Cuando me desperté el segundo día de nuestra estancia en Mara, nada hacía presagiar que la pequeña decepción del viaje estaba próxima a ocurrir.
Nos esperaba una larga jornada en la que según Simon, recorreremos unos 70-80 km a través de polvorientas pistas hasta llegar a las orillas del río Mara.
Una vez en marcha, no tardamos en comenzar a ver las grandes concentraciones de ñus que han llegado al Masai Mara en busca de los ansiados pastos.
Como todos los años, cumplen con la obligada aventura de atravesar el río Mara en su viaje desde el vecino parque tanzano de Serengeti.
Durante meses se alimentarán en los verdes pastos del parque a la vez que servirán de alimento a los grandes depredadores del Masai Mara.
Jirafas, elefantes, búfalos y jabalíes, entre otras especies, también van apareciendo ante nosotros sin tener que recorrer apenas distancia desde la puerta de entrada a un parque que bulle de actividad por los cuatro costados..
Como todos los años, cumplen con la obligada aventura de atravesar el río Mara en su viaje desde el vecino parque tanzano de Serengeti.
Durante meses se alimentarán en los verdes pastos del parque a la vez que servirán de alimento a los grandes depredadores del Masai Mara.
Jirafas, elefantes, búfalos y jabalíes, entre otras especies, también van apareciendo ante nosotros sin tener que recorrer apenas distancia desde la puerta de entrada a un parque que bulle de actividad por los cuatro costados..
A pesar de que varios integrantes del grupo estamos interesados en la observación de aves, pronto comprobaremos que éstas no son el fuerte de nuestro guía, dejándonos claramente patente que su mejor arma durante los safaris, será la utilización de la emisora que mantiene continuamente conectada.
Eso sí, no escatimará esfuerzos en llevarnos a ver los animales más esquivos y difíciles de localizar en el parque, en cuanto recibe noticias de su presencia.
Efectivamente, Simón no dudará en salir disparado en cualquier dirección cuando su emisora informa de la presencia de los grandes depredadores o de un importante acontecimiento.
Cuando ésto sucedía, tocaba agarrarse fuerte si no querías caerte.
Eso sí, no escatimará esfuerzos en llevarnos a ver los animales más esquivos y difíciles de localizar en el parque, en cuanto recibe noticias de su presencia.
Efectivamente, Simón no dudará en salir disparado en cualquier dirección cuando su emisora informa de la presencia de los grandes depredadores o de un importante acontecimiento.
Cuando ésto sucedía, tocaba agarrarse fuerte si no querías caerte.
Así llegamos hasta una zona en medio de la sabana donde un guepardo se guarecía a la sombra de unos arbustos.
Tras unos minutos observándolo y sacándole unas fotos, nos dimos cuenta de que se estaba recuperando de algún esfuerzo; su fatigosa respiración no dejaba lugar a dudas.
Pero la razón de su fatiga estaba semiescondida entre sus patas delanteras y los arbustos: un pequeño dik-dik que retiene entre sus garras.
Parece un poco nervioso ante nuestra presencia por lo que decidimos irnos para dejarle comer tranquilo. Simón respeta mucho a los animales cuando observa que no se encuentran tranquilos. Estamos de acuerdo con él.
Es el primer “gato” que avistamos en nuestro viaje y conocedores de la dificultad que supone poder verlos, lo celebramos con entusiasmo.
Tras unos minutos observándolo y sacándole unas fotos, nos dimos cuenta de que se estaba recuperando de algún esfuerzo; su fatigosa respiración no dejaba lugar a dudas.
Pero la razón de su fatiga estaba semiescondida entre sus patas delanteras y los arbustos: un pequeño dik-dik que retiene entre sus garras.
Parece un poco nervioso ante nuestra presencia por lo que decidimos irnos para dejarle comer tranquilo. Simón respeta mucho a los animales cuando observa que no se encuentran tranquilos. Estamos de acuerdo con él.
Es el primer “gato” que avistamos en nuestro viaje y conocedores de la dificultad que supone poder verlos, lo celebramos con entusiasmo.
Pero no imaginábamos que el Masai Mara aún nos tenía reservada otra grata sorpresa cuando poco después observamos a lo lejos varios vehículos parados alrededor de una gran acacia.
Tres preciosos guepardos tumbados a la sombra del gran árbol dormitaban ajenos a nuestra presencia.
En esta ocasión no mostraban ningún tipo de preocupación ni nerviosismo y soportaron estoicamente la interminable sesión fotográfica a la que fueron sometidos por todos los allí presentes.
Durante largos minutos disfrutamos de su presencia hasta que decidimos abandonar el lugar.
En apenas unos minutos hemos visto cuatro guepardos!!!
Tres preciosos guepardos tumbados a la sombra del gran árbol dormitaban ajenos a nuestra presencia.
En esta ocasión no mostraban ningún tipo de preocupación ni nerviosismo y soportaron estoicamente la interminable sesión fotográfica a la que fueron sometidos por todos los allí presentes.
Durante largos minutos disfrutamos de su presencia hasta que decidimos abandonar el lugar.
En apenas unos minutos hemos visto cuatro guepardos!!!
Más adelante encontramos una leona bajo un árbol amamantando a sus crías pero al fijarnos más detenidamente, vemos un ñu medio comido entre los arbustos donde descansan. Un pequeño cachorro se afana por arrancar un trozo de carne que complemente la leche materna que unos segundos antes le vimos mamar.
Proseguimos nuestra ruta sin cesar de ver animales hasta llegar a la piscina de los hipopótamos, en la frontera con Tanzania, donde te permiten bajar del vehículo para hacer un corto recorrido por las orillas del río Mara para ver los hipos y los cocodrilos acompañados por unos guardas armados.
El que nos fue asignado, nos llevó a la carrera para recorrer apenas 50 metros en 5 minutos y apresurarse a recoger otros turistas. Desgraciadamente, aquello se está convirtiendo en un show turístico bastante lamentable.
No tardamos en llegar al punto habitual donde se hace un alto en el camino para comer el picnic de rigor.
Hace ya un buen rato que venimos observando la total ausencia de ñus en kilómetros a la redonda y comenzamos a temer que va a ser difícil poder observar algún cruce.
No tardamos en llegar al punto habitual donde se hace un alto en el camino para comer el picnic de rigor.
Hace ya un buen rato que venimos observando la total ausencia de ñus en kilómetros a la redonda y comenzamos a temer que va a ser difícil poder observar algún cruce.
En efecto, durante la comida, Simon nos comentó que los cruces habían terminado precipitadamente debido a las tempranas lluvias que habían tenido lugar en Serengeti y que ofrecían a los ñus abundantes pastos sin necesidad de cruzar el río.
También nos dijo que no era imposible ver el cruce de algún pequeño grupo ya que en estas fechas pueden hacerlo en cualquiera de los dos sentidos pero por las informaciones de los últimos días, era algo bastante improbable.
Lamentablemente, esta información coincidía con la que nos habían dado anteriormente, en la charca de los hipopótamos.
También nos dijo que no era imposible ver el cruce de algún pequeño grupo ya que en estas fechas pueden hacerlo en cualquiera de los dos sentidos pero por las informaciones de los últimos días, era algo bastante improbable.
Lamentablemente, esta información coincidía con la que nos habían dado anteriormente, en la charca de los hipopótamos.
A pesar de todo, hicimos un pequeño recorrido por las orillas del río, deteniéndonos en alguno de los puntos habituales donde tiene lugar el cruce pero nada parecía indicar que existieran posibilidades de verlo en directo debido a la ausencia total de animales en los alrededores.
Tan sólo los esqueletos de los que no lograron alcanzar su objetivo, dejaban patente las huellas de batallas sucedidas en recientes jornadas pasadas.
Tras este breve paseo, Simon nos sugirió emprender la vuelta al campamento donde llegaríamos sobre las 16,30-17h pero le dijimos que queríamos aprovechar la luz del día al máximo, antes de salir del parque.
Aunque se le veía cansado y con ganas de volver, no puso demasiadas objecciones y aceptó.
Aunque se le veía cansado y con ganas de volver, no puso demasiadas objecciones y aceptó.
Lo cierto es que durante las horas centrales del día, el sol aprieta, las moscas se hacen insoportables y la actividad animal baja considerablemente lo que provoca que los safaris disminuyan su nivel de intensidad.
Una curiosa escena nos sacó de nuestro letargo cuando descubrimos un grupo de leones tumbados a la sombra de unos pequeños arbustos. Cada león se encontraba descansando a la sombra de su respectivo arbusto y los íbamos descubriendo a nuestro paso pero de pronto, tras uno de los arbustos descubrimos un osado antílope descansando a escasos metros del grupo de depredadores. ¿Cómo era posible que los leones no le hubieran visto u olido si se encontraba a unos 8 metros de distancia? ¿Cómo era posible que el antílope no hubiera salido huyendo ante la presencia de aquel grupo? Según Simon, nuestro guía, todos ellos eran conscientes de que el antílope era más rápido que los leones y que su caza era imposible pero yo creo que nuestra teoría estaba mucho más encaminada: ese antílope era…….de BILBAO!!!
El sol comenzaba a bajar y de nuevo comenzamos a ver más animales y también las interminables columnas de ñus que parecían ahora dirigirse hacia Tanzania.
Ya cerca de la salida del parque, tuvimos ocasión de ver durante unos fugaces segundos, nuestro primer leopardo.
Simon se arriesgó a ser sancionado por salir del parque más tarde de lo permitido pero no dudó en acercarse hasta el punto desde donde llegaban noticias de su presencia.
Como si se tratara de un fantasma, el gran gato apareció entre unos arbustos con paso pausado para desaparecer acto seguido de la misma forma que se dejó ver.
No se puede decir que fuera un gran avistamento pero conocedores de la dificultad que supone descubrir a este esquivo felino, celebramos enormemente este fugaz encuentro.
No había tiempo para más, debíamos salir del parque si no queríamos arriesgarnos a ser sancionados.
Simon se arriesgó a ser sancionado por salir del parque más tarde de lo permitido pero no dudó en acercarse hasta el punto desde donde llegaban noticias de su presencia.
Como si se tratara de un fantasma, el gran gato apareció entre unos arbustos con paso pausado para desaparecer acto seguido de la misma forma que se dejó ver.
No se puede decir que fuera un gran avistamento pero conocedores de la dificultad que supone descubrir a este esquivo felino, celebramos enormemente este fugaz encuentro.
No había tiempo para más, debíamos salir del parque si no queríamos arriesgarnos a ser sancionados.
La puesta de sol puso punto y final al largo día de safari. Durante la cena decidiríamos por unanimidad que vistas las escasas posibilidades de ver el cruce en el río, al día siguiente no nos desplazaríamos hasta allí tal y como en principio teníamos pensado sino que haríamos un safari por la mañana y otro por la tarde, aprovechando el resto del tiempo para descansar o para visitar el cercano pueblo masai; además, después de desayunar nos abandonaba Manuel que ya se había convertido en un integrante más del grupo y podríamos despedirnos de él tras compartir el safari matutino.
Un placer, haber disfrutado de su compañía.
Próximo capítulo: Masai Mara (III)
3 comentarios:
Hola Aitor!
Bueno, pues un motivo más para regresar nuevamente a Mara. En cualquier caso Mara ofrece mil posibilidades para gozar con su naturaleza. El cruce es el cruce, único en el mundo, pero Mara nos regala tantas aventuras posibles como queramos imaginar. Mara nunca decepciona.
Abrazos.
Aupa Aitor!
Estoy alucinando con tus fotos de safari, y de momento es lo unico que he visto de tu blog! PICHA NZURI!!
Hola Antonio,efectivamente Masai Mara tiene muchos otros atractivos además del cruce aunque la espinita se ha quedado clavada.
Pero bueno,ya veremos si algún día no volveremos...
Aupa Gontzal,el miércoles nos vemos en París y hablamos de safaris si te apetece aunque creo que el tema de conversación será otro.Aupa Athletic!!!
Un abrazo,chicos.
Publicar un comentario