06 abril 2017

MALDIVAS IV. Otra jornada de snorkelling.



Durante esta noche ha caído una buena tromba de agua pero cuando me despierto, a las 5,15, ya está todo seco.
Está comenzando a amanecer así que no dudo en coger la cámara de fotos y bajar a la playa para tratar de sacar alguna fotografía con esta luz tan especial. 
Mientras voy caminando por la orilla, observo que la garza que vemos todos los días, se acerca volando con algo en el pico. Parece que es su hora de almorzar ya que no tardo en distinguir que lo que lleva en su pico no es otra cosa que un hermoso pez negro. 
En varias ocasiones intenta tragar su captura pero debido a su considerable tamaño, no le resulta fácil.
Alterno la dirección de mi cámara entre el lejano horizonte por donde sale el sol, con la cercana garza y sus intentos de engullir su pez.


Allí permanezco disfrutando del despertar del día y de las maniobras de mi amiga la garza tratando de engullir su presa, hasta que el día rompe de manera definitiva. 
Es hora de volver al hotel para desayunar.
Tras el desayuno preparamos todo el equipo para el snorkelling y salimos al puerto donde hemos quedado con Anees a las 9. Hoy llevaré un chaleco salvavidas para estar más tranquilo y poder disfrutar de los fondos y su fauna.
A las 9,15 embarcamos en la lancha junto a una pareja checa y un ayudante chino que se lleva Anees para ayudarle en las maniobras con la embarcación.
Haremos tres inmersiones en tres puntos diferentes, por la zona de banana reef, ya que Anees nos asegura que en esa zona hay menos viento y el mar está más tranquilo.



Pronto llegamos a la isla que se ve desde Gulhi y que nosotros pensábamos que era Maafushi pero realmente se trata de Anantara
Más adelante pasamos frente a Maafushi y su cárcel y aún dejaremos atrás varias islas y sus correspondientes resorts.
Tardamos casi una hora en llegar al primer punto, que se trata de banana reef. Hoy el traslado ha sido más relajado y nadie se ha mareado.
Ha llegado la hora de tirarse al agua de nuevo y felizmente comprobamos que aunque sigue habiendo corrientes, son más llevaderas que las del otro día.
Hay zonas donde la profundidad apenas sobrepasa el metro y vienen bien para descansar ; el problema es que siempre busco una zona donde no haya corales para no estropearlos al apoyar mis pies pero las corrientes me arrastran como a un muñeco. Resulta dificilísimo mantenerse unos segundos en el mismo punto. 
Intentar sacar fotografías o videos bajo el agua se convierte en una tarea casi imposible.




Resulta arriesgado permanecer en aguas poco profundas ya que la corriente te lleva donde quiere y los corales te cortan al rozarte con ellos; es mejor salir al borde del arrecife y moverte en paralelo a él. Al menos, no te cortas con los corales.
En esta zona están algo mejor los corales pero de cualquier forma, les falta colorido. Vemos muchos peces diferentes, una langosta e incluso algunos llegan a ver una manta raya.



Anees hoy sí ha anclado la lancha pero como para volver a ella tenemos que nadar contracorriente, decide venir en nuestra busca. Se nota que sabe lo que tiene entre manos y es mucho más profesional que los chavales del otro día.
El segundo punto de buceo no está lejos y nos comenta que es un buen lugar para ver tortugas. En cuanto anclamos me lanzo al agua con chaleco pero sin aletas. Craso error.
Al intentar atravesar el estrecho canal que me separaba del arrecife me quedé atascado por la fuerte corriente y me resultaba imposible avanzar. Por suerte Anees se dio cuenta y cogiéndome del sobaco me arrastró unos 100 metros dentro del arrecife.
Una vez sobre el arrecife consigo avanzar por mis propios medios aunque no puedo alcanzar al resto del grupo. Está claro que aquí las aletas son totalmente imprescindibles.
El grupo consigue ver varias tortugas pero yo, bastante más retrasado, me tengo que conformar con una preciosa morena que me mira fijamente. Como suele suceder en estas ocasiones, mi cámara se ha quedado sin batería y no puedo inmortalizar el momento.




Volvemos a la lancha para acercarnos hasta el último punto de la jornada donde pretendemos ver alguna manta raya.
Esta vez me pondré aletas para intentar avanzar junto al resto del grupo y no perder la oportunidad de ver alguna manta.
Apenas me lanzo al agua, observo que la diferencia es abismal, ahora avanzo con normalidad a pesar de que las corrientes se hacen notar. 
Permanecemos en la zona un buen rato buscando a las escurridizas mantas pero ahora que estoy preparado con mis flamantes aletas, las dichosas rayas no aparecen.




En fin, disfrutamos con la variada fauna de la zona hasta que Anees da la orden de subir a la lancha para iniciar el camino de vuelta durante el que tenemos ocasión de ver una gran bandada de peces voladores que avanzan volando frente a nuestra lancha.

Son las 14,30 cuando llegamos a nuestro hotel y aunque ya no estamos en horario de comidas, amablemente acceden a prepararnosla.
Tras la comida decidimos descansar un poco en nuestras habitaciones antes de bajar a la playa para pagar a Anees los 25$ del snorkel y darnos un último chapuzón cuando el sol baje un poco.
Antes de cenar, aprovechamos para tomarnos unos ricos batidos de vainilla y de fresa en otro bar de la isla mientras el sol cae lentamente sobre el horizonte y la temperatura baja agradablemente.






 
Ya sólo queda volver al hotel y esperar que nos confirmen que mañana podremos hacer la excursión del tiburón-ballena que saldrá de Maafushi siempre que se forme el grupo mínimo exigido de 8 personas. Nosotros ya somos 5.
Al llegar al hotel nos dicen que tras la cena llamarán para ver si se ha formado grupo pero desgraciadamente no tardan en comunicarnos que finalmente se suspende la excursión por falta de gente.
Nos acaban de echar por tierra una de nuestras mayores ilusiones en Maldivas y además no tenemos ningún plan alternativo para mañana. 
Nos ofrecen una excursión a un resort, todo incluido, por el mismo precio, 110$ pero a la gente no le motiva demasiado gastarse ese dinero para ir a un resort, a pesar de que nos aseguran que podremos ver mantas rayas y tiburones en su playa ya que les echan de comer. Nos suena un poco a espectáculo de acuario.
Hay otra excursión para intentar ver delfines salvajes pero es a las 16,30 y parece que últimamente no se están dejando ver por los alrededores.
Decidimos subir a la terraza del hotel para hablar y tomar alguna decisión así que nos hacemos unos cafés en la habitación y subimos arriba para acomodarnos en las elegantes hamacas y disfrutar de la agradable temperatura mientras meditamos qué hacer mañana.
Inesperadamente mi hamaca se rompe y acabo de bruces en el suelo. Creo que estoy gafado con Maldivas.
Me retiro a mis aposentos. Mañana será otro día y espero ver todo de forma diferente.... 

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1 comentario:

Tawaki dijo...

El paraíso. Qué ganas le tengo a Maldivas.