25 abril 2013

El bosque de Bishangari, Langano. Etiopía.


Era de noche cuando llegamos a nuestro alojamiento a orillas del lago Langano
El Bishangari Lodge es conocido por ser el primer eco-lodge construido en Etiopía allá por el año 1997.

Dormiremos en una zona conocida como “la aldea”, formada por 10 tukuls (chozas de barro). Son básicas y bastante pequeñas y aunque la energía eléctrica está restringida, nos llama la atención la lámpara solar que tenemos en la mesilla. 
Los baños y las duchas se encuentran en el exterior y a nuestra llegada carecen de luz al estar las bombillas fundidas por lo que nos vemos obligados a ducharnos a la luz de las velas.
Un camino semiiluminado conduce hasta el restaurante donde cenamos muy aceptablemente tras la animada y divertida ducha. 
No alargamos demasiado la sobremesa ya que mañana hemos quedado a las 6 a desayunar.


Al este del lago Abijatta y a una altitud de 1585 metros, se extiende a lo largo de 18 kms, el lago Langano cuyas aguas llegan a alcanzar los 46 metros de profundidad.  Situado a unos 200 kms al sur de Addis Abeba, muchos etíopes se acercan hasta sus aguas dulces para bañarse y practicar todo tipo de actividades acuáticas , al ser éste uno de los pocos lagos etíopes libres de bilharzia por lo que se recomienda visitarlo entre lunes y viernes para evitar las masificaciones del fin de semana.

La Bilharzia también llamada esquitosomiasis es una enfermedad producida por un gusano parásito que a pesar de tener una baja tasa de mortalidad, puede causar importantes daños en órganos internos y problemas en el crecimiento y desarrollo infantil. La contaminación tiene lugar cuando la piel entra en contacto con fuentes de agua dulce contaminadas por las larvas del parásito.
En los alrededores del lago podemos encontrar monos, babuinos, jabalíes, duikers y sobre todo una gran variedad de aves (se han reportado cerca de 300 especies diferentes). 
Pequeños poblados de pastores abundan también por la zona, favorecidos por la importante presencia de agua.


 


 







 
A las 6 de la mañana, aún de noche, nos encontrábamos ya desayunando a la luz de las velas que alumbraban nuestra mesa. Con las primeras luces del día, los colobos rompieron el silencio de la jungla con sus estruendosos gritos y alaridos. Al mismo tiempo, el lago adquiría una curiosa coloración rosa que desaparecería definitivamente cuando la luz del día se adueñó totalmente del lugar.
Sin más preámbulos comenzamos el pajareo en el bosque anexo al restaurante donde ya podemos ver bastantes especies de aves. 
El bosque da paso a una gran extensión de terreno despejado por donde vemos acercarse a un gran grupo de babuinos.



Los niños de los poblados cercanos tampoco tardan en aparecer y nos acompañan durante buena parte del recorrido a través de campos y junglas. 
El calao de mejillas plateadas (Hornbill Bycanistes brevis) es bastante abundante en esta zona y no deja de asombrarnos con sus espectaculares vuelos. 
Loros, cotorras, turacos, abejarucos, martines, pelícanos, drongos, tejedores varios, rapaces y otras muchas especies, son añadidas a nuestra particular lista de aves.




  

 



















 
 

Un paseo que en principio iba a ser de tres horas, se prolongó hasta la hora de comer y nos brindó la oportunidad de ver algún pequeño mamífero como el mono verde (Chlorocebus aethiops) y un pequeño antílope, el duiker.
Son ya las 12,30 y se nos ha abierto el apetito por lo que emprendemos el camino de vuelta al hotel donde tras una agradable comida, decidimos descansar un rato mientras vemos y fotografiamos las numerosas especies de aves que se acercan a los bebederos cercanos.




Sobre las 4, cuando la fuerza del sol ha bajado un poco, nos ponemos otra vez en marcha para recorrer las orillas del lago en busca de otras especies como fochas, garzas, ibis, cormoranes, pelícanos, anátidas, etc.
Llegados a una zona apartada del lago, decidimos sacar los telescopios para permanecer observando a la sombra de unas acacias, el gran número de especies que allí se reúnen.






 


Con las últimas luces del día regresamos al hotel, no sin antes disfrutar con plenitud, de otro de esos típicos atardeceres africanos sin igual.
Unos sorprendidos facóqueros se nos cruzan en el camino ya a la entrada del lodge.
Antes de que la noche se adueñe del lugar por completo, intentamos descubrir algún chotacabras ya que Elías nos comenta que es una especie bastante abundante. A pesar de que vemos alguno volando, ninguno aterriza por los alrededores así que decidimos ir a darnos la ducha de rigor antes de cenar.



Durante la cena, un camarero nos advierte de la presencia de una civeta y salimos con nuestras linternas en su busca. Apenas vimos su cola mientras huía entre los matorrales pero la posibilidad de ver la fauna nocturna, nos animó a hacer una ruta por los alrededores en su búsqueda. El camarero no duda en acompañarnos y guiarnos en el pequeño recorrido circular alrededor del lodge. Las luces de nuestras linternas se reflejaban en los ojos de los animales pero apenas llegamos a distinguir de qué especies se trataban al encontrarse demasiado lejos.
Esta caminata nocturna, supuso nuestra despedida de esta zona ya que mañana temprano abandonaríamos el lugar para dirigirnos al Bale Mountains National Park.



2 comentarios:

El Guisante Verde Project dijo...

Hola Aitor,
Todo un descubrimiento vuestro blog. Las imagenes son un espectáculo, y los destinos diferentes. De esos que dan ganas de conocer.

Saludos!

aitor dijo...

Gracias chicos.
La verdad es que yo ya conocía vuestro "rinconcito".
En alguna ocasión ya había "aterrizado" por allí buscando información para algún viaje.

Un saludo y hasta siempre.