Los rugidos de un león en los alrededores del campamento, pusieron el mejor fondo musical posible a los apacibles sueños disfrutados durante la noche que estaba próxima a finalizar.
A las 6, una amable voz nos devolvía a la realidad al anunciarnos que nos traían café y pastas, a modo de “predesayuno-despertador”.
A las 6,30 acudimos a desayunar en condiciones ya que nos esperaba una larga jornada de safari que se prolongará hasta el atardecer. Lo primero que encontramos en el comedor, son unas botellas de champagne puestas a refrescar en una cubitera; es una pena pero a esas horas, el cuerpo no me admite ese tipo de desayuno.
Tras un desayuno mucho más acorde con mis costumbres, salimos rumbo al río Grumeti cuyas orillas recorremos concienzudamente en busca de los esquivos gatos que se niegan a acudir a la cita.
Abel observa detenidamente las ramas de los árboles que flanquean el río pero parece que la suerte no está de nuestro lado.
No faltarán a la cita, sin embargo, viejos conocidos como elefantes, jirafas, búfalos, hipopótamos, cocodrilos y una nueva mangosta que no habíamos visto hasta ahora, más grande, negra y con una larga cola que lleva izada mientras corre para ocultarse.
Un hipopótamo que sale del río precipitadamente a nuestras espaldas, nos da un buen susto aunque acaba ocultándose entre la maleza, tan asustado como nosotros.
No deja de ser impresionante, ver a este peligroso y enorme animal fuera de su hábitat habitual, el agua.
Lo tenemos tan cerca que podemos observar perfectamente todas las cicatrices que recorren su piel.
No faltarán a la cita, sin embargo, viejos conocidos como elefantes, jirafas, búfalos, hipopótamos, cocodrilos y una nueva mangosta que no habíamos visto hasta ahora, más grande, negra y con una larga cola que lleva izada mientras corre para ocultarse.
Un hipopótamo que sale del río precipitadamente a nuestras espaldas, nos da un buen susto aunque acaba ocultándose entre la maleza, tan asustado como nosotros.
No deja de ser impresionante, ver a este peligroso y enorme animal fuera de su hábitat habitual, el agua.
Lo tenemos tan cerca que podemos observar perfectamente todas las cicatrices que recorren su piel.
Durante toda la mañana permanecemos por esa zona del Serengeti disfrutando de los paisajes inesperadamente teñidos de verde por efecto de las últimas lluvias caídas.
No es de extrañar que numerosas manadas de ñus se hayan quedado por aquí ante la abundancia de pasto existente. Ayer, durante el viaje, pudimos ver miles de ellos pastando en las praderas.
Es casi mediodía cuando Abel decide abandonar esta zona para dirigirse hacia el sur, más concretamente a la zona de Seronera auténtico corazón del Serengeti.
Allí comemos el picnic del día, en un recinto al aire libre acondicionado con mesas donde numerosos pajarillos y unos viejos conocidos, los damanes, inundan el lugar ante la abundancia de comida fácil. Para evitar problemas con los guardas, es conveniente saber que está terminantemente prohibido dar de comer a los animales.
Nuestros deseos se convierten en realidad cuando al acercarnos a unos vehículos parados, descubrimos un leopardo bajo un árbol.
A pesar de que estamos a unos 100 metros, optamos por quedarnos donde estamos ya que Abel nos dice que vendrá hacia nosotros. Efectivamente, nuestro guía acierta de pleno y el felino se dirige directamente hacia nuestro vehículo como si un extraño imán le atrajera hacia nosotros. De pronto, se para súbitamente ante la aparición de una águila rapax a la que no pierde de vista ni un instante. Dado el ostensible nerviosismo que demuestra, por un momento pensamos que teme por sus crías pero pronto descubrimos el motivo de sus recelos cuando corre desesperadamente hacia un árbol cercano, de una de cuyas ramas cuelga el cuerpo de un impala medio devorado.
Mientras continuábamos comentando el emocionante episodio vivido, Abel nos señala hacia las ramas de un árbol donde descansa otro leopardo. No nos lo podemos creer, en apenas diez minutos hemos tenido ocasión de avistar dos leopardos.
Además, no muy lejos, a través de los prismáticos descubrimos una hiena a la que decidimos acercarnos. Se encuentra bajo un árbol y ante nuestra amenazante presencia opta por alejarse pero sin dejar de mirar hacia lo alto del árbol.
No tardamos en descubrir que de una rama, cuelga un trozo de carne ya medio podrida que seguramente algún leopardo subió hasta allí hace ya varios días.
Continuamos con el safari viendo un gran grupo de elefantes, hipopótamos y a nuestro amigo el leopardo que ha bajado de su árbol ante la presencia de un grupo de impalas al que acecha escondido entre la vegetación. Permanecemos un buen rato observándole, confíando en poder ver una escena de caza pero parece que no es el momento oportuno.
El tiempo vuela y Abel toma el camino que nos lleva a nuestro alojamiento que hoy será el Serena Serengeti Lodge.
Aún tendremos tiempo de avistar a un gran león macho antes de llegar al lodge tras atravesar un bosque plagado de las molestas moscas tse-tse.
A nuestra llegada, nos esperan con las toallitas húmedas y las bebidas de rigor.
El atronador canto de unas ranas que ya escuchamos ayer, llaman nuestra atención y no tardamos en descubrirlas en los estanques que adornan el hotel.
Las habitaciones están bien adaptadas al entorno y simulan las chozas masais.
Mientras descansábamos en la terraza de la habitación que daban a un bosquecillo fuera de los perímetros del hotel, algunos gozan del privilegio de ver durante unos segundos un raro felino que describen como una especie de gato salvaje.
Finalizamos la jornada con una cena buffet abundante y agradable tras la cual, nos quedamos un rato viendo la actuación de danza y musica con la que nos obsequia un grupo de nativos locales. Acompañados por un masai volvemos a nuestras habitaciones mientras un león delimita su territorio con sus potentes y amenazadores rugidos.
Nuestras confortables habitaciones nos esperan para darnos cobijo.
Próximo capítulo: Serengeti (III)
Nuestras confortables habitaciones nos esperan para darnos cobijo.
Próximo capítulo: Serengeti (III)
2 comentarios:
Hola Aitor.
Menudo safari en Serengueti. Y menudos gatos. Vaya suerte al ver ese tan de de cerca. Enhorabuena por la fotos. Son excelentes.
Y esa de los elefantes... vaya tela. Tuviste que pasar un rato apasionante delante de ellos. Son tan misteriosos. Cada vez que estás delante de ellos sabes de sobra lo inteligentes que son...
Espero más relatos.
Un abrazo.
Pues sí,Antonio,Serengeti y más concretamente la zona de Seronera, nos obsequió con el avistamiento de un montón de "gatos"..
En sólo dos safaris,vi más leopardos y guepardos que todos los que había visto hasta ese día.
No nos podemos quejar de nuestro paso por la zona.
Abrazos.
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