Por fin habíamos llegado a Ostional. Habíamos cruzado un salvaje río que atravesaba la carretera para llegar hasta aquí y nos habían dicho que para abandonar Ostional hacia el sur deberíamos cruzar otro río aún peor.
No había infraestructura turística de ningún tipo, apenas nos quedaban unos colones en la cartera y no veíamos ningún sitio para alojarnos.
¿Se puede pedir más?
Pero no pasa nada, al final todo se arregla. Alguien vio un viejo cartel descolorido que anunciaba un alojamiento, “cabinas Ostional”. Hacia allí nos dirigimos pero como era de esperar, estaban cerradas.
Una chica no tardó en aparecer cuando vio a unos “guiris” en los alrededores. “¿Desean algo los señores?”