25 febrero 2013

Buenos Aires (I). Toma de contacto con el país.


Tras algo más de 12 horas de vuelo desde Madrid con sus correspondientes cabezadas, aterrizamos en la capital argentina. 
Una gran cola nos espera en el control policial antes de salir al exterior donde pretendo cambiar una pequeña cantidad de dinero para los primeros gastos en el país. 
Cuando vi la cola que me esperaba en el Banco de la Nación, no dudé en aceptar el ofrecimiento de un negocio privado que me ofreció el mismo cambio pero sin esperar colas; parece claro que no hacen ascos a los euros. El cambio oficial está a 6,05.  
Un taxi de la empresa Ezeiza, previamente reservado por internet, me acercó hasta el hostel Carlos Gardel en S.Telmo, por 198 pesos. 
Al llegar al hostel, reservado por internet sin ningún tipo de pago previo, procedo a pagar los 190 pesos que cuesta mi habitación doble con baño que se encuentra en un edificio frente al hostel. 
Como es habitual, la habitación carece de lujos pero resulta más que suficiente para dormir unas horas. Además, está ubicada en un sitio privilegiado.
 
 














Son ya cerca de las 10 de la noche y nos acercamos hasta el restaurante El Federal para probar las delicias gastronómicas del país. 
Un sabrosísimo bifé de chorizo (entrecot) y un lomo (solomillo), supusieron nuestra primera y exquisita comida argentina. 
Junto con 2 cervezas artesanales y unas papas fritas, la cena salió por 163 pesos.
 

Tras la cena, dimos una vuelta por el animado barrio de S.Telmo donde se agolpan multitud de locales de ambiente y restaurantes. 
Eran ya más de las 12, hora local, y nuestros cuerpos comenzaban a exigir descanso así que nos dirigimos a nuestro cercano hostel.
A pesar de que la ciudad “sólo” cuenta con alrededor de tres millones de habitantes, si contabilizamos sus barrios aledaños llega a aglutinar casi trece millones de seres humanos.





Nosotros nos encontramos en el pintoresco barrio de S.Telmo donde se ubican gran número de tiendas de antigüedades y locales con un inconfundible sabor a tiempos pasados. 
A pesar de no ser un enamorado de las grandes urbes, debo reconocer que no pude resistirme al mágico encanto que envolvía a muchos de los rincones de este bohemio barrio porteño.
El día siguiente a nuestra llegada lo dedicamos a conocer la Plaza de Mayo con su Casa Rosada,la calle Florida con sus abundantes comercios,Recoleta con su afamado cementerio,el más visitado del mundo y Puerto Maderos con sus modernas edificaciones.

    
No soy partidario de hacer uso de taxis ni tours turísticos para conocer las ciudades así que me lancé a caminar con la única ayuda de un pequeño mapa. 
Es cierto que dejaré de ver algunas de las principales atracciones turísticas pero pienso que únicamente andando, me empapo de la auténtica realidad del país que visito. 
Es algo muy personal y con lo que no todos están de acuerdo pero el hecho de perderme por calles vacías, ver gente de toda condición y sentir de cerca el día a día de sus habitantes, me llena mucho más que una visita a un mero monumento o atracción turística.

Caminando un buen trecho llegamos hasta la Plaza de Mayo donde unos militares, participantes en la guerra de las Malvinas, reclamaban su reconocimiento a la actual dirigente del país.
No muy lejos se encuentra la calle Florida donde abundan los llamados “arbolitos” que te ofrecen un cambio monetario mucho más favorable que el oficial. 

Por citar un ejemplo, me llegaron a ofrecer 7,50 pesos frente a los 6 que me daban en el banco. 
Aunque este cambio está prácticamente aceptado, no debemos olvidar que es ilegal y deberemos tomar nuestras precauciones si nos decidimos a aceptar este tipo de transacción.


 















Tras un fugaz paso por el moderno Puerto Maderos y sus modernos edificios, tomamos rumbo al barrio de Recoleta donde pudimos disfrutar del ambiente festivo que se vivía en esos momentos con actuaciones musicales, bailes de tango y numerosos chiringuitos donde se vendía de todo. 
Tenemos pensado visitar el famoso cementerio pero como ya va siendo hora, nos sentaremos un rato para comer algo antes de continuar. 
Por supuesto, viendo la exitosa experiencia de ayer, volveré a pedir carne.

Tras la agradable comida, el cementerio nos esperaba con sus intrincadas callejuelas llenas de curiosas y sorprendentes tumbas entre las que se encontraban famosos mandatarios del país. 

Lujos y ornamentos se entremezclaban con construcciones semiderruídas y abandonadas. 
Curiosamente, el lugar cuenta con guías especializados que te acompañan, si es tu deseo, para explicarte la historia y curiosidades del lugar.


Nuestro próximo destino es el histórico café Tortoni. Seguimos caminando hasta dar con él para llevarnos una desagradable sorpresa: una cola de más de una veintena de personas esperan pacientemente su turno para poder acceder a su interior. A pesar de nuestra ilusión por conocer un local con tanta historia acumulada entre sus paredes, no estamos dispuestos a esperar por entrar a un café. Una lástima pero otra vez será…

Poco a poco nos encaminamos al barrio S.Telmo donde nos reuniremos con dos amigos que llegan hoy a Buenos Aires y que dormirán con nosotros en un piso para los 4 que nos ha alquilado nuestro hostel por 300 pesos. 

Está bastante anticuado pero cubrirá nuestras necesidades a pesar de que la cocina podría perfectamente formar parte de cualquier museo dedicado a las antigüedades. 
De cualquier manera, no tenemos pensado hacer uso de ella.


 
Volvemos a las animadas calles de S.Telmo para tomarnos unas cervezas mientras esperamos a nuestros amigos con los que finalmente cenaremos en la animada Plaza Dorrego.
En esta ocasión no podemos decir que acertamos con nuestra elección ya que nos sirvieron la peor ración de carne que probamos en todo nuestro viaje.
Aún así, celebramos nuestro encuentro y la llegada al país que nos acogerá durante las dos próximas semanas.


Ya hemos roto el hielo con el país y mañana saldremos temprano hacia Trelew, en avión.
Nos despedimos de Buenos Aires hasta nuestra vuelta dentro de dos semanas pero antes nos esperan varios destinos que prometen ser fascinantes.


Capítulo anterior: Mi viaje a la Patagonia
Próximo capítulo: Punta Tombo, el Reino de los pingüinos.

2 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Antonio Ruiz dijo...

Hola Aitor!

Al fin encuentro el deseado hueco para leerme el relato II y sucesivos de vuestro viaje a Argentina.

A mí personalmente BBAA me aburrió como una ostra. Vine tan emocionado de los destinos camperos que cuando aterrizamos en BBAA no tenía ni el más mínimo interés por conocer la ciudad, bueno, un poco sí. Debería haber conocido primero la ciudad y después hacer las sucesivas rutas camperas, pero no pudo ser. No se si algún día regresará a BBAA. Si lo hago, seguro que lo disfrutaré.

Voy a Trelew.

Abrazos.