26 marzo 2014

Bremen.


Tras la visita a Munich o mejor dicho, a su feria de la cerveza, retomamos rumbo al noroeste alemán con el objeto de conocer la ciudad de Bremen.
Esta coqueta población alberga más de 500.000 habitantes mientras que la totalidad del área urbana casi llega al millón.
Gracias a que el río Weser se ensancha a su paso por la ciudad, convirtiéndose en un río navegable, su puerto adquiere gran relevancia. Más adelante, a unos 70 kilómetros, desembocará en el Mar del Norte.


Recorrimos sus tranquilas calles repletas de atractivos, a la vez que no desaprovechamos la ocasión de degustar las extraordinarias cervezas germanas en las tranquilas terrazas que ofrecían numerosos establecimientos de la ciudad.
Su ayuntamiento, construído entre 1405 y 1410 y considerado como uno de los más bellos de Alemania, fue  declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.






La estatua de Roland también conocida como la estatua de la libertad de Bremen, precisamente por representar los derechos y la libertad, es la más grande de Alemania dedicada a este personaje. 
Otro de los Patrimonios de la Humanidad que encierra esta interesante ciudad.



 
Una escultura de bronce que data de 1951, representa a los protagonistas del famoso cuento de los hermanos Grimm, los músicos de Bremen.




Otro de los numerosos edificios que atraerán la atención del visitante, es la iglesia de St.Petri que atesora más de 1200 años de historia.  


 






















Las  llamativas fachadas de la cara oeste de la marktplatz donde se encuentran la caja de ahorros y una preciosa farmacia entre otras edificaciones, son parte importante de la atractiva plaza del ayuntamiento.


 
Su famoso carrillón con más de 30 campanas de porcelana, tampoco pasó desapercibido a nuestro paseo.


 

Otros edificios como el del Parlamento, la casa de comercio, la iglesia de Nuestra Señora, la bella calle de Boettcherstrasse donde se encuentran numerosos comercios, restaurantes y el carrillón y el antiguo barrio de Schnoor salpicado de coquetas casas de los siglos XV y XVI, son algunos de los lugares que completaron nuestra visita a la ciudad.



 











 
Nos despedimos de la ciudad a orillas del río Weser tomando nuestra última cerveza en una terraza mientras veíamos pasar las pequeñas embarcaciones a la vez que la gente se agolpaba en el concurrido mercado que tenía lugar en el muelle.





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