15 febrero 2013

Punta Tombo,el Reino de los Pingüinos.


A unos 110 km de Trelew,se encuentra la Reserva Natural de Punta Tombo, un pequeño enclave sitúado a orillas del mar donde más de un millón de pingüinos magallánicos acuden cada año para reproducirse. Es la mayor colonia del mundo de esta especie que viene a medir unos 50cm y presentan un característico plumaje bicolor en blanco y negro. 
A lo largo del mes de setiembre, cada año se repite el gran acontecimiento conocido como la Vigilia de los Pingüinos y que consiste en la arribada masiva a las costas de Punta Tombo de los pingüinos magallánicos dispuestos a anidar y sacar adelante a su prole. Los terrenos blandos de la zona favorecen la construcción de los nidos donde ambos padres se alternarán en la labor de empollar los huevos y la búsqueda de alimento.
 



A partir de noviembre comenzarán los nacimientos y hasta pasados los primeros 90 días, los polluelos dependerán de sus progenitores. Tendremos oportunidad de observar esta gran colonia hasta mediados del mes de marzo. 
La cercanía y descaro de estas graciosas aves, sorprenderá a los visitantes que se acerquen hasta este agreste rincón del mundo para disfrutar del singular espectáculo natural. 
Sin duda alguna, una experiencia inolvidable.

Llegamos al aeropuerto de Trelew a las 8,30 procedentes de B.Aires
Era domingo y habíamos reservado un coche a través de internet para recogerlo en la ciudad, a las 11,30, en las oficinas de Alamo. Hemos hecho la reserva a través de la página rentalcars.com y pagaremos 80€ diarios con kilometraje ilimitado y un seguro extra para recuperar la franquicia en caso de siniestro.
Una vez recogidas las mochilas en el aeropuerto, pillamos un taxi (50$) que nos acercó hasta las oficinas de Alamo que a esas intempestivas horas, se encontraban cerradas.

Afortunadamente la estación de autobuses estaba muy cerca y aprovechamos para dejar en consigna el equipaje y reservar el autobús que nos llevaría a Río Gallegos, tres días más tarde.
Ya libres de equipaje, nos acercamos hasta la ciudad para hacer tiempo hasta las 11,30 que recogeríamos nuestro vehículo. Puntualmente, el encargado de entregarnos el coche llegó para abrir la oficina y rellenar todos los papeles antes de salir rumbo a Punta Tombo
El paisaje que nos ofrece la carretera es monótono y desolador pero por fortuna está asfaltado hasta 20 km antes de llegar, momento en el que se convierte en una rudimentaria pista de grava.





A nuestra llegada, pagamos los 60$ que cuesta la entrada y tras visitar unos miradores y el centro de interpretación, nos acercamos hasta un punto donde un autobús te lleva hasta la pingüinera.



Tan pronto como bajamos del autobús comenzamos a ver los primeros pingüinos y numerosos grupos de cuises que correteaban entre los arbustos. 
Según vamos avanzando por el camino que se adentra un kilómetro y medio, los pingüinos se hacen dueños y señores del lugar dejando bien a las claras que no permitirán ser molestados bajo ningún concepto. 
Cuidado con sus picotazos porque te dejarán una buena marca en tu pierna si inconscientemente te interpones en su camino. 
Allí mandan ellos.

Durante las más de tres horas que permanecimos en el lugar, también pudimos observar la variada fauna que se agrupa en aquel recondito lugar del globo. 
Y es que no sólo tendremos oportunidad de ver a los laboriosos y simpáticos pingüinos sino que también podremos observar otras especies como los guanacos, choiques, aguiluchos, gaviotas, petreles, etc. 
Incluso tuve oportunidad de ver cómo una pequeña rapaz se lanzó en picado pasándome a un metro escaso para atrapar a un despistado cuis que nunca más volvería ya a corretear con sus hermanos.


 














Poco a poco tomamos el camino de vuelta, impresionados por las parejas que habían construido su nido a kilómetros de distancia del mar. 
No podíamos evitar sentirnos sobrecogidos pensando en la ardua tarea que esperaba a esos padres que en apenas unas semanas se verían obligados a recorrer esa larga distancia repetidas veces al día para alimentar a su descendencia. 
Mientras algunas parejas ya tenían huevos en sus nidos, otras se afanaban en la construcción del mismo y otras se encontraban en pleno cortejo.





El peculiar y ensordecedor grito de los pingüinos nos acompañó durante todo nuestro recorrido, dejando claro una vez más que nos encontrábamos en territorio “magallánico”.
La niebla comenzaba a apoderarse del paisaje para convertirse en una molesta compañera de viaje que no nos abandonaría en todo nuestro camino a Puerto Madryn donde nos reuniremos con otros dos amigos para recorrer al día siguiente la Península Valdés.



             
En Puerto Madryn, nos alojaremos en La Casa de Tounens. Por 250$ tendremos habitación doble con baño, wifi y un gran desayuno incluído además del fenomenal trato recibido por la pareja francesa que lo regenta. Totalmente recomendable.
Para rematar la gran jornada vivida, degustamos una gran cena en la Cantina Naútica. Alguno difícilmente olvidará el espectacular lomo que le sirvieron y que a la postre se convertiría en uno de los mejores de todo el viaje.
El viaje no podía comenzar de mejor manera…

Capítulo anterior: Buenos Aires,una toma de contacto.
Próximo capítulo: Ballenas en Península Valdés


3 comentarios:

Antonio Ruiz dijo...

Y dices tú que no hiciste buenas fotos en Argentina? Mentiroso! jejeje... Excelente Aitor, excelente.

aitor dijo...

Pues lo cierto es que no tuvimos demasiada suerte con la luz para nuestras fotografías,Antonio.
Lo que sucede es que cuando visitas sitios como éstos,es difícil que no consigas alguna fotillo decente.
Un abrazo para tí y tus chic@s.

Antonio Ruiz dijo...

Bueno, es la segunda vez que me lo leo, ya lo tenía casi olvidado.

Me ganaste, pues no pude ver los cuises. Y vaya pasada la rapaz que te paso a escasos cms. de tu cabeza. Me has ganado aquí por partida doble.

Voy a ver las ballenas. Hasta dentro de un rato.