15 agosto 2024

Pench ( II ). En busca del tigre.


E
l segundo safari en Pench comenzó como el primero. Aún de noche, el despertador anunciaba que era hora de levantarse, preparar ropa de abrigo, cargar una pequeña mochila con lo imprescindible y salir hacia el restaurante del hotel donde nos reunimos todos los alojados para tomar un café o te con alguna galleta, antes de montar cada uno en su vehículo para acercarse hasta la entrada del parque.

El frío aprieta durante las primeras horas del día y en el recorrido desde nuestro hotel al parque, a bordo de nuestro vehículo, somos bien conscientes de tal circunstancia. A 50 kms/h, dándote el viento en la cara, la sensación de frío se agudiza aunque afortunadamente íbamos bien abrigados. En caso de que lo necesites, el hotel te puede proporcionar una manta para protegerte durante las primeras horas de la mañana.





Una leve bruma cubría el bosque cuando emprendimos el nuevo safari en busca del esquivo tigre. Nuestro guía comenzó a buscar señales que delataran el paso de algún gato en las polvorientas pistas, no tardando en descubrir las primeras huellas. Seguimos el rastro durante un rato hasta que éste desapareció en la jungla. 
Los guías conocen bien los hábitos de los felinos y conocen las zonas por donde se mueven en cada momento por lo que al llegar a un cruce de caminos, decidimos parar un rato con la esperanza de avistar a un ejemplar que se movía por esa zona a primera hora de la mañana.
El gato no apareció pero pudimos ver cómo un animal de considerable tamaño atravesaba la pista no muy lejos de donde nos encontrábamos. Salimos disparados hacia allí pero sólo pudimos ver cómo desaparecía entre la vegetación; se trataba de un puerco espín. 




Unos madrugadores chacales, además de los habituales langures, sambar y chitales, fueron algunos de los mamíferos que pudimos ver durante nuestro recorrido mañanero por el parque.
Además de numerosas garzas y alguna que otra águila, entre las aves podemos destacar El barbudo calderero (Psilopogon haemacephalus), cálao gris indio (Ocyceros birostris)cálao coronado ​ (Anthracoceros coronatus), cotorra ciruela (Psittacula cyanocephala), abejaruco esmeralda (Merops orientalis), ibis verrucoso (Pseudibis papillosa), mochuelo de jungla ( Glaucidium radiatum ).




cálao gris indio (Ocyceros birostris)

cálao coronado ​ (Anthracoceros coronatus)

barbudo calderero (Psilopogon haemacephalus)

mochuelo de jungla ( Glaucidium radiatum )

cotorra ciruela (Psittacula cyanocephala)

abejaruco esmeralda (Merops orientalis)

ibis verrucoso (Pseudibis papillosa)


Más tarde nos acercamos a una zona frecuentada por una leopardo hembra con dos crías.
En un territorio bastante reducido tenían constancia de que había una leopardo con tres crías y otra con dos.
Nos acercamos en primer lugar a la zona de la hembra con tres crías sin demasiado éxito. Muchos coches buscaban lo mismo que nosotros pero los gatitos no hicieron aparición.
Muy cerca de allí habitaba la otra familia así que fuimos hacia allí. Unos chitales lanzaron de repente, sus agudos gritos de alarma. Estaban muy cerca pero no veíamos nada a pesar de que estuvimos un buen rato parados buscando algún depredador. 
Decidimos seguir adelante, tratando de descubrir a la familia de gatos pero una vez más, parecían habernos dado esquinazo. Un poco más adelante, nuestro guía decidió dar la vuelta y abandonar la zona pero cuando íbamos de vuelta, a una velocidad considerable, repentinamente gritó: " stop, stop, stop, leopards ".
Todos nos esforzamos al máximo para verlos pero nadie fue capaz de hacerlo. La espesura de la jungla era increíble y nadie se explicaba cómo podía haber visto nada allí.
Cuando nos indicó dónde estaban, no podíamos dar crédito....




En la profundidad de la jungla, a más de 100 metros de distancia, entre árboles y arbustos en lo alto de una roca, había un leopardo tumbado. Ni siquiera para los potentes zooms de nuestras cámaras resultó sencillo descubrirlo. ¡¡¡ Increíble !!!!
Tras un buen rato disfrutando del avistamiento, pudimos comprobar que se trataba de la hembra con dos crías. 
Por fin habíamos visto gatos y además estábamos completamente sólos.




Abandonamos el lugar felices mientras comentábamos asombrados, la habilidad de nuestro guía. No hubiésemos sido capaces de verlos ni aunque hubiéramos pasado por allí cien veces.
Era hora de hacer la parada de rigor para estirar las piernas y reponer fuerzas con un copioso desayuno, servido en el capó de nuestro coche.
El calor empezaba a apretar por lo que tras el desayuno, nos quitamos todas las prendas de abrigo para disfrutar ahora de la agradable temperatura.
Sin embargo la mañana ya no nos ofreció ningún momento destacable más. Volvíamos al hotel...




Ya en el hotel, tras asearnos y refrescarnos un poco, decidimos visitar la zona donde una gran colonia de zorros voladores colgaban de las ramas de unos árboles, al otro lado de un lago. 
Volvimos a sacar unas fotos y videos de estos enormes murciélagos y nos fuimos a comer.




Sin tiempo para mucho más, volvimos al parque con la esperanza de que esta vez sí, veríamos nuestro primer tigre en Pench.
Hicimos una parada para ver los mochuelos que vivían en el árbol junto a la carretera muy cerca del parque y aprovechamos también para hacer una foto del protagonista del Libro de la Selva.




Una bonita carraca fue la encargada de darnos la bienvenida al parque. Más adelante, los gritos de alarma de un sambar, atrajeron nuestra atención. Un gran macho con la cola erguida y mirando atentamente a la jungla, repetía su grito mientras oteábamos cada metro de la zona buscando un felino. Un pigargo, ajeno a la escena, daba buena cuenta de su presa a escasos metros del sambar.
Una vez más, la espera resultó infructuosa. Nos fuimos de allí sin que el tigre apareciera.





En un lugar tan húmedo y con una vegetación tan exuberante, es difícil descubrir a los animales más esquivos por lo que el sentido auditivo toma un protagonismo importante a la hora de descubrirlos. En muchas ocasiones resulta más efectivo escuchar los sonidos de la jungla que tratar de descubrir algo entre aquella impenetrable espesura.
Seguramente por esta razón, nos movíamos más siguiendo los gritos de alarma de chitales, sambar y langures que por cualquier otro indicio.

Fuimos avanzando hasta llegar de nuevo al territorio de los leopardos y apenas entramos en esa zona, escuchamos de nuevo, claros gritos de alarma de un chital. De nuevo tensión, parada y concentración pero nada...
Intentamos avistar a la familia de leopardos de esta mañana pero no hubo suerte así que dimos media vuelta para emprender el camino de vuelta.
De pronto, nuestro conductor nos hace dar un salto cuando grita: " tiger "
A nuestra izquierda, saliendo de la jungla, hace aparición como si de un fantasma se tratara, un espectacular ejemplar de tigre.




Nos detuvimos de inmediato al ver que el tigre se dirigía hacia la pista, justo delante de nosotros.
Efectivamente, sale a la pista frente a nuestro coche, nos mira fijamente y comienza a caminar hacia nosotros decididamente, como si hubiera decidido que hoy comería humano.
Ver a un felino tan majestuoso, a tan pocos metros de tí, produce una mezcla de sensaciones difíciles de describir. Fascinación, disfrute y desasosiego se mezclan a partes iguales durante los escasos pero intensos minutos durante los que el bello animal recorre la pista hacia nosotros hasta que se interna en la jungla y desaparece.
Los langures con sus gritos habituales, ya habían alertado a todos los coches que circulaban por los alrededores por lo que nos fue imposible dar marcha atrás para dar más espacio al animal y permitirle seguir por la pista. Todos querían verlo en primera línea y eso impidió que todos lo hubiéramos disfrutado más tiempo ya que obligaron al felino a abandonar la pista, al encontrarse colapsada por los coches.







Finalmente, hemos visto nuestro primer tigre y tuvimos la oportunidad de disfrutarlo en privado, al menos durante los primeros momentos.
Proseguimos el camino de vuelta con una gran sonrisa en nuestras caras que delataban nuestra felicidad.
Estábamos apurados de tiempo porque había un buen trecho hasta la salida, así que avanzábamos "ligeros" hasta que nos topamos con unos vehículos detenidos al margen de la pista. Nos detuvimos y nos informaron que un tigre había pasado por allí hacía poco. Tratamos de encontrarlo, pero no tuvimos suerte.
De pronto, un gran tigre apareció en un claro y aunque la luz ya empezaba a ser escasa, pudimos verlo bastante bien. El tigre se dirigía hacia la pista, a nuestras espaldas así que retrocedimos para ver si volvía a salir a ella.
No tardamos en descubrir el tigre que habían visto con anterioridad y parecía que el gran macho que habíamos visto nosotros, iba en su busca.
En un principio, nuestro guía nos dijo que un macho joven se había metido en el territorio de otro adulto y éste iba en su busca para expulsarle.
La escena que vivimos fue espectacular y aunque no tuvimos tiempo para fotografiarla en condiciones, debido a la rapidez con la que se produjeron los acontecimientos, la disfrutamos a tope.
Lo que en principio era un macho joven, se encontraba tumbado observando la llegada del macho adulto. Cuando éste se encontraba ya cerca, el joven se levantó y comenzó su huida pero el adulto comenzó a correr tras él, dándole alcance y enzarzándose en una gran pelea.
Se perdieron en la espesura de la jungla en medio de un ensordecedor griterío de chitales, sambar y langures que avisaban de su presencia.
Todos nos quedamos impresionados, con la piel de gallina por la experiencia vivida, pero nuestro guía nos indicó que debíamos continuar nuestro camino, ya que era muy tarde y corríamos el riesgo de recibir una sanción.





En efecto, el resto del camino fue una carrera campo a través. La situación fue tal que un guardia en motocicleta nos paró y casi nos impone una multa por la velocidad a la que íbamos. Tanto el guía como el conductor se disculparon con el guardia y logramos evitar la sanción, aunque estuvimos muy cerca de recibirla.
Alcanzamos la salida justo a tiempo para evitar otra multa por exceder el tiempo permitido en el parque, pero finalmente había llegado el momento de celebrar el safari como se merecía. Disfrutamos de dos avistamientos a nuestro antojo, observando además, el comportamiento salvaje del felino más codiciado.

Llegamos a la entrada del hotel con una sonrisa de lado a lado. Nos recibieron con las habituales toallitas húmedas con agua caliente y nos acompañaron hasta el interior del hotel.
Una ducha caliente y una posterior cerveza fría mientras rememorábamos los momentos estelares de la jornada, dieron paso a otra agradable cena antes de retirarnos a nuestras habitaciones.
Mañana haremos un último safari antes de abandonar este lugar, para desplazarnos hasta el parque de Khana.
A falta de lo que podamos ver mañana, ya nos dábamos por satisfechas con lo que habíamos visto hasta el momento.
Cuatro leopardos y tres tigres en dos días era, a nuestro entender, un bagaje satisfactorio..... 


Ruta de la jornada



Video de la jornada


Capítulo anterior: Pench ( I )
Capítulo siguiente: Pench ( III ) y llegada a Khana

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