05 agosto 2018

De Madzharovo a Burgas.


Apenas ha amanecido, mis compañeros se levantan para acercarse hasta las orillas del lago para echar un último vistazo antes de abandonar el lugar rumbo a Burgas.
Hace bastante frío y no tardan en volver a la cabaña ya que esta zona del lago no parece albergar demasiada diversidad ornitológica.
Cargamos nuestro equipaje en el coche y dejamos las llaves de nuestra cabañita debajo del felpudo como habíamos acordado.

Proseguimos con nuestra ruta hacia el este y hoy esperamos llegar a Burgas, a orillas del Mar Negro. Nuestra primera parada tiene lugar en el primer pueblo que atravesamos con el objeto de complacer nuestros estómagos. 

 

El olor a dulces recién hechos nos condujo hasta una panadería que se encontraba en plena producción del pan y los dulces típicos de la zona. Una máquina de café y unas mesas colocadas en un recinto cerrado, justo al lado de este establecimiento, fueron el complemento perfecto de un delicioso y apacible desayuno.  Aprovechando la parada, paseamos un rato por la pequeña localidad cuyo nombre no recuerdo y compramos pan, fruta, chocolate y algo para comer a lo largo del día.
Durante el pequeño paseo nos sorprendió un pozo ubicado en el centro del pueblo y que todavía parecía prestar servicio a sus habitantes.
 

Antes de llegar a Burgas, nuestro destino final, tenemos intención de acercarnos hasta las montañas de Sakar para hacer un pequeño recorrido a pie por sus suaves colinas en busca de alguna especie ornitológica interesante. 
A medida que íbamos avanzando, la carretera nos iba mostrando el cambio en el paisaje con montañas cada vez más suaves y con unos inmensos robledales que envolvían la carretera con sus típicos colores otoñales. El otoño estaba ya demasiado avanzado y era un poco tarde pero si hubiéramos viajado unas semanas antes, seguro que podríamos haber recolectado una buena cantidad de Boletus y otras delicateses micológicas.




No teníamos ningún punto establecido para realizar nuestra parada por lo que buscamos en el mapa una localidad que se encontrara inmersa en la cordillera de Sakar para aparcar en sus inmediaciones y hacer una ruta a pie.
La localidad elegida fue Kostur aunque dejamos el coche al borde de la carretera, unos kilómetros antes de llegar al pueblo.
Lo cierto es que a pesar de que el paseo entre aquellos preciosos robledales resultó muy agradable, el pajareo no tuvo demasiado éxito hasta que llegamos a las cercanías del pueblo. Hasta entonces, nos limitamos a disfrutar del bello paisaje otoñal y a recolectar algunos Lactarius deliciosus que aparecieron al borde de un extenso pinar que atravesamos.






En los aledaños del pueblo y en un grupo de almendros, vimos nuestros primeros Picos sirios afanados en recolectar las pocas almendras que quedaban en los árboles y buscar un lugar donde abrirlas. Estuvimos un buen rato entretenidos viendo el ir y venir de estos vistosos pájaros carpinteros mientras otras especies como pinzones y carboneros lúgubres revoloteaban por el bosquecillo.

Resultaba curioso observar el comportamiento los picos sirios ya que inmediatamente después de hacerse con una almendra, volaban hasta un cercano poste de cemento donde procedían a abrirlas aprovechando las oquedades y la dureza que ofrecía el mismo.







 


















Ya en el pueblo, otras especies como el gorrión molinero, el picogordo y algún mochuelo, se dejaron ver a lo lejos.
El tiempo no se detenía y era hora de ir hasta el coche de nuevo para retomar nuestra ruta hacia el Mar Muerto.








Sólo haríamos dos paradas más, una para comer algo al borde de la carretera y otra para intentar cambiar algo de dinero ya que en Burgas posiblemente esté todo cerrado cuando lleguemos. 

No tardamos en encontrar un banco donde cambiamos 200€ por persona a 1,94 LEV por Euro.

BURGAS
Burgas (Бургас), se erige como la segunda ciudad más grande de  la costa búlgara y es la cuarta más poblada del país. Los tracios fueron los primeros pobladores de esta estratégica localidad que hoy posee el puerto más grande e importante de Bulgaria.
Se encuentra rodeado de tres lagos, el de Atanosov, el Vaya y el más meridional de los tres, el Mandrensko lo que le convierte en un atractivo destino turístico en el que abundan los SPAS y donde mucha gente acude para disfrutar de sus famosos baños de barro medicinal.

Pero no son estos atractivos los que nos han traído hasta aquí sino su riqueza ornitológica gracias a la cual esperamos ver algunas especies nunca vistas antes por nosotros.
No en vano, nos encontramos bajo la vía Póntica, una auténtica autopista europea para millones de aves que utilizan estos lagos para decansar y alimentarse durante sus increibles rutas migratorias.
Como ya he comentado varias veces, no son las mejores fechas para la observación de aves ya que las que no pasan aquí el invierno ya han abandonado la zona y las que invernan en estas aguas, aún no han llegado pero seguro que Burgas nos deparará más de un momento memorable.

Tras atravesar el Lago Mandrensko, al sur de Burgas, nos dirigimos al hotel Avenue ubicado entre los dos lagos que rodean la ciudad y que considerábamos un buen punto de partida para visitar ambos humedales.
Lo hemos mirado en internet y parece ser que hay habitaciones libres así que preferimos reservar una triple, tras verla. Curiosamente, su precio en el buscador que hemos utilizado, es de 60 Levs pero al llegar nos piden 70. Tras comentarle que en internet cuesta 60, sin inmutarse nos dice que bien, que entonces 60.
La habitación, aunque sin lujos, no está mal así que no buscaremos más, nos quedamos allí. 



El recorrido de la jornada:


Tras dejar el equipaje decidimos dar un pequeño reconocimiento por la zona y rodeamos el lago Vaya para ver las mejores zonas desde donde intentar el avistamiento de aves. Miles de estorninos se concentran en los cables de la luz y en las copas de algunos árboles pero no vemos zonas que ofrezcan buena visibilidad al lago.
Tras consultar en internet, veo que hay varios observatorios en el lago Atanosov por lo que mañana intentaremos acercarnos hasta allí a ver si hay más suerte.


Ya de regreso en Burgas, tomamos unas cervezas y acabamos cenando algo en un restaurante griego cercano. No podemos dejar pasar la ocasión de cambiar la dieta y pedimos, además de una ensalada, pulpo a la plancha, un risoto con frutos del mar, unos postres y dos botellas de vino blanco. La gradable cena nos sale por 120 levs, poco más de 60€.
Son ya las 10 de la noche y hay que volver al hotel.
Mañana a las 7,30 desayunaremos y saldremos hacia el lago Atanosov.


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