nos esperaba nuestro guía para llevarnos hasta la entrada Mukki, puerta de acceso al parque de Kanha.
La temperatura a esas horas de la mañana nos obligaba a ir bien abrigados pero aún así, en el hotel nos ofrecían una manta y una bolsa de agua caliente que no dudamos en aceptar.
El recorrido hasta el parque a través de una carretera bien asfaltada, permitía a nuestro guía conducir a una velocidad considerable, lo que unido a que el vehículo no estaba cubierto, provocaba que la sensación de frío se multiplicara.
Ya en la entrada, era momento de hacer cola hasta que nos asignaran el guía que nos acompañaría a lo largo del safari.
Con los primeros rayos de sol atravesando los densos bosques de sal, comenzamos nuestro primer safari por Kanha.
Unos sambar, un chacal y un nuevo antílope que no habíamos visto hasta ahora, el barasinga, fueron los primeros animales en presentarse.
El barasinga o ciervo de los pantanos (Rucervus duvaucelii) se trata de un ciervo de unos 125 cms de altura y alrededor de 175 kgs de peso.
Tras las pertinentes paradas para hacer las primeras fotografías de la jornada, proseguimos nuestro camino en busca de gatos.
Nada más entrar en el parque, un oso perezoso se ha cruzado en la pista y aunque hemos intentado descubrirlo en el bosque durante un buen rato, no tenemos éxito; una pena que se nos haya escapado por unos minutos ya que es un animal que nunca hemos visto.
El safari sigue hasta que unos bonitos ejemplares de pavo real, a los que la luz del sol realza sus metálicos colores, se cruzan en nuestro camino.
Durante el resto de la mañana, los ya habituales chitales, langures, barasingas, sambar y demás fauna, nos acompañan en nuestro recorrido.
También una pareja de mochuelos de jungla y un búho pescador de Ceilán (Ketupa zeylonensis) que nos niega su mirada y sólo nos ofrece su espalda, provocan una parada para las fotos de rigor.
Los tigres han vuelto a darnos esquinazo durante toda la mañana y aunque hemos visto numerosas huellas y oído abundantes gritos de alarma, se han mantenido ocultos en la espesura de la selva.
Tras el desayuno para reponer energías, debemos tomar el camino de vuelta al hotel donde comeremos antes de regresar al parque.
Durante el camino de vuelta aprovechamos para fotografiar las típicas estampas cotidianas de la vida en este rincón del planeta. Las coquetas casas azules de la zona, los arrozales, los tuk tuk y la gente transportando todo tipo de mercancías por la carretera, atraen inevitablemente nuestra atención.
Ya en el hotel, disponíamos de un rato libre antes de la comida que aprovechamos para explorar un poco los alrededores, a plena luz del día. Ayer llegamos al atardecer y hoy nos hemos ido de noche así que aún no habíamos visto dónde nos encontrábamos.
Rodeados de mariposas y algunos pajarillos, exploramos durante un ratillo los terrenos donde se ubicaba nuestro hotel.
Pero no había demasiado tiempo que perder ya que no tardaron en avisarnos de que la comida estaba lista.
Un rico buffet nos esperaba en el comedor con vistas a la selva.
Apenas nos quedaba tiempo para refrescarnos y asearnos un poco antes de acudir de nuevo a la entrada del hotel para subir a nuestro coche y tomar rumbo al parque.
En esta ocasión, una paloma verde de patas amarillas ( Treron phoenicopterus ) y una avefría de barba roja (Vanellus indicus) fueron las encargadas de darnos la bienvenida.
Un imponente gaur no tardó en unirse a la lista de invitados. El gaur (Bos gaurus) también conocido como bisonte indio, está estrechamente emparentado con la vaca doméstica llegando a sobrepasar los dos metros de altura y los 1000 kgs de peso. Nos encontramos ante el bóvido más grande del planeta.
De pronto, unos gritos de alarma nos llevaron hasta una zona donde se concentraban numerosos coches. Parece ser que han visto un tigre durante unos segundos, antes de desaparecer en la selva. Las alarmas seguían oyéndose lo que indicaba que el tigre seguía por allí pero no se dejaba ver.
Nuestro guía se esforzaba en dar con él y no paraba de dar indicaciones al conductor tratando de encontrarlo pero no hubo manera.
Volvimos a la zona donde se concentraban todos los vehículos y de repente, con el coche parado, nos dijo: " el tigre se acerca ".
Nos miramos sorprendidos mientras lo buscábamos entre la espesura de la vegetación pero nada parecía indicar que un tigre estuviera próximo.
Unos segundos más tarde, la cabeza de un gran tigre asomaba tras unos arbustos. Personalmente no me lo podía creer, aquello parecía una obra de brujería...
Lo que aconteció allí durante los siguientes minutos, fue algo que no nos gustó demasiado.
El tigre apareció justo frente a nuestro coche con la clara intención de atravesar la pista y continuar su camino pero las decenas de coches que se encontraban en la zona se abalanzaron sobre él provocando una situación caótica en la que todos los coches luchaban por ser los que más cerca se situaban del tigre.
Nos vimos rodeados de coches por todos los lados mientras el tigre se encontraba en lo alto de un talud apenas a dos metros de nosotros.
Si el animal hubiera reaccionado agresivamente ante esta situación, nos podría haber destrozado. Inmovilizados por el resto de vehículos, nos encontrábamos atrapados, sin poder de reacción.
Afortunadamente, el animal lo único que quería era buscar un espacio entre los coches para atravesar la pista así que en cuanto pudo, bajó a la pista y la atravesó.
Aquello se convirtió en una guerra por seguir la pista del tigre y poder sacar la mejor fotografía. Algunos coches chocaron y otros estuvieron a punto de caer por el arcén ante nuestra mirada de sorpresa e indignación.
Allí podía pasar cualquier cosa así que pedimos a nuestro guía abandonar la zona y buscar animales en otro lugar.
Este ha sido mi segundo viaje a India en busca de tigres y si bien es verdad que cuando se ve un felino los conductores se esfuerzan en ofrecer una buena visión a sus clientes, hasta ahora siempre había existido unas básicas normas de respeto hacia el resto de coches y hacia el propio animal.
En esta ocasión se traspasaron todas las barreras...
Continuamos ruta mientras comentábamos con el guía el peligro que suponía actuar así ante la presencia de un tigre. El asentía pero su cara delataba la poca confianza en que el problema se resolviera, al menos en un plazo corto de tiempo.
Otra concentración de coches interrumpió nuestra charla. Nuestro guía mandó parar el coche antes de acercarse y miró por sus prismáticos detenidamente. Nos dijo que había un tigre tumbado en el bosque pero que nosotros esperaríamos allí por si salía al exterior ya que confiaba en que se dirigiera hacia donde nos encontrábamos.
De nuevo nuestro guía acertó de lleno. El tigre salió del bosque, se quedó tras un arbusto mirando en nuestra dirección y salió a un amplio claro para dirigirse directamente a donde se encontraba nuestro coche.
Este avistamiento fue totalmente diferente ya que aunque hubo movimiento de coches, no se llegó a agobiar al animal ni se puso en peligro a nadie.
Videos y fotografías se sucedieron durante largos minutos mientras el tigre se dirigía directamente hacia nosotros hasta que finalmente atravesó una estrecha pista para internarse de nuevo en el bosque.
Justo en ese momento, un coche se nos abalanzó por la izquierda llegando casi a impedir que el tigre continuara su camino. Nuestro guía, muy enfadado, tuvo unas duras palabras con el conductor de dicho vehículo. Está claro que más pronto que tarde, se deberán tomar medidas en los safaris e imponer una serie de normas.
El tiempo se agotaba y era el momento de abandonar el parque de nuevo.
Con un sabor agridulce, emprendimos el camino de vuelta. El segundo avistamiento había sido espectacular y pudimos disfrutar del tigre a tope pero el comportamiento de guías y conductores nos dejaban un triste sabor de boca.
Pero aún nos dio tiempo a disfrutar, antes de salir del parque, de un precioso atardecer que tiñó de rojo los bosques de Kanha.
Fue nuestra despedida del parque antes de llegar al hotel donde tras una ducha, nos reunimos en el comedor del hotel para tomar unas cervezas y comentar los momentos vividos durante la jornada, antes de cenar.
Mañana será otro día...
Ruta de la jornada:
Video de la jornada
Capítulo anterior: Pench ( III ). Traslado a Kanha.
Capítulo siguiente: Kanha ( II ).
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