Un vuelo de 45 minutos separaba Hanoi de Hue.
A nuestra llegada, nos esperaba Felix, la persona con la que había intercambiado todos los correos que ayudaron a preparar este viaje.
Sus primeras palabras tras la bienvenida, las dedicó a excusarse por los problemas que habían surgido muy a su pesar en días pasados.
Pronto comprobamos que Félix era un guía más profesional que los que habíamos tenido anteriormente pero también nos resultaba un poco más lejano aunque quizás fuera también porque apenas compartimos un par de días con él.
Así como Cam Tho, nuestra guía de la zona sur, era pura dinamita, alegre y dicharachera, Huang era exactamente lo contrario, un poco paradito, indeciso y con una actitud bastante “a la defensiva”, en un primer momento.
Lo cierto es que casi todos los problemas que surgieron, fue mientras estuvimos con él y era normal que se encontrara un poco descolocado; también nos comentó que estaba empezando con el tema del turismo y que a pesar de ser ingeniero agrónomo, le gustaría dedicarse plenamente al trabajo de guía turístico. Obviamente le quedaba mucho que aprender pero cuando conseguimos romper el hielo, pasamos momentos inolvidables con él.
Félix habla un castellano perfecto y nos pregunta si tenemos hambre o preferimos primero visitar la Ciudad Imperial. Lo cierto es que no tenemos nada de hambre así que decidimos hacer la primera visita prevista.
Tras la visita, unas negras nubes amenazan con otra tromba de agua, por lo que decidimos que es el momento de ir a comer algo.
Nos dirigimos a un elegante restaurante donde nos meten en un salón enorme para nosotros sólos, preciosamente decorado. Imagino que en esta sala organizarán bodas y reuniones de todo tipo.
Félix nos había comentado que quería resarcirnos de los problemillas que habíamos tenido y la verdad es que si bien el lugar nos sorprendió, mayor fue aún nuestra sorpresa cuando los camareros comenzaron a aparecer con platos exquisitamente preparados en los que los alimentos tenían la forma de figuritas reales y que provocaban verdadera lástima a la hora de metérselas en la boca. Hasta diez platos diferentes fueron desfilando ante nosotros en una comida de esas que no olvidas fácilmente.
Cuando salimos del restaurante, había caído una buena. Con el frescor tras la tormenta, fuimos a visitar la pagoda de Thien Mu para acabar el día con un tranquilo paseo por el río Perfume.
El taxi particular con el que nos estamos moviendo, nos espera para llevarnos al hotel. No recuerdo el nombre del alojamiento pero tampoco era nada del otro mundo.
El taxi particular con el que nos estamos moviendo, nos espera para llevarnos al hotel. No recuerdo el nombre del alojamiento pero tampoco era nada del otro mundo.
Tras descansar un poco y la ducha de rigor, nos damos una vueltecilla por los alrededores y nos perdemos por las escasas calles que concentran todo el ambiente de la ciudad. Todavía estábamos digiriendo los diez platos de la comida así que tomamos unos zumos y nos fuimos a dormir.
A las 7 de la mañana nos levantamos y tras el desayuno montamos en el taxi que iba a ser nuestro medio de transporte durante nuestra estancia en la zona centro para dirigirnos, esta vez, hasta el mercado de Hue.
Esta será nuestra última visita en Hue antes de seguir ruta hacia Hoi An y como era de esperar, la visita al mercado no me decepcionó en absoluto.
Esta será nuestra última visita en Hue antes de seguir ruta hacia Hoi An y como era de esperar, la visita al mercado no me decepcionó en absoluto.
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