Una pequeña escapada a una ciudad ya conocida pero no por ello carente de interés, sirvió de despedida al 2014.
Hace ya unos años, a lo largo de mi recorrido por el país luso, pasé unos días en la segunda ciudad más importante de Portugal y los recuerdos que mantenía de ella, me animaban a repetir la experiencia.
Apenas disponía de cuatro días pero quería exprimirlos a tope para tratar de ver y sobre todo “vivir” con intensidad la incesante actividad de la ciudad que nos acogería los próximos días.
Y es que como nos dijo un lugareño apenas pisamos Oporto,
“ en Portugal, Lisboa gasta, Coimbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja” .
No era un mal apunte para comenzar a hacernos una idea de lo que pensaban de la ciudad sus propios habitantes.
Si bien Oporto es la segunda ciudad de Portugal, sólo por detrás de la capital Lisboa, es considerada la “capital del norte” gracias al auge adquirido en terrenos tanto culturales como económicos, fruto de su desarrollo industrial.
Durante nuestra estancia, visitamos varios puntos de su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco pero también nos acercamos hasta el moderno barrio de Boavista, a los entrañables rincones de la Ribeira y cómo no, a la vecina Vilanova de Gaia donde se almacenan y miman los mejores vinos de la zona.
Si bien Oporto es la segunda ciudad de Portugal, sólo por detrás de la capital Lisboa, es considerada la “capital del norte” gracias al auge adquirido en terrenos tanto culturales como económicos, fruto de su desarrollo industrial.
Durante nuestra estancia, visitamos varios puntos de su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco pero también nos acercamos hasta el moderno barrio de Boavista, a los entrañables rincones de la Ribeira y cómo no, a la vecina Vilanova de Gaia donde se almacenan y miman los mejores vinos de la zona.
Otro de los atractivos de la ciudad y que además la caracteriza, son sus imponentes y numerosos puentes. Un pequeño recorrido por el río Duero a bordo de una embarcación te permitirá admirarlos como se merecen:
- El Ponte das Barcas el puente más antiguo, inaugurado el 15 de agosto de 1806
- El Ponte Pênsil unió Oporto con Gaia desde el año 1843. Posteriormente fue derruido tras la construcción del Ponte Luis I. A día de hoy quedan en pie sus dos pilares y en la parte de Oporto existe un coqueto bar desde cuya terraza se tienen excelentes vistas al río Duero; un lugar privilegiado para ver el atardecer.
- El Ponte Maria Pia, fue construido por Eiffel en 1877 y fue el primero en permitir el paso ferroviario.
- El Puente da Arrábida construido en 1963 es el más occidental de la ciudad.
- El Ponte do Infante construido en 2003, es el último puente construído entre Oporto y Vila Nova de Gaia.
- El Ponte Luiz I, sustituye al antiguo Ponte Pênsil desde 1886, y se erigirá en protagonista de nuestra visita a la Ribeira. Posee dos niveles y mientras por su nivel superior pasa la línea D del metro, por el inferior circulan coches, autobuses y camiones. Ambos niveles disponen de pasarelas para los viandantes.
- Ponte do Freixo, construido en 1995, es el más oriental de los puentes que conectan Oporto y Vila Nova de Gaia.
Personalmente prefiero perderme entre las callejuelas de las ciudades sin rumbo fijo ya que considero que el contacto y la visión que consigues es mucho más directa y satisfactoria pero en esta ocasión combiné las caminatas con un “paquete turístico” que incluía un tour en autobús por la ciudad, un pequeño recorrido por el Duero en una embarcación y una cata en una de las bodegas de Gaia.
Todo ello me costó unos 20 € y me permitió ver cosas que sin duda, no hubiera visto de otra forma. Recomiendo a todo el que haga la visita fluvial, lo haga haciéndolo coincidir con el atardecer ya que la puesta de sol sobre el río Duero puede llegar a ser espectacular.
Puntos interesantes a visitar
- La Torre de los Clérigos es la torre más alta de Portugal y ofrece unas excelentes vistas panorámicas de la ciudad.
- La Casa de la Música, de arquitectura vanguardista, representa uno de los símbolos del nuevo Oporto.
- El Mercado do Bolhao, punto estratégico que representa perfectamente el aspecto decadente de la ciudad y donde desde 1914 se vende todo tipo de productos alimenticios. Personalmente, lo considero imperdible.
- La Estación de Trenes de San Bento, construida a principios del Siglo IX y bellamente adornada con miles de estampas a base de azulejos donde se representa la historia portuguesa.
- La Catedral destaca en la parte más alta de la ciudad y constituye otra de las visitas imprescindibles
- El Palacio de la Bolsa, de estilo neoclásico y construida a mediados del XIX, reúne suficientes atractivos para cualquier visitante.
- La Librería Lello e Irmao conserva la esencia de las antiguas librerías y se ha convertido en un lugar entrañable aún más desde que apareció en Harry Potter.
- El Palacio de Cristal y sus cuidados jardines ofrecen al visitante la paz y el sosiego necesario para hacer un alto en el camino.
- Iglesia de San Francisco, de estilo gótico y construida a principios del siglo XIV.
- La iglesia de San Ildefonso, de estilo barroco y reconstruida entre 1730 y 1737, posee una atractiva fachada adornada con bellos azulejos.
- Capilla de las Almas o de Santa Catarina, templo de estilo neoclásico construido a finales del siglo XVIII, presenta unas fachadas totalmente revestidas de azulejos.
- Café Majestic, los cafés constituyen una auténtica institución en Portugal y éste es uno de los más famosos. Otra visita obligada, la de este establecimiento abierto desde 1921.
Capilla de las Almas |
Mercado do Bolhao |
Iglesia de S. Idelfonso |
Casa Oriental |
La vecina localidad de Vilanova de Gaia donde se encuentran las bodegas del afamado vino de Oporto, añade un atractivo extra a una ciudad que ya de por sí, reúne suficientes atractivos para merecer la visita del viajero más exigente.
De cualquier forma y como suele ser habitual en mis visitas, los momentos de mayor disfrute fueron aquellos en los que me perdí por sus angostas y decadentes callejuelas charlando con sus gentes y comiendo en pequeños y antiguos establecimientos donde recibes grandiosas clases de historias familiares a la vez que degustas de forma sencilla, las auténticas delicias gastronómicas portuguesas.
Destacaría un vetusto y minúsculo local al final de Vilanova de Gaia, lejos de la zona más turística, donde comí un excelente pescado a la brasa.
El restaurante, por llamarlo de alguna manera, se llamaba Antiga Casa Ze Da Guida y la tranquilidad del lugar a orillas del Duero, me empuja a recomendarlo.
Pero a decir verdad, no resulta difícil comer bien a lo largo de la ciudad e incluso compartir charlas y risas como fue el caso de la amiga María (no recuerdo el nombre del restaurante) en Gaia u otros muchos cercanos a la bulliciosa Ribeira.
Durante nuestra visita a la ciudad, nos alojamos en el hotel Menfis, un hotel barato dudosamente calificado con tres estrellas pero bastante céntrico y que por apenas 20€ noche, desayuno incluído, cubrió nuestras necesidades. Ofrece parking de pago cercano aunque no muy lejos existen zonas gratuitas de aparcamiento.
Fueron cuatro días vividos con intensidad durante los cuales Oporto y sobre todo sus gentes, nos dejaron un grato poso de hospitalidad que nos conquistó por completo y nos permitió disfrutar plenamente de nuestra estancia,con la suerte añadida del tiempo veraniego que nos acompañó a pesar de encontrarnos casi en noviembre.
Una agradable escapada veraniega en este otoño loco.
2 comentarios:
Sólo he ido una vez y fue por trabajo, así que no cuenta. Tu entrada me recuerda que el país vecino es una maravilla digna de ver, lo que ocurre es que me reservo Portugal para cuando me jubile. Será por eso de tenerlo tan cerca…
Pues sí, yo me reservo Europa en general para cuando me fallen las fuerzas pero de vez en cuando cae alguna escapadita...
Saludos!!
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