Durante la primavera del pasado año tuve oportunidad de visitar el hayedo de Otzarreta. Apenas me asomé a aquel pequeño hayedo trasmocho, su magia me cautivó por completo y quizás por ello me hice la promesa de volver para poder disfrutarlo en su máximo esplendor cuando el otoño tiñera de oro aquel precioso rincón.
Aprovechando el soleado otoño que estamos disfrutando este año, me acerqué la semana pasada hasta sus inmediaciones para maravillarme una vez más con el colorido espectáculo que nos regalan estos bosques caducifolios y más concretamente, éste de Otzarreta.
Para llegar a este maravilloso lugar puedes consultar AQUI cómo hacerlo.
Dejaré para otra ocasión, las imágenes tomadas en el crudo invierno cuando la nieve cubría por completo el mágico rincón de Otzarreta.
De momento nos conformaremos con una pequeña muestra de las fotografías tomadas el pasado jueves cuando el sol alumbraba con sus últimas luces las escasas hojas que aún quedaban sujetas a sus ramas.
"Otoño"
Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.
Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.
Juan Ramón Jimenez
2 comentarios:
¡Qué maravilla de lugar! El otoño es de lo más fotogénico y da mucho juego. Más aún si viene acompañado de cielos limpios de nubes, como este último.
Efectivamente, se trata de un pequeño y mágico rincón que visito siempre que puedo.
Como bien dices, si además pillas un día como éste, la satisfacción se multiplica.
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