Durante nuestro desplazamiento desde Debre Zeit hasta Debre Libanos, la cercana presencia de la capital Addis Abeba provoca que el tráfico sea bastante más denso que en días anteriores. El hecho de tener que atravesar la ciudad aminora nuestra marcha. Solamente haremos esporádicas paradas para tratar de ver algunas especies endémicas que habitan por la zona antes de llegar al hotel Ethio-German donde nos alojaremos. En sus jardines veremos los primeros geladas de nuestro viaje que apenas se inmutan por nuestra presencia. Solamente al tratar de acercarnos para sacarles alguna fotografía, se dan la vuelta e inician una lenta retirada alejándose tranquilamente del lugar. Los machos destacan con su triángulo de intenso color rojo en su pecho.
Aunque la zona es conocida por albergar una gruta donde el santo Tekla Haymanot se retiró durante 7 años a orar sobre una sola pierna, convirtiéndose posteriormente en un famoso centro de peregrinación, nosotros nos acercamos hasta allí en busca de las numerosas rapaces que sobrevuelan el incomparable marco que nos regala el espectacular cañón que les da cobijo.
Solamente el paisaje que conforma la grandiosa garganta del río Jemma, ya merece una visita.
En esta ocasión dispondremos de cinco enormes habitaciones individuales con vistas al cañón y otras dos dobles.
Hemos traído con nosotros unos cuantos huesos de vaca que arrojamos no muy lejos con la esperanza de que se acerque nuestro principal objetivo en esta zona: el quebrantahuesos.
No tardan en acudir los buitres, milanos y un solitario alimoche que se afanan en arrancar la escasa carne adherida a los huesos.
De pronto divisamos un quebrantahuesos que se acerca a gran altura pero no parece muy interesado en lo que ve y no tarda en volver a desaparecer.
Decidimos comer fuera del restaurante del hotel, desde donde divisamos los huesos, por si el quebrantahuesos se decidiera a acercarse pero desgraciadamente, no es el caso.
Pasamos el rato disfrutando con el descaro de los milanos que pasan a escasos metros de donde nos encontramos en busca de algo que llevarse al pico.
Tras la comida damos un paseo hasta el mal llamado Puente del portugués del siglo XVII ya que ni fue construido por portugueses ni tampoco en el siglo XVII. Este vetusto puente salva el río Gur antes de que éste se precipite al vacío y se una al río Jemma, afluente del Nilo.
Vemos algunas especies endémicas y varias águilas negras.
En ese justo momento, algunos de los que se quedaron en las proximidades del hotel observan cómo el quebrantahuesos se acerca hasta los huesos para apoderarse de uno y salir volando.
Pasaremos el resto de la tarde paseando por la zona unos, persiguiendo a los geladas otros y descansando tranquilamente algún otro. Personalmente aprovecho la ocasión para tumbarme un rato cuando el calor aprieta tratando de recuperar fuerzas después de tantos madrugones continuados. El cansancio comienza a pasar su particular factura.
Al atardecer aún tengo tiempo de observar en lo alto algún quebrantahuesos lejano.
Al atardecer aún tengo tiempo de observar en lo alto algún quebrantahuesos lejano.
Con las últimas luces del día nos vamos reuniendo todos en el bar alrededor de unas cervezas antes de cenar en la que será nuestra última noche en Etiopía. Además mañana podremos dormir hasta las 8 que hemos quedado a desayunar. Casi nada!!
La noche es fructífera y consigo dormir un buen número de horas seguidas.
Me levanto a las 7,30, preparo la mochila y me dispongo a desayunar tranquilamente mientras algunos han decidido madrugar más para dar una última vuelta por los alrededores.
Tras el desayuno y antes de abandonar definitivamente esta zona, nos dirigiremos hasta el cercano monasterio de Debre Libanos donde haremos un recorrido por sus bosques colindantes en busca de sus aves. También aprovecharemos para saldar cuentas pendientes con nuestro guía y pagarle lo que teníamos pendiente, además de una propina para él y los conductores.
Al llegar al monasterio, lo primero que nos sorprende es el gran número de personas que se reúne en sus alrededores. Lisiados y pobres pululan por la zona aunque no sólo ellos frecuentan las inmediaciones del templo; una boda y un entierro ponen de manifiesto las particularidades del país en el que nos encontramos. Mientras los integrantes de la boda cantan, ríen y bailan al son de la música poco después nos quedamos sorprendidos por la presencia de un coche negro que transporta un fallecido mientras familiares y amigos muestran fotos del difunto y lloran desconsoladamente.
Realmente impactante.
Dejamos a un lado todo esto para dedicarnos a lo que verdaderamente hemos venido y que no es otra cosa que a “pajarear”. Durante el pajareo atravesamos zonas verdaderamente malolientes y es que la gran densidad humana que se concentra en la zona provoca que haya excrementos por todos lados. Las ratas abundan también en los alrededores. La jornada discurre apaciblemente mientras volvemos a ver especies ya conocidas y alguno puede disfrutar de la inesperada aparición de un desmán que no todos vemos.
Es hora de volver al hotel, recoger las mochilas y partir hacia Addis Abeba donde pasaremos las últimas horas del día y del viaje antes de tomar nuestro avión de regreso a casa por la noche.
Esto se está acabando....
- Capítulo anterior: Debre Zeit. Etiopía.
- Capítulo siguiente: Addis Abeba. Final de un viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario