05 mayo 2018

Ruta del Parrizal. Beceitei



Durante esta pasada semana santa decidimos visitar el Delta del Ebro pero para no hacer de una tirada el viaje desde Bilbao, optamos por hacer una parada intermedia antes de atravesar la sierra que da paso al Mediterráneo.
Investigando un poco a través de mapas e internet descubrimos una pequeña población de la que nunca habíamos oído hablar pero que parecía ofrecer  atractivos más que
suficientes para hacerse merecedora de una visita.
Beceite está ubicado en la comarca aragonesa de Matarraña, en Teruel, a los pies de los Puertos de Beceite y cuenta con una población que apenas supera el medio millar de habitantes.
Las intrincadas callejuelas que atraviesan la localidad cuentan con gran número de construcciones arquitectónicas de sumo interés entre las que destaca el gran puente construido por los templarios en el siglo XII y que aún hoy, sigue impresionando por su gran altura.




Beceite, también conocida como Beseit en su lengua local ( una variante occidental del catalán ) no sólo atrae a sus visitantes por su notable casco urbano sino por los impresionantes parajes naturales con los que cuenta.
Si bien en el pasado su industria papelera gozó de un protagonismo indiscutible en la economía de la zona, en la actualidad son la ganadería, la agricultura y el turismo los tres pilares principales sobre las que se sostiene.

Tanto las fotos que pudimos ver de Beceite como las de una famosa y cercana ruta denominada "Parrizal", acabaron por convencernos de que este sería nuestro punto de parada intermedia antes de llegar al Delta del Ebro. Así pues, buscamos un sitio para dormir y lo reservamos a través de Internet.
No tardamos en descubrir que a pesar de que nosotros no lo conocíamos, Beceite era un lugar bastante turístico ya que casi todos los alojamientos estaban completos y los precios no eran precisamente baratos.
Finalmente reservamos un apartamento en Casa Morató para 4 personas por 120€ la noche.


 





 





A nuestra llegada ya era de noche y tras acomodarnos en nuestro apartamento apenas nos dio tiempo a hacer un pequeño recorrido nocturno por sus estrechas callejuelas y comer algo en uno de los pocos bares que encontramos, antes de retirarnos a dormir.

RUTA DEL PARRIZAL.




A las 8,30 nos levantamos para desayunar en condiciones, antes de iniciar la ruta conocida como el Parrizal de Beceite.
Una carretera asfaltada bien indicada, parte del mismo pueblo muy cerca de nuestro apartamento, para dirigirse hasta el llamado Parking 3, a 6 kilómetros de distancia, donde deberás dejar forzosamente el coche.
Antes, a unos 3,5 kms, pasarás por un puesto de control donde te preguntarán dónde piensas dejar el coche. 

Tienes dos opciones: 
  1. - en el parking 2, situado en el mismo puesto de control. Precio : 4€/coche, 4€/autocaravana, 2€/moto. 
  2. - en el parking 3, al final de la carretera. Precio: 8€/coche, 3€/moto. 
Si te alojas en Beceite, como fue nuestro caso, el alojamiento te proporcionará un ticket para poder acceder al parking por 2€/coche y 1€/moto.
A partir de aquí te esperan unos 4kms de ida y otros tantos de vuelta durante los que atravesarás numerosas pasarelas de madera fijadas a las rocas para evitar las transparentes aguas del río Matarraña.
Muy cerca del parking encontrarás las pinturas rupestres de la Fenellassa donde si tienes más fortuna o eres más espabilado que yo, descubrirás las pinturas que según dicen se hallan sobre las rocas. Confieso que yo fui incapaz de encontrarlas.
Más adelante, una preciosa poza verdeazulada da comienzo a un espectacular paseo siguiendo el curso del río Matarraña que sin duda, no te dejará indifirente.



El camino discurre por pasarelas de madera, puentes colgantes y senderos que se abren el paso entre quejigos de gran tamaño. Las transparentes aguas del río cuyos fondos albergan abundante vegetación, son uno de los últimos reductos del cangrejo autóctono. Sus cascadas, pozos y rincones constituyen el mayor atractivo de esta ruta.
Poco a poco y según vamos adentrándonos en el cañón, las paredes van ganando altura y el paso se va haciendo más estrecho. Durante unos metros abandonamos el río para adentrarnos en un pequeño bosque que no mucho más adelante nos devolverá a las orillas del Matarraña para dejarnos frente a los Estrechos del Parrizal, punto final del recorrido. Estamos ante un cañón de 60 metros de altura, 1,5 de anchura y 200 de longitud.

















Es conveniente saber que el baño está prohibido a lo largo de toda la ruta y es aconsejable llevar calzado de montaña apropiado. En algunos tramos se debe avanzar a través del lecho del río lo que puede causar problemas en el caso de que éste lleve demasiada agua.
Si tienes suerte, como fue nuestro caso, es posible que además de los buitres que sobrevuelan el cielo, puedas ver alguna cabra montesa de las muchas que pueblan la zona.





El camino de vuelta fue bastante más multitudinario por lo que  la tranquilidad del lugar se vio seriamente afectada. Por eso es recomendable madrugar un poco para disfrutar al máximo de las primeras horas de la mañana, cuando apenas encuentras gente en la ruta.


Era la hora de comer y no habíamos reservado sitio en ningún lugar así que en el primer restaurante que vimos al llegar al pueblo, preguntamos si tenían alguna mesa libre. Tuvo que ser fuera del comedor pero tuvimos suerte y nos sentamos en la última mesa que les quedaba. Raco del Tosca, cerca de la fuente de la Rabosa fue el lugar elegido.






Una vez repuestas las energías perdidas, decidimos recorrer el pueblo a plena luz del día. Una última visita a través de las estrechas callejuelas  de su casco urbano de origen árabe, repletas de la rica arquitectura típica de la comarca, nos sirvió para entender porqué fue declarado “Bien de Interés Cultural” (BIC) por el Gobierno de Aragón.

Fue un agradable paseo que puso punto final a nuestro fugaz alto en el camino antes de seguir con nuestra ruta al Delta del Ebro.









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