16 febrero 2017

Kumarakom y Fort Kochi. Kerala.


La noche a bordo de nuestro barco no ha sido todo lo confortable que hubiéramos deseado, debido al calor.
Si bien es cierto que las habitaciones contaban con aire acondicionado, no había ningún mando con el que pudiéramos regular la intensidad ni la dirección del mismo así que teníamos dos opciones: o pasar calor o pasar frío.
A lo largo de la noche nos levantamos varias ocasiones, bien para encender o apagar el aparato de aire acondicionado.


En cuanto las primeras luces del día se dejaron notar, salimos al exterior en busca del aire fresco que se disfrutaba a esa primera hora de la mañana.
El barco volvería a zarpar a las 8 de la mañana para hacer un último y corto recorrido por los canales antes de volver a dejarnos en el mismo punto donde nos recogió ayer a la mañana.
Tras un breve paseo a pie entre los nenúfares que florecían a orillas de los canales, volvimos a embarcar para disfrutar del despertar del día y de sus habitantes.



Un agradable y relajado desayuno en cubierta, a base de te o café acompañados de tortillas y  tostadas con mantequilla y mermelada, sirvieron para llenar nuestros necesitados estómagos mientras seguíamos admirando las bellas estampas que nos regalaba este lugar. 

 
Eran alrededor de las 9 cuando desembarcamos para reunirnos de nuevo con Kisen, nuestro conductor.
Aproximadamente una hora y media más tarde llegábamos a nuestro hotel en Cochín, el Classic Fort

A nuestra llegada nos comentan que aún no tienen preparadas nuestras habitaciones y nos invitan a tomar unos tes en recepción mientras limpian y ponen a punto todo. Poco después nos ofrecen una habitación para dejar el equipaje, asearnos o descansar hasta que todas estén listas.


Mientras algunos deciden quedarse descansando, otros salimos a dar una vuelta por los alrededores hasta las 12,30 que nos vendrá a buscar Kisen.
La zona donde nos encontramos no ofrece demasiados atractivos, las aceras brillan por su ausencia, el tráfico es tan caótico como suele ser habitual y el calor comienza a dejarse notar, por lo cual optamos por meternos a una especie de centro comercial con aire acondicionado. Aprovechamos para hacer algunas compras ya que nos gusta llevarnos siempre que podemos, una pequeña muestra de las especias y picantes que tanto se utilizan en estos países. Las chicas tampoco desaprovechan la ocasión para comprar alguna de las vistosas y coloridas camisas y vestidos típicos de esta parte del mundo.
El tiempo pasa volando y tenemos que volver al hotel.

Como habíamos acordado, Kisen nos esperaba a las 12,30 en las puertas de nuestro hotel para hacer un pequeño recorrido por Fort Kochi.
Comenzamos las visitas con la Basílica de Santa Cruz donde vivimos una entrañable anécdota al encontrarnos con la celebración de una boda en un edificio cercano a la Basílica. 



Al escuchar música y bullicio nos acercamos tímidamente hasta la puerta para ver de qué se trataba. No queríamos molestar ni hacer sentir incómodo a nadie así que nos quedamos en la misma puerta sin atrevernos a entrar y mucho menos a hacer ninguna fotografía del evento. Inmediatamente varias personas se acercaron a nosotros y tras identificarse como familiares de los novios, nos invitaron a pasar y a comer lo que deseáramos.
Una vez más, la afabilidad de la gente nos volvió a conquistar por completo. Los músicos se afanaban en alegrar la ceremonia a la vez que la hermana de la novia vino acompañada de la propia novia para rogarnos que nos quedáramos a disfrutar con ellos de ese día tan especial. No nos lo podíamos creer y aunque por un momento estuvimos tentados de quedarnos allí para disfrutar con ellos de su boda, finalmente decidimos volver a la furgoneta para seguir ruta con Kisen. Una curiosa y entrañable anécdota que jamás olvidaremos.







 




















De allí nos vamos a la Iglesia de S. Francisco donde se encuentra la tumba de Vasco de Gama. 


Tras una breve visita, decidimos que dedicaremos el resto de la mañana a recorrer el pueblo para acercarnos hasta los numerosos puestos de pescadores donde éstos venden sus productos, a la vez que te facilitan su preparación en algún local cercano. Teniendo en cuenta la frescura, la calidad y el precio de los productos, compramos una buena cantidad de langostinos, unos calamares y cuatro pescados similares a las brecas. Inmediatamente se lo entregan todo a un chico que nos indica que le sigamos hasta un pequeño local en la plaza donde nos prepararán todo a la plancha. Insistimos en que no añadan ninguna salsa ni condimento a nada; sólo hacerlo a la plancha.

 
Invitamos a Kisen a comer con nosotros y de no haber sido por la imposibilidad de acompañar la comida con un buen vinito blanco, hubiera sido una experiencia gastronómica memorable. Seguramente Kisen no pensaba lo mismo; se limitó a decir que fue .... diferente.
Un plato de pasta con productos del mar y otro de arroz junto al pan local (chapati) y unas coca colas y zumos completaron un menú que ascendió a unos 60€ por todo.




Tras tomar unos cafés y tés en un hotel cercano, nos dedicamos a recorrer con calma las orillas del mar donde se concentraban las típicas redes chinas con las que capturan el pescado y las curiosas escenas de los pescadores lanzando sus redes al aire a escasos metros de la orilla.
Los puestecillos de pescado lucen las recientes capturas ofreciendo a los turistas la posibilidad de disfrutar de sus productos. El bullicio y la abundancia de restaurantes y hoteles revela que nos encontramos en un sitio acostumbrado a acoger gran número de turistas.




A las 6 de la tarde Kisen nos lleva a ver una especie de obra de teatro denominada  Kathakali, un arte escénico típico de Kerala donde el maquillaje y la mímica desempeñan papeles fundamentales. Cada gesto facial, con inverosímiles movimientos de ojos incluídos, tiene su respectivo significado.
El espectáculo duró cerca de una hora y una vez finalizado volvimos a la furgoneta para volver a nuestro hotel. 



























A pesar de encontrarnos bastante cerca, tardamos una hora en llegar debido a un impresionante atasco  que ralentizaba nuestra marcha de forma desesperante.
Hemos llegado al final de nuestro recorrido por el sur de India ya que mañana salimos a las 12,30 rumbo a las islas Maldivas. 
Kisen nos cita a las 8 de la mañana  ya que no se fía del tráfico y a pesar de que insistimos para salir al menos una hora más tarde, nos repite que el tráfico aquí es impredecible y un recorrido de una hora se puede convertir en tres. 
Finalmente acordamos salir a las 8,30.

Dado que ya habíamos visto los alrededores del hotel y no ofrecían demasiados atractivos, decidimos hacer nuestra última cena india, en nuestro hotel.
Unas ensaladas, pasta, carne, arroz, postres y unos tés con limón y miel muy ricos, pusieron el punto final a la jornada. 


 














A pesar de que no pudimos celebrarlo con una buena botella de vino, ni siquiera con unas cervezas, la comida resultó muy agradable.
Por última vez nos retiramos a nuestros aposentos ; si todo sale como tenemos previsto, mañana dormiremos en Maldivas.


Nuestro recorrido de la jornada:

1 comentario:

Tawaki dijo...

Muy interesante todo. Las barcas parecen góndolas y la cara del gato lo dice todo. Lo de no poder tomar cerveza es una p....