Como ya viene siendo costumbre durante todo nuestro recorrido por Indonesia, el día amanece totalmente despejado. Hoy pasaremos nuestro último día con Suenden durante el que visitaremos el templo más importante de la isla: el Templo Madre.
Tras el desayuno salimos directamente en dirección al templo para salvar las dos horas que nos separan de él.
Pura Besakih, como es conocido entre los locales, se erije como el complejo religioso más grande e importante de Bali.
Pura Penataran Agung, es el templo principal entre los 22 que componen este complejo construído en las laderas del también considerado sagrado, monte Agung.
Apenas llegamos al cercano aparcamiento donde dejamos el coche, Suenden se vistió con sus mejores galas a la vez que nos suministraba unos elegantes sarongs para cubrir nuestras piernas antes de entrar en el templo.
Numerosos puestos y locales de todo tipo se arremolinan en la calle que enfila hacia el templo. Resulta evidente que es este un lugar muy especial para los hinduístas y muestra de ello es el ambiente festivo y la gran actividad que se respira en los alrededores. Son numerosas las familias que acuden al lugar con múltiples ofrendas.
A pesar de ir acompañados de nuestro guía, en cuanto nos separamos un instante de él, tuvimos ocasión de comprobar uno de los problemas más comunes con los que se encuentra el turista al llegar a este lugar.
Sin ninguna duda, si te ven sólo, más de una persona se acercará a tí para informarte de que está prohibido acceder al complejo sin guía y se ofrecerán amablemente a ayudarte. Es conveniente no permitirlo si tu intención es visitarlo por tu cuenta pero si finalmente acabas aceptando, deja bien claro el costo del servicio por anticipado.
De cualquier forma, hay que saber que NO ES OBLIGATORIO entrar con guía.
Una vez más, Suenden nos muestra su cara más religiosa mientras nos explica con detalle y con indisimulado orgullo, las excelencias de la religión que confesa: el hinduísmo.
Lo cierto es que tuvimos que variar un poco los planes de nuestro guía porque se centraba demasiado en la visita a gran número de templos dejando de lado otros lugares, quizás con menos historia y valor religioso pero más atractivos para nosotros.
Una vez en el interior del complejo, Suenden nos iba explicando numerosos aspectos del hinduísmo mientras íbamos avanzando y ganando altura durante nuestro recorrido. Nos señalaba los diferentes templos donde se reunían las distintas castas para orar antes de juntarse todas en el Templo Madre. Los numerosos merus que adornan el complejo iban quedando atrás y las vistas ganaban en espectacularidad a medida que ascendíamos en un recorrido que te hará sudar la gota gorda.
Nuestra última visita dedicada al hinduísmo había finalizado y volvíamos al aparcamiento donde teníamos el coche pero antes de partir queríamos cumplir con un deseo que teníamos pendiente desde hace mucho tiempo cuando por primera vez, en Tahilandia, tuve constancia de la existencia de una fruta que estaba prohibida consumir e incluso introducir, en muchos hoteles. Aún recuerdo que hace ya muchos años, allá por el siglo pasado, cuando vi un gran cartel en la puerta de mi hotel que prohibía introducir duriam, pensé que esta fruta tendría efectos alucinógenos pero no, el motivo de la prohibición era otra muy distinta: su repugnante olor.
Siempre he querido, desde entonces, comprobarlo personalmente y hasta ahora por distintas razones todavía no lo había hecho.
Suenden nos aseguró que se trataba de su fruta favorita y allí mismo había un puesto con unas piezas irrechazables. ¡¡¡ Era el momento!!!
Originario del sudeste asiático, el durián es un fruto redondo recubierto de una especie de espinas y del tamaño de un melón que levanta auténticas pasiones entre mucha gente. Por el contrario, su olor al abrirlo, es bastante fuerte y desagradable para no pocos mortales. Teníamos curiosidad por saber si seríamos capaces de olerla y sobre todo, de probarla.
Debo confesar que de los cinco integrantes del grupo, uno fue incapaz de probarlo tras olerlo, otro estuvo a punto de vomitar al probarlo y a ninguno de los otros tres nos hizo gracia.
Personalmente me pareció bastante peor el sabor que el olor.
Suenden lo agradeció y dio buena cuenta del durián mientras nosotros quitábamos el mal sabor de boca con unos dulces mangostines.
Es la hora de comer y pedimos a Suenden que nos lleve a comer algo típico de la zona, en algún local sencillo.
Así lo hicimos y al llegar al pueblo de Gianyar, entramos a un local para probar un plato muy representativo de la gastronomía balinesa: el babi guling.
Se trata de un plato compuesto de verduras, arroz y su componente principal, el cerdo.
En la entrada del local lucía un precioso cerdo asado del que apenas quedaba la mitad y que fue el encargado de dar la bienvenida a un grupo que se las prometía felices dado el excelente aspecto que mostraba. Desgraciadamente, la cantidad de cerdo que sirven en los platos no es demasiado generosa y además, como de costumbre, la verdura pica que te cagas...
A la hora de calificar el plato que nos acabábamos de comer, hay disparidad de opiniones entre el grupo, a pesar de que el cerdo asado nos ha gustado a todos.
Pagamos los 15€ a los que asciende la cuenta total de los seis y salimos rumbo al mercado de Sukawati para perdernos entre sus infinitos puestos, ávidos por empaparnos de esa mágica atmósfera que destilan los mercados en esta parte del planeta.
En Sukawati puedes encontrar de todo aunque ésta sea una característica muy común en todos los mercados del sudeste asiático.
Madera, instrumentos musicales, telas, ropas, utensilios de todo tipo, frutas, especias, todo, absolutamente todo, tiene su lugar en este laberinto de callejuelas y puestecillos en los que intentarán a toda costa, venderte sus productos a cualquier precio.
En un edificio de dos plantas donde los minúsculos locales apenas cuentan con dos metros cuadrados y los pasillos no tendrán más de 40cms, los artículos se amontonan por doquier sin permitir que el cerebro procese tanta información en tan reducido espacio. La sensación es un tanto claustrofóbica lo que unido a las agresivas técnicas de venta de los comerciantes, pueden llegar a agobiar bastante a los menos acostumbrados.
Seguramente por eso, optamos por salir a la calle y buscar un lugar más relajado desde donde poder observar cómo la gente local se abastece de los productos básicos como arroz, carne, frutas, verduras, etc...
La actividad y el bullicio nunca cesa en Sukawati.
No muy lejos de este mercado, visitamos una cooperativa dedicada a la talla de madera pero no tardamos en advertir que en esta ocasión el negocio está claramente dirigido al turismo ya que los precios se disparan de forma espectacular.
Con esta visita damos por concluída la jornada y decidimos volver al hotel para darnos un chapuzón en la coqueta piscina que aún no hemos catado.
Al llegar a nuestro hotel pagamos a Suenden lo acordado, 55€ por día más 20 por el traslado desde el aeropuerto a nuestro hotel el día de nuestra llegada, nos despedimos y nos retiramos a nuestras habitaciones para ponernos el traje de baño y darnos un chapuzón en la piscina aprovechando que aún es de día.
Las grandes gotas de lluvia que comienzan a caer justo en ese instante no son ningún impedimento para llevar a cabo nuestros propósitos.
El agradable baño en la piscina con las preciosas vistas a la jungla que rodea el hotel, nos sirve para relajarnos antes de salir a recorrer las bulliciosas calles de Ubud.
Mañana dedicaremos todo el día a Ubud pero hoy todavía disponemos de unas horas que aprovecharemos para dirigirnos a la calle que lleva hasta el bosque de los monos, que pensamos visitar mañana.
Cenamos en las inmediaciones del bosque, unas ensaladas, pasta y unos solomillos a la pimienta más unas cervezas, postres y cafés por unos 30€, los 5 (445.000 rupias).
Tras la cena, nos tomamos unas copas aprovechando los numerosos "happy hour" que ofrecen en la zona y nos conectamos al wifi para tratar de ponernos en contacto con una amiga viajera que casualmente, llega hoy a Ubud procedente de Java.
A pesar de que no es demasiado tarde, la gente se va retirando a sus hoteles y al menos en la zona que nos encontramos, no hay ya demasiado ambiente. Decidimos por unanimidad que ha llegado la hora de irse a dormir.
Mañana nos levantaremos sin prisas, nadie nos espera.
Ruta de la jornada.
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2 comentarios:
Qué ganas de conocer sitios, culturas y paisajes nuevos, que además son tan diferentes. Había oído hablar de la fruta, pero no sabía de nadie que la hubiese probado hasta ahora. En cuanto al acoso a los turistas que se sufre en algunos países, creo que es una tendencia al alza que debería regularse, porque puede llegar a ser una verdadera molestia. En nuestro caso, fue lo peor de nuestro viaje por India.
Creo que es inevitable el hecho de que en ciertos paises vean a los turistas como "dólares andantes". Es tan abismal la brecha abierta entre nuestras vidas, que tratan de sacarse unas monedas a nuestra costa a cualquier precio.
El duriam me resultó bastante ...... desagradable ;-))
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