06 febrero 2012

Llegada a Serengeti ( I )


Salimos de Manyara algo antes del medidodía para dirigirnos al Serengeti, nuestro próximo parque a visitar, previo paso por el Area de Conservación de Ngorongoro donde tendremos ocasión de vislumbrar el cráter en todo su esplendor.


El Parque Nacional de Serengeti tuvo su origen como coto de caza allá por principios del siglo pasado.
Posteriormente su extensión se vio ostensiblemente ampliada gracias a la anexión de terrenos colindantes, hasta alcanzar casi los 15000 km2 .
Tras  ser declarado en 1979 Patrimonio Mundial de la Humanidad y Reserva de la Biosfera dos años más tarde, constituye posiblemente el parque más emblemático de Tanzania.

Sitúado a una altitud comprendida entre los 900 y los casi 2000 metros, recibe una precipitación media anual de aproximadamente 1000 mm y goza de una temperatura media cercana a los 20ºC.
Se encuentra a unos 130 km de Arusha y sus confines occidentales llegan prácticamente hasta el lago Victoria, mientras al norte linda con su parque gemelo, el Masai Mara, en el vecino país kenyata.
En sus extensas llanuras podremos encontrar las especies más esquivas y no resultará dificultoso disfrutar de avistamientos de felinos como el leopardo y el guepardo, sobre todo en la zona central de Seronera.

Inicialmente nos esperaban 5 horas de viaje hasta llegar al alojamiento previsto en Serengeti, el Sopa Lodge pero una llamada de Elisante nos avisa de que hay un cambio de última hora y ya no nos alojaremos en la zona sur del parque sino en la noroeste. Esto supondrá dos horas más de viaje pero Elisante nos asegura que el nuevo alojamiento no nos defraudará.
Permanecíamos absortos contemplando los asentamientos humanos existentes en esas áridas y agrestes tierras cuando de súbito, nos topamos con un grupo de masais con sus caras pintadas de blanco, lo que les confería una imagen realmente impactante y tenebrosa. Nuestro guía nos revela que se trata de un grupo de jóvenes recientemente circuncidados y que deben pasar un tiempo alejados de sus poblados.
Nuestra primera parada tiene lugar en un punto desde el que se puede admirar el cráter del Ngorongoro
Tras las fotos de rigor de todo el grupo con el cráter como telón de fondo, continuamos camino hasta llegar a la zona donde comeremos el contenido de las cajas que nos prepararon en el hotel y que supondrán nuestra comida de hoy. Los milanos negros sobrevuelan la zona y no dudan en lanzarse en picado si ven la posibilidad de lograr un bocado fácil; cuidado con estas aves en las zonas habituales de picnic ya que atacarán sin miramientos.

















Tras el cambio de planes, nos disponemos a cruzar el Serengeti de sur a norte lo que nos permitirá ver los distintos paisajes que conforman el parque, desde infinitas llanuras hasta zonas montañosas y densos arbolados.



En otras circunstancias, esta paliza inesperada hubiera significado un considerable contratiempo pero no nos importó demasiado porque el recorrido nos brindó la oportunidad de ver un gran número de animales: leones, chacales, jirafas, hipos, elefantes, hienas, etc, etc.



Nuestra mayor sorpresa llegaría al toparnos con un montón de bultos al borde de la pista; allí encontramos provisiones, tiendas de campaña, sacos y diverso material de acampada. No alcanzamos a entender muy bien todo aquello ya que todos los bultos parecían estar bien ordenados y no daban la sensación de haberse caído de ningún vehículo pero aún así, decidimos recogerlo por si encontráramos a los dueños y para evitar que los animales se comieran los alimentos.
No tardamos en resolver el misterio cuando nos encontramos, horas después, con un desolado grupo que se lamentaba de haber olvidado todo su material en una pista, al haberlo descargado para cambiar una rueda pinchada. 
Misterio resuelto y la buena acción del día, realizada. Nos despedimos de ellos y Abel acelera porque el sol va completando su ciclo y aún nos queda bastante camino por recorrer.



Llevamos una buena capa de tierra y polvo encima pero celebramos entre risas el hecho de que hoy posiblemente haremos “safari nocturno” ya que el sol comienza a esconderse bajo el horizonte en otra indescriptible puesta y nuestro destino no se adivina cercano. 


Las hienas comienzan a aparecer con las últimas luces del día y Abel pisa a fondo el acelerador.
Cuando llegamos al Kirawira Serena ya es de noche. 
Esta vez y ante nuestro asombro, nos reciben con champagne en una recepción que nos deja boquiabiertos y que ya deja entrever el nivel del establecimiento. 
Las tiendas donde dormiremos no se quedan atrás, suelo de madera, camas de auténtico lujo, mobiliario de película y un baño de mármol y madera con toda clase de jabones, cremas y demás potingues que no sé ni para qué valen. 
Nos miramos unos a otros con incredulidad, sorprendidos del lujo que nos rodea.



La cena, no podía ser de otra forma, no desmerece en absoluto. Ensalada, sopa, pescado o carne a elegir, fruta, café y unas deliciosas cervezas, ponen fin a una jornada memorable.
Tras una agradable sobremesa disfrutando de las maravillosas sensaciones del día, nos vamos a nuestros aposentos ya que a las 6 de la mañana nos despertarán, no por teléfono sino con un café y unas pastas que nos llevarán a la habitación.
A las 6,30 desayunaremos. 
Va a resultar duro volver a la realidad cuando este viaje termine.

Próximo capítulo: Serengeti (II)

2 comentarios:

Wildlife dijo...

Aitor, no me canso de leer tus relatos. Las llanuras del Serengeti impresionantes.... oye y qué buena pinta los alojamientos!

aitor dijo...

me alegro de que te entretengas leyendo estas líneas.
Lo cierto es que Serengeti me encantó,seguramente por todos los gatos que tuve ocasión de ver durante mi estancia.

Los alojamientos,estuvieron muy por encima de nuestras expectativas; sobre todo el Kirawira,al noroeste del Serengeti.

Abrazos.