Eran las 6,30 cuando el despertador nos sacó de nuestro letargo. Nuestras mochilas ya estaban preparadas y sólo tuvimos que vestirnos y cargar con ellas para recorrer el kilómetro que nos separaba del lugar donde nos espera el coche que nos llevará al aeropuerto de Medan.
Allí tomaremos un vuelo hasta Bali para alojarnos en un hotel cercano al aeropuerto ya que mañana a primera hora partiremos hacia Labuán Bajo, nuestro próximo destino.
Estuvimos barajando todas las opciones posibles para trasladarnos desde Sumatra a Labuán Bajo ya que nos hubiera gustado hacer el desplazamiento en el mismo día pero no tardamos en comprobar que no había vuelos directos y siempre deberíamos hacer escala, bien en Java o en Bali.
Las conexiones más económicas eran a horas intempestivas y todas nos obligaban a perder un día así que nos lo tomamos con calma y decidimos reservar un vuelo a Bali desde Medan al mediodía, conocer la zona de Kuta, cercana al aeropuerto y madrugar al día siguiente para llegar a Labuán Bajo a primera hora de la mañana y comenzar inmediatamente nuestro recorrido en barco por el Mar de Flores.
El viaje hasta el aeropuerto discurrió sin incidentes y sólo tardamos 3,30-4 horas desde Bukit Lawang. Seguíamos necesitando dinero pero vistos los pésimos cambios que ofrecían en la calle, habíamos decidido hacerlo en un banco.
Cuando dijimos a nuestro conductor que queríamos cambiar, nos volvió a decir que podía llevarnos a un sitio que conocía cerca del aeropuerto. Ya estábamos cansados de que todos los cambios fueran por debajo de 14.000, cuando la última vez que lo consultamos en internet estaba a 14.400 así que le dijimos que sólo cambiaríamos con quien nos ofreciera un mínimo de 14.300.
Nuestro conductor hizo una llamada telefónica y al cabo de unos minutos nos mostró una enorme sonrisa mientras nos aseguraba que lo había conseguido: nos darían 14.300 IDR por euro.
Contentos por el resultado de nuestras negociaciones, cambiamos 200€ por persona, ya muy cerca del aeropuerto. Pero como suele suceder a menudo en estos casos, no tardamos en descubrir que nuestro cambio no había sido todo lo bueno que pensábamos ya que al llegar a Bali descubrimos que el euro estaba casi a 15.000 IDR.
Una vez en el aeropuerto de Medan, facturamos y matamos el tiempo tomando algo hasta las 13,15, hora prevista de nuestro vuelo a Bali.
Finalmente, tras sucesivos cambios de horarios y puertas de embarque, salimos a las 14 horas.
Pensábamos que nuestro vuelo era directo así que cuando dos horas y media más tarde nuestro avión aterrizó en Bandung (Java), nuestra sorpresa fue mayúscula.
No sabíamos qué teníamos que hacer, si teníamos que quedarnos en el avión, si debíamos salir…. Y a juzgar por las caras que mostraban algunos otros pasajeros, no éramos los únicos que nos encontrábamos en la misma situación.
Acabamos preguntando a una azafata que amablemente nos indicó que todos los pasajeros debíamos abandonar la nave.
Tengo que decir que he estado en aeropuertos minúsculos, recónditos y peculiares pero los momentos que vivimos en aquellas pistas rozaron lo trágico-cómico.
Apenas salimos a las pistas con nuestro equipaje de mano, nos quedamos boquiabiertos cuando las alas de un avión en marcha pasaron rozando nuestras cabezas. Al mismo tiempo, numerosos pasajeros posaban frente a otro avión que se nos aproximaba por la derecha, para sacarse un “selfie” ante la incredulidad de un piloto que, por un momento, temió llevárselos por delante.
Nuestros ojos amenazaban con salirse de sus órbitas ante lo que estábamos viendo y viviendo en aquellas pistas donde pasajeros y tráfico aéreo compartían espacio sin ningún tipo de complejos.
No sabíamos dónde íbamos y nos limitábamos a seguir a la gente hacia algún lugar desconocido hasta que al llegar a un determinado punto, un hombre reclamaba a gritos a los pasajeros con destino a Bali.
Afortunadamente oí uno de esos gritos y llamé al resto del grupo para que no siguieran adelante. Tras enseñar nuestros billetes, fuimos conducidos hasta una sala atestada de gente donde permanecimos unos minutos antes de salir por la misma puerta para llevarnos al mismo avión del que acabábamos de bajar.
No entendíamos nada pero eso sí, durante el camino de regreso mantuvimos los ojos bien abiertos. Hubiera sido muy difícil explicar a nuestros amigos que nos había atropellado un avión en Indonesia, así que tratamos de evitar tener que dar esa clase de explicaciones…
Recuperados de la experiencia, nos volvimos a sentar en nuestros asientos para, ahora sí, aterrizar en Bali a las 7 de la tarde, hora y media después de despegar de Bandung.
Pero hay que recordar que en Bali debemos adelantar nuestros relojes una hora así que realmente son las 8.
Tras recoger nuestro equipaje, salimos al exterior para dirigirnos hasta un pequeño mostrador donde se puede solicitar un taxi y fijar el precio por adelantado. Nos dicen que no disponen de vehículos con capacidad para 5 personas y nos piden 90.000 IDR por cada uno de los dos coches que nos llevarían a nuestro hotel, el cercano Solaris Kuta.
Sabemos que es excesivo pero a fin de cuentas son poco más de dos euros por persona y no estamos dispuestos a perder tiempo por bajar unos céntimos. Aceptamos.
En menos de 10 minutos estábamos en nuestro hotel. Se encuentra en una calle muy animada pero lo que es más importante para nosotros, muy cerca del aeropuerto.
Habíamos reservado 3 habitaciones dobles por las que habíamos pagado 22€ por cada una. Una excelente y económica opción para todos aquellos que busquen algo cerca del aeropuerto.
Tras formalizar los trámites de admisión, nos entregaron las llaves y una invitación de bienvenida para tomar una consumición en el bar, junto a la curiosa piscina del hotel.
También aprovechamos para reservar un taxi para mañana a las 5 en un pequeño mostrador dentro del hotel, que ofrece excursiones y reservas de todo tipo.
En esta ocasión pagaremos 100.000 rupias por una furgoneta que nos llevaría a los 5.
Las habitaciones están bien y el inodoro cuenta con numerosos tubos que expulsan agua en todas direcciones.
Cuando me encontraba estudiando detenidamente todos estos mecanismos, un chorro de agua a presión salió disparado, consiguiendo hacer blanco en el centro de mi cara, dándome un susto de muerte.
Mejor lo dejo, no estoy preparado para luchar contra un inodoro….
El tiempo vuela, ya es la hora de cenar y con esa intención salimos a la calle para buscar un restaurante que nos permitiera cambiar un poco la dieta de los últimos días.
Aprovecharemos para pedir carne y pescado a la brasa además de una botella de vino para celebrar el éxito de la primera etapa del viaje y el comienzo de otra cuyo inicio aguardamos con impaciencia.
Son más de las 11 y mañana hay que levantarse antes de las 5. Nos hubiera gustado conocer un poco la zona pero optamos por retirarnos….
Allí tomaremos un vuelo hasta Bali para alojarnos en un hotel cercano al aeropuerto ya que mañana a primera hora partiremos hacia Labuán Bajo, nuestro próximo destino.
Estuvimos barajando todas las opciones posibles para trasladarnos desde Sumatra a Labuán Bajo ya que nos hubiera gustado hacer el desplazamiento en el mismo día pero no tardamos en comprobar que no había vuelos directos y siempre deberíamos hacer escala, bien en Java o en Bali.
Las conexiones más económicas eran a horas intempestivas y todas nos obligaban a perder un día así que nos lo tomamos con calma y decidimos reservar un vuelo a Bali desde Medan al mediodía, conocer la zona de Kuta, cercana al aeropuerto y madrugar al día siguiente para llegar a Labuán Bajo a primera hora de la mañana y comenzar inmediatamente nuestro recorrido en barco por el Mar de Flores.
El viaje hasta el aeropuerto discurrió sin incidentes y sólo tardamos 3,30-4 horas desde Bukit Lawang. Seguíamos necesitando dinero pero vistos los pésimos cambios que ofrecían en la calle, habíamos decidido hacerlo en un banco.
Cuando dijimos a nuestro conductor que queríamos cambiar, nos volvió a decir que podía llevarnos a un sitio que conocía cerca del aeropuerto. Ya estábamos cansados de que todos los cambios fueran por debajo de 14.000, cuando la última vez que lo consultamos en internet estaba a 14.400 así que le dijimos que sólo cambiaríamos con quien nos ofreciera un mínimo de 14.300.
Nuestro conductor hizo una llamada telefónica y al cabo de unos minutos nos mostró una enorme sonrisa mientras nos aseguraba que lo había conseguido: nos darían 14.300 IDR por euro.
Contentos por el resultado de nuestras negociaciones, cambiamos 200€ por persona, ya muy cerca del aeropuerto. Pero como suele suceder a menudo en estos casos, no tardamos en descubrir que nuestro cambio no había sido todo lo bueno que pensábamos ya que al llegar a Bali descubrimos que el euro estaba casi a 15.000 IDR.
Una vez en el aeropuerto de Medan, facturamos y matamos el tiempo tomando algo hasta las 13,15, hora prevista de nuestro vuelo a Bali.
Finalmente, tras sucesivos cambios de horarios y puertas de embarque, salimos a las 14 horas.
Pensábamos que nuestro vuelo era directo así que cuando dos horas y media más tarde nuestro avión aterrizó en Bandung (Java), nuestra sorpresa fue mayúscula.
No sabíamos qué teníamos que hacer, si teníamos que quedarnos en el avión, si debíamos salir…. Y a juzgar por las caras que mostraban algunos otros pasajeros, no éramos los únicos que nos encontrábamos en la misma situación.
Acabamos preguntando a una azafata que amablemente nos indicó que todos los pasajeros debíamos abandonar la nave.
Tengo que decir que he estado en aeropuertos minúsculos, recónditos y peculiares pero los momentos que vivimos en aquellas pistas rozaron lo trágico-cómico.
Apenas salimos a las pistas con nuestro equipaje de mano, nos quedamos boquiabiertos cuando las alas de un avión en marcha pasaron rozando nuestras cabezas. Al mismo tiempo, numerosos pasajeros posaban frente a otro avión que se nos aproximaba por la derecha, para sacarse un “selfie” ante la incredulidad de un piloto que, por un momento, temió llevárselos por delante.
Nuestros ojos amenazaban con salirse de sus órbitas ante lo que estábamos viendo y viviendo en aquellas pistas donde pasajeros y tráfico aéreo compartían espacio sin ningún tipo de complejos.
No sabíamos dónde íbamos y nos limitábamos a seguir a la gente hacia algún lugar desconocido hasta que al llegar a un determinado punto, un hombre reclamaba a gritos a los pasajeros con destino a Bali.
Afortunadamente oí uno de esos gritos y llamé al resto del grupo para que no siguieran adelante. Tras enseñar nuestros billetes, fuimos conducidos hasta una sala atestada de gente donde permanecimos unos minutos antes de salir por la misma puerta para llevarnos al mismo avión del que acabábamos de bajar.
No entendíamos nada pero eso sí, durante el camino de regreso mantuvimos los ojos bien abiertos. Hubiera sido muy difícil explicar a nuestros amigos que nos había atropellado un avión en Indonesia, así que tratamos de evitar tener que dar esa clase de explicaciones…
Recuperados de la experiencia, nos volvimos a sentar en nuestros asientos para, ahora sí, aterrizar en Bali a las 7 de la tarde, hora y media después de despegar de Bandung.
Pero hay que recordar que en Bali debemos adelantar nuestros relojes una hora así que realmente son las 8.
Tras recoger nuestro equipaje, salimos al exterior para dirigirnos hasta un pequeño mostrador donde se puede solicitar un taxi y fijar el precio por adelantado. Nos dicen que no disponen de vehículos con capacidad para 5 personas y nos piden 90.000 IDR por cada uno de los dos coches que nos llevarían a nuestro hotel, el cercano Solaris Kuta.
Sabemos que es excesivo pero a fin de cuentas son poco más de dos euros por persona y no estamos dispuestos a perder tiempo por bajar unos céntimos. Aceptamos.
En menos de 10 minutos estábamos en nuestro hotel. Se encuentra en una calle muy animada pero lo que es más importante para nosotros, muy cerca del aeropuerto.
Habíamos reservado 3 habitaciones dobles por las que habíamos pagado 22€ por cada una. Una excelente y económica opción para todos aquellos que busquen algo cerca del aeropuerto.
Foto de la web |
También aprovechamos para reservar un taxi para mañana a las 5 en un pequeño mostrador dentro del hotel, que ofrece excursiones y reservas de todo tipo.
En esta ocasión pagaremos 100.000 rupias por una furgoneta que nos llevaría a los 5.
Las habitaciones están bien y el inodoro cuenta con numerosos tubos que expulsan agua en todas direcciones.
Cuando me encontraba estudiando detenidamente todos estos mecanismos, un chorro de agua a presión salió disparado, consiguiendo hacer blanco en el centro de mi cara, dándome un susto de muerte.
Mejor lo dejo, no estoy preparado para luchar contra un inodoro….
El tiempo vuela, ya es la hora de cenar y con esa intención salimos a la calle para buscar un restaurante que nos permitiera cambiar un poco la dieta de los últimos días.
Aprovecharemos para pedir carne y pescado a la brasa además de una botella de vino para celebrar el éxito de la primera etapa del viaje y el comienzo de otra cuyo inicio aguardamos con impaciencia.
Son más de las 11 y mañana hay que levantarse antes de las 5. Nos hubiera gustado conocer un poco la zona pero optamos por retirarnos….
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2 comentarios:
Con el euro nos hemos malacostumbrado a tener que cambiar en otras monedas. Recuerdo cuando mis viajes or Europa implicaban llevar varias divisas en el bolsillo y era una molestia. Tampoco encontramos por ahí fuera las mismas medidas de seguridad de las que disfrutamos más cerca de casa, pero imagino que una cosa y otra forman parte de la aventura.
Con el euro nos hemos ahorrado la necesidad de hacer muchos cambios pero lejos de casa muchas veces tienes que estudiar detenidamente los tipos de cambio para no perder pequeñas fortunas en las comisiones.
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