17 enero 2016

Bali ( I ). Templos y arrozales.


Vamos agotando etapas de nuestro viaje y ahora toca tomar un vuelo que nos llevará desde la isla de Flores hasta nuestro último destino: Bali.
En esta ocasión hemos reservado un vuelo barato con Lion Air y sólo se nos permite facturar una maleta con un peso máximo de 10Kg. A pesar de que llevamos puesta la ropa y el calzado más pesado, nuestro equipaje sobrepasa el límite permitido en 6 Kg pero afortunadamente, aunque nos lo indican, no nos cuesta mucho convencer a la empleada para que no lo tenga en cuenta; al fin y al cabo es tan sólo un kilo por persona...

A las 16,15 despegamos, con media hora de retraso, para llegar a Bali una hora y media más tarde.
Vamos a pasar los últimos cuatro días en Bali y aunque estuvimos barajando la posibilidad de hacer un pequeño recorrido por la isla, durmiendo cada día en un sitio diferente, finalmente decidimos dormir las cuatro noches en Ubud y hacer desde allí excursiones a los puntos más interesantes. Para ello habíamos contactado con un guía de habla castellana que nos llevaría en su coche a los lugares que finalmente decidiéramos.
Con la incertidumbre típica que acompaña estas ocasiones, salimos del aeropuerto con la esperanza de que nuestro contacto no nos fallara y, como no podía ser de otra manera, en esta ocasión tampoco lo hizo.
Suenden, que así era como se llamaba nuestro guía, nos esperaba con el típico cartel en sus manos. Tras las presentaciones de rigor fuimos hasta el coche para desplazarnos hasta Ubud, localidad que se encuentra a tan solo 40 kms de allí pero que debido al intenso tráfico,
llegar hasta nuestro hotel nos costará más de una hora .
Durante el viaje le explicamos nuestros gustos y preferencias para organizar el recorrido de los días venideros y le recalcamos que huímos de los sitios más masificados. Preferimos visitar lugares menos turísticos pero más reales aunque eso suponga perdernos algunos sitios importantes. De cualquier forma, sabemos que Bali es la zona más explotada turísticamente de Indonesia y sabemos que no será sencillo esquivar las masificaciones.


Suenden nos deja en las puertas de nuestro hotel, el Bucu View Bungalows, donde nos espera el inevitable papeleo de entrada antes de que dos amables empleados nos llevaran hasta nuestras habitaciones. 
Es ya de noche y apenas podemos ver las instalaciones y alrededores del hotel aunque al llegar a la habitación observamos que se encuentra en un estado que deja mucho que desear. La manilla de la entrada se me queda en la mano al tirar de ella para abrir la puerta, el baño está un poco anticuado y los desconchados de las paredes reclamaban una capa urgente de pintura. 
Unas escaleras nos conducen a la planta de arriba donde se encuentra una gran habitación que mejora un poco, la pobre impresión inicial.
La luz es muy tenue y definitivamente habrá que esperar a mañana para poder comprobar a plena luz del día, si el hotel responde realmente a nuestras expectativas. 


Las opciones en Ubud son infinitas y nuestra elección se había basado en que este hotel estaba un poco alejado del centro, tenía piscina y parecía disponer de unas mínimas comodidades para finalizar nuestro viaje, todo ello a un precio asequible.
Una vez acomodados, quedamos en recepción para ir a cenar algo y ver un poco el pueblo aunque el cansancio comienza a pasar factura ya que llevamos despiertos casi 20 horas.


Cenamos en una pizzería cercana al hotel. La verdad es que son locales que en nuestra vida cotidiana no frecuentamos demasiado pero cuando estás de viaje lejos de casa, siempre se agradece cambiar un poco la dieta y comer cosas conocidas. Cenamos una ensalada y unas pizzas con unas cervezas made in Bali por 350.000 rupias (30€) y nos retiramos a nuestros aposentos. Mañana con luz, ya recorreremos las calles de Ubud....

A las 6,30 ya estoy despierto, es lo bueno de acostarse temprano. Una duchita y a las 7,30 salgo a recorrer los jardines del hotel. Realmente me choca el estado de abandono en el que se encuentran las habitaciones y lo cuidado que están los jardines y la coqueta piscina del hotel.






Una vez todos reunidos, nos sentamos a desayunar. El desayuno consta de un plato de frutas variadas, un plato de la carta a elegir y café o te con leche en abundancia; bastante correcto.
A las 8, antes de la hora acordada, Suenden ya nos está esperando. Comenzamos la jornada con una representación teatral balinesa cuya entrada cuesta 100.000 rupias por persona. Realmente no es caro ya que son aproximadamente 7€ pero nos parece un poco "turistada" y aunque el espectáculo rebosa colorido con las típicas danzas balinesas, sinceramente no es el tipo de atracciones que estamos buscando.



 

 

 











La siguiente visita nos lleva hasta una típica casa balinesa. En la puerta de entrada hay una placa que indica cuántas personas viven en su interior especificando el número de hombres y de mujeres. La casa consta de varias edificaciones entre las que destacan la cocina, las viviendas propiamente dichas, un templo propio dedicado a sus antepasados, cuadras para los animales, etc. Nos llama especialmente la atención los numerosos gallos de pelea que ellos mismos crían, los patos, un cerdo y varios puerco espines cuya carne aseguran es muy parecida a la de los conejos.




Toca ahora el turno de los templos y comenzamos con Goa Gajah, la Cueva del Elefante. Se trata de un templo del siglo XI dedicado al dios de la ciencia Ganesha y que se halla en el interior de una cueva en cuya entrada se encuentra tallado en la roca, un elefante. Casi tan famoso como el templo es un gran árbol plantado mientras se construía el mismo. Tres estanques llenos de carpas donde caen chorros de agua son utilizados por los hinduistas para asearse antes de comenzar sus oraciones.






Suenden nos explica detalladamente todo lo relacionado con el hinduismo, mostrando sin reparos sus fuertes convicciones religiosas.
Tras esta visita nos desplazamos hasta Tegallalang para visitar el templo de Gunung Kawi Sebatu donde debemos pagar 15.000 rupias antes de dar una apacible vuelta por su interior. Antes de entrar, hay una bonitas vistas de todo el complejo desde la parte de arriba que permiten ver cómo éste se haya ubicado al borde de la jungla.



 
 


 













Tras recorrer sus templos y estanques repletos de carpas y estatuas, nos dirigimos al volcán Batur donde aprovecharemos para comer en un restaurante que ofrece un variado buffet y posee unas excelentes vistas al volcán y al lago de su mismo nombre. El único problema es que está repleto de turistas.
Pero antes de llegar tuvimos ocasión de descubrir las facetas más oscuras y desagradables que provoca el turismo masivo. Cuando circulábamos por la carretera que llevaba a Kintamani, Suenden nos comentó que en esta zona la policía nos podía parar con el pretexto de comprobar que el vehículo estuviera con los papeles en regla pero nos aseguraba que lo único que buscaban era una compensación económica.
Un poco más adelante, un policía nos detuvo. Suenden sacó todos los papeles de la guantera y pude ver perfectamente cómo adjuntaba disimuladamente un billete de 10.000 rupias cuando se los entregó al policía. Este cogió el billete y devolvió inmediatamente toda la documentación a nuestro guía sin mirarla, ante nuestros ojos de asombro. Suenden nos aseguró que de no hacerlo así, se buscaría muchos problemas.


Pero no acabó todo ahí ya que al llegar a Kintamani nos volvieron a parar y Suenden nos pidió 20.000 rupias por cabeza por entrar al pueblo. Nuestro mosqueo aumentó notablemente y le dijimos a Suenden que no habíamos leído en ningún sitio que hubiera que pagar por visitar el pueblo y que nos parecía intolerable. El insistió en que era así y que el precio real de la entrada era de 35.000 pero nos aseguró que había regateado para que sólo pagáramos 20.000.
No sabemos si nuestro guía estaba implicado en este pago que consideramos un auténtico timo pero le dejamos bien claro que estas prácticas perjudican el turismo y algún día se arrepentirían de ello.


Tras este incidente y el restaurante turístico al que nos llevó, que desde luego se aleja mucho de los que solemos frecuentar en nuestros viajes, volvimos a hablar con Suenden para dejarle claro que no era eso lo que estábamos buscando. Nos ofreció cambiar de restaurante pero ya era tarde y optamos por quedarnos allí y disfrutar de las excelentes vistas que ofrecía su terraza. 

El buffet costaba 90.000 rupias, más la bebida, más el 21% de impuestos, la primera vez que pagábamos este tipo de taxas.
Nuestro paso por Kimantani se vio un tanto enturbiado por estos incidentes y creo que nos impidió disfrutar de los maravillosos paisajes que ofrecían tanto el volcán Batur, el más alto de la isla y actualmente activo, como el lago adyacente.





Pero ya habíamos visitado otros volcanes en Sumatra y nuestro paso por Batur fue simplemente testimonial. Era hora de acercarnos hasta nuestro próximo destino: los arrozales de Tegallalang.

 
Cuando nos dirigíamos hacia allí, varios carteles en la carretera nos recordaron charlas previas al viaje donde hablamos de probar el café más caro del mundo y que se podía degustar en varias zonas de las que teníamos previsto visitar durante nuestro viaje a Indonesia. Entre risas, habíamos bautizado a este café como "café cagado" y ahora estábamos descubriendo que aquí se llamaba "Kopi Luwak" (café de civeta). 

Se trata de un café que se obtiene de los excrementos de la civeta, un animal que se alimenta de los mejores granos de café y que una vez fermentados en su estómago, son expulsados a medio digerir entre sus excrementos. 
Según dicen los expertos, se trata del mejor café del mundo y ahora teníamos la oportunidad de comprobarlo.
Suenden detuvo su coche en uno de estos lugares y allí nos enseñaron todas sus plantaciones de café y otras muchas frutas y su proceso de elaboración, antes de ofrecernos una amplia degustación de cafés combinados con frutas y otros productos. 





A fuerza de ser sinceros tengo que decir que a ninguno de los integrantes del grupo, el café de civeta nos pareció ningún manjar pero lo cierto es que pasamos un agradable momento probando todo tipo de cafés.
Ahora sí, tomamos rumbo hacia nuestro último destino, los arrozales de Tegallalang. Suenden nos advierte que también nos cobrarán por entrar a los arrozales pero curiosamente, no sé si nuestras caras de desaprobación tuvieron algo que ver o sencillamente fue que llegamos al atardecer, dimos un largo paseo sin tener que pagar ni una rupia por ello. 

Lo que realmente nos molestaba no era pagar uno o dos euros por entrar a esos lugares sino la sensación de que estábamos siendo víctimas del abuso por parte de algunos espabilados que pretendían aprovecharse de los turistas. Siempre huímos de ese tipo de situaciones.

El paseo por los arrozales resultó muy agradable y nos permitió ver las distintas etapas por las que pasan los cultivos de arroz, desde su maduración hasta el estado en el que quedan los cultivos tras su recogida. Los distintos tonos verdes y las numerosas terrazas en medio de aquella naturaleza salvaje y exuberante nos obsequiaron con sus relajantes paisajes.


 


Era ya hora de volver a nuestro hotel donde tras despedirnos de Suenden hasta mañana y dar un breve paseo por sus cuidados jardines, nos conectamos a internet para reservar los vuelos de Bali a Kuala Lumpur que aún teníamos pendientes. Volaríamos con Malindo por unos 100€ por persona.
Resuelto este tema y tras darnos una ducha rápida, quedamos en recepción para dar una vuelta por Ubud y acabar cenando unos pinchos a la brasa de cerdo, pollo y seafood con sus correspondientes cervezas por 320.000 rupias (unos 22€).
Es hora de volver poco a poco hasta nuestro hotel ya que mañana toca madrugar de nuevo. 


Recorrido día-1 




2 comentarios:

Tawaki dijo...

Un viaje muy completo con el que me habéis puesto los dientes largos. Precioso. Está en mi lista de destinos desde hace mucho tiempo, esperando el momento adecuado.

aitor dijo...

Pues ya sabes...ánimo y al toro!!!
Saludoos