A pesar de que los truenos y relámpagos amenazaban con descargar sobre nosotros un gran diluvio durante la noche, tuvimos la fortuna de que la tormenta pasó de largo.
La noche en la jungla había sido lo suficientemente dura como para tener que soportar una cortina de agua cayendo sobre nuestro campamento. Y es que nuestros castigados huesos ya acusan demasiado, la dureza de un suelo que hace unos años no suponía ningún problema.
A pesar de todo, dormí más de lo que esperaba y en cuanto comencé a escuchar los gritos de los monos y los cantos de las aves, inequívocos signos de que el día comenzaba a despuntar, me levanté y me acerqué hasta el río.
Los monos aprovechaban esos momentos de nula actividad humana para buscar en los alrededores del campamento, restos de comida con los que saciar su apetito matinal.
Los macacos forman auténticas cuadrillas de ladrones organizadas, algo que tuve ocasión de comprobar cuando les vi asaltar un campamento cercano antes de salir huyendo con un preciado botín compuesto de pan, frutas y todo tipo de alimentos que alguien descuidó durante unos fatídicos segundos.
Una vez prudencialmente alejados del lugar del delito, se sucedieron las peleas por el reparto del botín.
Mi paseo matutino iba a estar muy limitado a causa de una densa vegetación que impedía el paso, más allá de los límites del pequeño campamento.
Finalmente, ante la imposibilidad de adentrarme en la inexpugnable jungla, me veré obligado a distraerme tratando de sacar alguna fotografía a las abundantes y enormes mariposas que revolotean a mi alrededor, a las extrañas lagartijas y a los ruidosos hornbills que sobrevuelan el cielo de la jungla.
Poco a poco parece que la vida va volviendo al campamento y el olor a café y té recién hecho, parecen anunciar la proximidad del desayuno.
Rostros somnolientos con signos evidentes de no haber dormido demasiado, comienzan a desfilar hacia el río para darse un baño matutino en el río y ocuparse mínimamente de su higiene personal.
Para nosotros, la aventura terminará en las próximas horas pero varios grupos con los que hemos compartido noche en el campamento, continuarán su incursión en la jungla durante los próximos días.
El desayuno de hoy comienza con un café y unas galletas pero poco más tarde nos sorprenden con un sandwich vegetal tostado muy rico. Una generosa ración de fruta pondría fin a un desayuno muy completo.
Ha llegado la hora de recoger todo, bajar las mochilas a la orilla del río y preparar "el vehículo" que previsiblemente nos llevará hasta el pueblo, arrastrados por la corriente del río.
Y es que el trayecto de vuelta no lo haremos cruzando de nuevo la jungla a pie, sino a bordo de una embarcación que construirán nuestros guías con unas enormes cámaras de neumáticos.
En primer lugar meten nuestras mochilas y cámaras fotográficas en grandes bolsas de plástico que atan minuciosamente para que no entre ni una gota de agua en su interior y posteriormente unen fuertemente 5 neumáticos con cuerdas, para fabricar el curioso medio de transporte responsable de llevarnos a Bukit Lawang sanos y salvos.
Pero está claro que la jungla está repleta de sorpresas.....y de bichos!!
Un enorme varano que aparece de pronto en el río, nos hace recular unos metros instintivamente.
Es un ejemplar adulto muy grande y que presenta varias heridas en su cuerpo; quizás por ello acude a esta zona del río en busca de restos de comida.
Es un auténtico privilegio poder ver tan de cerca, un animal tan extraño para nosotros.
Mientras achicharramos a fotos al varano, nuestros guías han terminado todas sus tareas y nos invitan a acomodarnos en nuestra flamante embarcación recién construída.
Las risas, canciones y gritos se suceden a lo largo del todo el recorrido, mientras nos dejamos llevar por la corriente del río y nuestros guías se esfuerzan en evitar que nos estrellemos contra las rocas, haciendo uso de unas largas varas que manejan con destreza para alejarnos del peligro.
Apenas fueron treinta minutos de frenético descenso atravesando espectaculares paisajes selváticos pero fueron suficientes para que llegáramos al pueblo totalmente empapados.
Afortunadamente, las bolsas de plástico habían cumplido con éxito su cometido e impidieron que nuestras cámaras sufrieran cualquier tipo de desperfecto.
La experiencia ha resultado emocionante y divertida y nos ha servido para evitarnos el penoso regreso que hubiera supuesto hacerlo a pie por la jungla.
Volvemos juntos al hotel, invitamos a todos a unas cervezas y les damos una propina que se han ganado a pulso.
Nos han ayudado mucho y han demostrado ser unos excelentes profesionales aunque ahora, en tono distendido, nos confiesan que dudaron sobre nuestra capacidad para llegar al campamento. Nos aseguran que sus clientes suelen ser gente bastante más joven que nosotros y aún así, no todos consiguen alcanzar la meta, siendo muchos los que se dan la vuelta ante la dureza del recorrido.
Tras las cervezas de rigor, nos despedimos de todos antes de subir nuestro equipaje a las habitaciones, darnos una ducha rápida y bajar de nuevo a recepción para reunirnos todos y hacer un recorrido por Bukit Lawang.
Bukit Lawang es un pueblecito ubicado en el norte de Sumatra y bañado por el río Bahorok cuyos principales atractivos turísticos residen en su famoso centro de rehabilitación de orangutanes y en ser una de las puertas de entrada al parque de Gunung Leuser.
Gran parte de sus habitantes viven del turismo a pesar de que éste se vio gravemente afectado tras la terrible riada del 2003 durante la que murieron más de 200 personas y gran parte del pueblo resultó destruído.
Afortunadamente, un año después todo estaba reconstruído.
Teníamos el resto del día para recorrer los recovecos del pueblo pero antes hicimos una breve parada para comer algo en uno de los numerosos restaurantes que hay en la calle que discurre paralela al río.
Necesitábamos conectarnos a internet para confirmar el vuelo que teníamos mañana y además nos apetecía cambiar la dieta de los últimos días por lo que entramos al primer local que parecía garantizarnos ambas posibilidades.
Tras sentarnos, pedimos unas hamburguesas, noddles, patatas fritas y cervezas (300.000 IDR) pero no contábamos con los frecuentes cortes de suministro eléctrico que sufre esta zona. La dueña del local se apresuró a disculparse por no tener el wifi operativo al no disponer de electricidad.
Unas bulliciosas ardillas que se afanaban en recolectar los frutos de un árbol cercano, nos amenizaron el agradable almuerzo.
Tras la comida comenzamos un recorrido por el pueblo durante el que cruzamos algunos de los numerosos, estrechos y rudimentarios puentes que unen las dos márgenes del río. Su precariedad nos exijía agarrarnos con fuerza y extremar las precauciones para no caernos.
El relajado paseo nos permitió ver la pausada vida cotidiana de sus habitantes y apreciar el relevante protagonismo que adquiere el río.
En cualquier rincón encontrábamos gente lavándose en sus aguas, mujeres limpiando la ropa, niños jugando despreocupados y numerosos "viajeros" que utilizan el río como medio de transporte, rápido y gratuito, a bordo de los omnipresentes neumáticos.
Durante nuestro paseo vimos también algunos locales que anunciaban cambio de moneda pero una vez más comprobamos que la transacción resultaba muy desfavorable.
El sol iba cayendo sobre el horizonte y decidimos regresar a nuestro hotel para encargar la cena mientras subimos a las habitaciones para hacer la mochila, confirmar el vuelo de mañana y descansar un rato antes de bajar al comedor.
Hemos adquirido la costumbre de encargar las comidas con antelación, siempre que es posible, para no perder tiempo esperando sentados en la mesa y la verdad es que ésto nos permite dedicarnos a otros menesteres mientras preparan tranquilamente nuestra comida.
Al entrar en nuestra habitación, dos grandes sapos parecen estar esperándonos.
Inmóviles, en un alto, observan curiosos cómo hacemos las mochilas ante los gestos preocupados que muestra un compañero que dejó la mochila abierta y sospecha que algún otro "visitante" pudiera haberse colado en su interior.
Es conveniente recordar que nunca debemos dejar nada abierto en este tipo de sitios....
Llega la hora de la despedida y tras la cena, nos retiramos a dormir. Mañana a las 6,30, nos esperan para llevarnos al aeropuerto de Medan donde tomaremos un vuelo a Bali.
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2 comentarios:
Qué cantidad de fauna. Es preciosa e imagino la ilusión de encontrar animales tan diferentes a lo que estamos acostumbrados. Está claro que yo no habría llegado al campamento; será cuestión de buscar otro tipo de viajes menos extenuantes.
Si lo conseguimos nosotros, lo puede hacer cualquiera. Sólo hace falta estar dispuesto a sufrir y sobre todo...a sudar.
El esfuerzo merece la pena.
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