Estábamos a punto de dejar atrás cuatro largos días de tren cuando nos aproximábamos a Irkutsk y el reloj de nuestro vagón marcaba las 4,38 de la madrugada. Pero ese contador del tiempo había dejado de tener mucho sentido para nosotros ya que ahí fuera, realmente eran casi las 10 de la mañana.
Como ya he comentado anteriormente, los relojes de trenes y estaciones siempre marcan la hora de Moscú y el largo viaje hacia el Este, provocaba que no sólo avanzáramos en el espacio sino también en el tiempo.
Nuestra primera tarea al llegar a Irkutsk, sería la de conseguir los billetes válidos para el trayecto Irkutsk- Ulan Ude ya que en esta ocasión los tickets imprimidos desde casa con nuestra reserva online, no eran válidos para embarcar.
Para ello debimos salir de la estación y dirigirnos a la derecha hasta otro edificio donde estaban las máquinas que te imprimían el billete válido. Sólo tendremos que acercar nuestro código de barras al lector de la máquina y automáticamente detectará todas las reservas efectuadas. El siguiente paso será pulsar el botón de "imprimir".
Con los billetes en nuestro poder, salimos en busca de un taxi que nos llevara hasta el hostel que habíamos reservado a través de Hostelworld: el Irkutsk Hostel. Nos piden 100 rublos por persona y aunque sabemos que el precio es abusivo, tampoco vamos a discutir por un euro más o menos.
Habíamos reservado cuatro habitaciones dobles y una triple pero cuando llegamos, nos encontramos con la desagradable sorpresa de que no figuraba nuestra reserva.
La chica de recepción pasó un mal trago y nos aseguraba que Hostelworld no les había comunicado la reserva. Como suele suceder en estos casos, nunca nos enteraremos de lo que realmente sucedió pero nos lo tomamos con filosofía y por fortuna la chica nos encontró otro hostel donde alojarnos.
Para nuestra sorpresa, no pagamos nada por los taxis que nos llevaron hasta nuestro nuevo alojamiento.
En el hostel 490 nos aguardaban dos habitaciones de 7 y 4 plazas con los baños compartidos. La ubicación no era mala ya que el tranvía número 1 paraba en frente y te dejaba en el centro en 10-15 minutos.
El único problema era que este hostel era típicamente ruso y por supuesto nadie hablaba inglés. Afortunadamente, el personal de recepción era sumamente amable y ponía todo de su parte para poder comunicarse con nosotros, incluso a través de un traductor online. Por otro lado, el local era nuevo y la limpieza exquisita; una buena opción para dormir en Irkutsk y por la que pagamos unos 12 € por cabeza.
Tras la anhelada ducha de rigor, nos echamos a la calle ansiosos por estirar nuestras piernas y pisar suelo firme.
Irkutsk nos sorprendió por su paz y tranquilidad a pesar de ser una ciudad relativamente grande. Sus destartalados tranvías, cuidados jardines y típicas iglesias rusas, no tardaron en conquistarnos por lo que nos dedicamos a recorrer sus calles con calma durante horas a pesar de lo caluroso del día.
Para comer elegimos un local donde los platos están preparados y sólo tienes que elegir un primero y un segundo, más la bebida. No está mal para reponer fuerzas y su precio ronda los 6-7 euros con cerveza incluída.
Para mañana habíamos pensado acercarnos hasta las orillas del lago Baikal,el lago de agua dulce más grande y profundo del mundo; contemplábamos dos opciones: hacerlo por carretera o por el río Angara.
Decidimos acercarnos hasta el punto desde donde salen los ferrys a Listvyanka para comprobar precios y horarios pero la larga caminata y el calor sofocante provocan que parte del grupo desistiera. Los que conseguimos llegar hasta los ferrys, anotamos los horarios y posteriormente, todos decidiríamos hacer el trayecto en barco.
Todo aquel que esté interesado en hacer este recorrido u otros a través del lago Baikal, podeís informaros en esta página: https://www.vsrp.ru/en/passengers/
Hemos quedado con el resto del grupo en el hostel y se está haciendo tarde para cenar por lo que preguntamos al recepcionista por algún lugar cercano donde comer algo; nos recomienda el restaurante Praga.
Hemos quedado con el resto del grupo en el hostel y se está haciendo tarde para cenar por lo que preguntamos al recepcionista por algún lugar cercano donde comer algo; nos recomienda el restaurante Praga.
El local es agradable y comemos bastante bien a base de ensaladas, pollo, cerdo y cervezas por unos 15-20€.
Ya sólo nos queda reservar un coche para que mañana nos acerque a las 8 hasta el embarcadero; también acordamos con el hostel dejar allí los equipajes hasta la noche que volveremos a recogerlos para tomar de nuevo un tren que nos acercará a Ulan Ude.
Tras una apacible noche, un minibús aparece puntual a las 8 de la mañana, para llevarnos hasta el embarcadero pero una vez allí, nos dicen que no hay plazas ni para Listvianka ni para Bolshie Koty. Inmediatamente vamos en busca de nuestro taxista para negociar con él, el desplazamiento por carretera. Finalmente accede a llevarnos por 3000 rublos a los 11.
En las oficinas del ferry nos dicen que hay plazas para volver desde Listvianka a las 18,30 por lo que decidimos cerrar la vuelta y así poder hacer el trayecto fluvial; cada billete cuesta 380 rublos.
En las oficinas del ferry nos dicen que hay plazas para volver desde Listvianka a las 18,30 por lo que decidimos cerrar la vuelta y así poder hacer el trayecto fluvial; cada billete cuesta 380 rublos.
Apenas comenzamos la ruta por carretera, comienza a llover y a ponerse muy negro. Cuando llegamos a Listvianka, la ciudad aún permanece dormida; apenas hay gente en la calle, llueve y hace bastante fresco por lo que entramos en un hotel cercano para tomar un café caliente. Como no levante el día, creo que se va a hacer muy largo.
Listvianka es una pequeña población turística a orillas del lago Baikal donde muchos locales se acercan a pasar el día.
Nosotros habíamos pensado hacer algún pequeño trekking por los alrededores pero la intensa lluvia provoca que canceláramos los planes.
Los amigos del senderismo pueden visitar esta web: https://greatbaikaltrail.org/en/node/938
Todo el pueblo se reduce prácticamente a una calle de 500 metros donde se acumulan bares, hoteles y mercadillos.
A orillas del lago preparan arroz y carne en grandes barbacoas; también ponen a la venta, el típico y famoso pescado ahumado de la zona, omul (Coregonus autumnalis migratorius).
No para de llover y nos vemos literalmente atrapados en una calle de 500 metros que ofrece pocas alternativas a excepción de beber, comer y comprar souvenirs. Tenemos todo el día por delante y cada uno tendrá que decidir cómo emplea el tiempo del que disponemos.
Yo me rebelo a quedarme parado y tomo un sendero que me lleva a una ladera que bordea el lago.
El paseo es bonito pero no llevo el calzado apropiado y la lluvia arrecia por lo que no me queda otro remedio que volver atrás.
Finalmente habrá que conformarse y dedicarse a probar las excelencias gastronómicas de la zona así como su cerveza y, cómo no, su vodka. Qué se le va a hacer, hay que adaptarse a las circunstancias…..
Finalmente habrá que conformarse y dedicarse a probar las excelencias gastronómicas de la zona así como su cerveza y, cómo no, su vodka. Qué se le va a hacer, hay que adaptarse a las circunstancias…..
Al menos hemos tenido la oportunidad de ver la extraña foca del Baikal (Pusa sibirica) también llamada nerpa, foca endémica del Baikal y única en su especie que pasa la totalidad de su vida en agua dulce.
Mientras tanto, los turistas rusos, se agolpan en bares y txiringuitos para degustar los típicos platos del Baikal.
A las 18,30 embarcamos en el barco en medio de la niebla y una lluvia que no cesa.
Lo que en principio prometía ser un bonito recorrido por el río angara hasta Irkutsk, se convierte en un mero desplazamiento durante el que no vemos mucho más allá de nuestras narices.
Una hora más tarde llegamos a nuestro destino para dirigirnos al hostel, cenar en un local cercano, recoger nuestro equipaje y dirigirnos a la estación donde a las 21,50 tomaremos el tren que nos llevará a Ulan Ude.
Serán aproximadamente 7 horas de viaje nocturno.
Capítulo anterior: El Transiberiano. 4 días ininterrumpidos de tren.
Capítulo siguiente: De Irkutsk a Ulan Bator, un viaje al pasado.
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